Algunos funcionarios allegados al equipo mexicano que renegocia el TLC han empezado a fantasear con una idea, a la que cada día empiezan a asignarle más probabilidades de volverse realidad.

A lo largo de estos difíciles meses, en estas Historias de Reportero he expuesto las dificultades, sinsabores, sorpresas, que se barajan entre México, Estados Unidos y Canadá. Pero lo que informo hoy refleja un ánimo mucho más optimista de parte de los involucrados en la renegociación.

La lógica es la siguiente:

1.— Donald Trump no se sale del TLC. Cada vez son más las voces poderosas en el mundo empresarial estadounidense, cada vez son más corporativos de enorme peso económico, cada vez son más legisladores y gobernadores de su propio Partido Republicano los que le dicen que no debe romper con el Tratado. Encima de todo, como ya se aprobó la reforma fiscal, las grandes empresas estadounidenses no tienen nada que perder si aumentan la presión sobre la Casa Blanca para que no truene el TLC.

2.— Trump lo que necesita es decir que ganó la negociación, que doblegó a sus socios. Eso se gana con una sencilla campaña de publicidad. El votante al que Trump apela con este discurso no tiene un pensamiento sofisticado sobre el libre comercio y sus implicaciones, tampoco comprende a plenitud los alcances del TLC, así que va a ser fácil que le crean a su líder. Más, si con alguna alquimia presupuestal construye un pedazo de muro en la frontera y dice que ese dinero vino del TLC. Los que están en este discurso le van a creer igual.

3.— En ese escenario, México mantendría un acuerdo comercial privilegiado con Estados Unidos y Canadá, pero se agotaría el capital político de los empresarios como para pugnar por más tratados, se agotaría el ánimo renegociador de la Casa Blanca y ya no irían por más apertura, sobre todo porque la ideología reinante en la administración Trump es más bien proteccionista y anti-apertura comercial. Difícilmente seguirían adelante otros acuerdos que estaban en proceso de negociación o profundización.

En síntesis, la conclusión de este escenario sería que México tendría el acceso preferido del TLC, pero casi nadie más. Eso impulsaría la “marca México”, mejoraría sus condiciones de acceso a los mercados financieros y volvería a nuestro país más competitivo.

Sería el sueño del presidente Enrique Peña Nieto. Es el más inesperado de los desenlaces, que incluso podría darle un empujoncito electoral a su partido (claramente, necesita mucho más que eso).

Que nadie se entusiasme: los que hablan de esta posibilidad siguen asignándole una probabilidad baja, pero está sobre la mesa.

También está sobre la mesa el desenlace de que Trump abandone el TLC de golpe y México enfrente una crisis de un calibre indeseable.

SACIAMORBOS. Primero, contra Corral. Luego, rechazando la amnistía. Ayer, hablando de la inestabilidad a la que puede conducir el enojo. El presidente EPN se mete públicamente en la campaña. Ha de estar viendo algo que le molesta… y no precisamente unos reflectores quema-córneas en un acto en Querétaro. ¿Sumará?

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