Desde el hospital público de Tepepan, luego desde el privado San Ángel y finalmente desde la comodidad de su lujoso departamento en Polanco, La Maestra Elba Esther Gordillo tejió con cuidado su regreso a la política… si es que alguna vez se fue.

Se supone que estaba muy enferma y por eso no la tenían tras las rejas en una celda. Esa presunta condición de salud no impidió que operara en dos vías: una para regresar a la vida electoral y otra para recuperar el control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el más grande de América Latina, que había quedado en control de su discípulo —del que se distanció tras la detención— Juan Díaz De la Torre.

Después de ser declarada en libertad, el plan de Gordillo redobló la fuerza de su implementación. Las bases ya estaban sentadas para su reempoderamiento:

Para regresar a la vida electoral, urdió las Redes Sociales Progresistas, comandadas por su yerno y ex subsecretario de Educación Pública, Fernando González, y su nieto y ex legislador René Fujiwara. Ellos operaron la alianza en la contienda presidencial con Andrés Manuel López Obrador, gracias a influyentes contactos como Marcelo Ebrard y Esteban Moctezuma, ubicados como dos de los cuatro “grandes amores” de La Maestra (dicho por ella misma). Ahí también participa un personaje central, de nombre Iván Peña Nader, cuya apasionante biografía incluye (según fuentes abiertas) haber sido subsecretario de Gobernación en el sexenio de Felipe Calderón, interno del penal de máxima seguridad de Matamoros acusado de violación tumultuaria, empresario casinero, miembro distinguido de una organización de ultraderecha de corte filofascista y encargado de las relaciones de La Maestra con la Iglesia, el Ejército y los órganos de inteligencia del gobierno estadounidense.

Para recuperar el control del SNTE, Elba Esther Gordillo echó mano de otro grupo de añejos subordinados: Tomás Vázquez Vigil, Rafael Ochoa, Alberto Hernández Meneses y Moisés Jiménez, articulados en la organización Maestros por México que busca despertar la oposición al actual líder magisterial Juan Díaz, quien durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se dedicó a renovar todas las dirigencias estatales del sindicato para quitar a la gente afín a La Maestra y poner a los suyos. Incluso en la emblemática Sección 36 —histórico bastión elbista— los de Juan Díaz lograron ganar la elección cómodamente por encima del grupo de la trifecta Vigil-Ochoa-Hernández Meneses, pese a que hasta tuvieron el apoyo del entonces gobernador Eruviel Ávila. Ahora, estos liderazgos serán retados por la renacida Elba Esther y sus operadores, que seguramente buscarán el apoyo de las bases levantando la bandera de la oposición a la reforma educativa, que no es tan popular entre las maestras y los maestros de México, y está en sintonía con el plan del gobierno entrante.

¿Logrará sus dos objetivos? El plan por lo menos está delineado. Y además está lo de su bio-serie, que revelamos en estas Historias de Reportero.

SACIAMORBOS. Qué tan sólida habrá sido la alianza del gobernador con el operador estrella que hasta le regaló una notaría a su hija.

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