La historia de las revistas literarias está íntimamente ligada al devenir de la literatura misma. En cada una de ellas se toman posiciones, se comparten ideas, se discute, se construye una aproximación al objeto de estudio y una suerte de interpretación colectiva de la realidad que lo rodea. Es entonces cuando, frente a esa sensibilidad naciente, se erigen muchas más que la complementan o que se le oponen, y se traza gradualmente el cauce generacional que alimenta y renueva el concepto de lo literario.

Una de las publicaciones que cumplió íntegramente su misión de ampliar los márgenes de la literatura latinoamericana fue Plural, la cual nació luego de que Julio Scherer, director de Excelsior, le propusiera a Octavio Paz la idea de crear un suplemento mensual de corte cultural que se distribuyera adjunto al periódico. Por esa vía fue que Paz vio cumplida su meta de ofrecer a la comunidad intelectual un foro heterogéneo regido por una máxima innegociable: la libertad crítica.

El primer número de Plural apareció en octubre de 1971, en un contexto en el cual el presidente Luis Echeverría había extendido a la ciudadanía una promesa de apertura democrática, intentando desmarcarse de las tendencias represivas de sus antecesores. Paz figuró como director y designó como secretario de redacción a Tomás Segovia. En su libro Plural en la cultura literaria y política latinoamericana, John King reveló cómo fue que Paz presentó el proyecto a nivel internacional: “Vehículo de la literatura, el pensamiento y el arte a la vez que examen de la realidad contemporánea, Plural explorará también los puntos de encuentro entre la ciencia y la literatura, el arte y las ciencias humanas o sociales”.

Una de las particularidades de Plural que más llamó la atención fue la aparente desproporción entre los colaboradores mexicanos y los extranjeros. Lo cierto es que ese rasgo fue circunstancial y se debió, entre otras razones, a la prolongada ausencia de Paz de territorio mexicano y a la buena cantidad de suplementos que estaban en circulación.

Aunque no fueron el eje principal de trabajo, la preocupación sobre los asuntos públicos se convirtió en una de sus características distintivas. Paz lo puntualizó en el prólogo al tomo 10 de sus obras completas: “En materia política, nuestra crítica se desplegó en varias direcciones: el sistema político mexicano, fundado en un excesivo presidencialismo y en la hegemonía de un partido hechura del Estado”.

En la portada del número inaugural aparece un índice que anuncia un artículo de Claude Levi Strauss sobre la itinerancia de los mitos precolombinos, unos apuntes acerca de la caligrafía china y sus significados de Henri Michaux, el emblemático reportaje del Festival de Avándaro que elaboró Elena Poniatowska, un ensayo de Ramón Xirau sobre José Lezama Lima y “el ser para la resurrección”, las impresiones de Gastón García Cantú en torno a la relación entre la Iglesia y el Estado mexicano, la selección de algunos fragmentos de El libro del ocio traducidos y comentados por Kazuya Sakai, la transcripción de una mesa redonda en la que Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Marco Antonio Montes de Oca, Octavio Paz y Gustavo Sáinz discutieron sobre el grado de modernidad de la literatura latinoamericana, y una nota de Harold Rosenberg que presentaba las tendencias artísticas de vanguardia. Completaron el ejemplar un conjunto de poemas de Roberto Juarroz y una reseña de la estética de Günther Gerzso de la pluma de Luis Cardoza y Aragón.

El éxito de Plural la convirtió en una de las tribunas más importantes del continente americano, incluso se le postuló como la sucesora de la mítica Sur, que llegó a su final en los albores de la década de los 70. La crisis de Excelsior de julio de 1976 puso fin a la aventura que cruzó los caminos de Paz y de Scherer, pero la energía y la pasión que invirtieron en esa etapa los convirtió en referentes y los puso de frente a un panorama tan promisorio como desafiante.

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