Andrés Manuel López Obrador

, el candidato que según la gran mayoría de las casas encuestadoras lleva una cómoda ventaja frente a Ricardo Anaya , su más cercano competidor, decidió hace apenas unos días abrir las puertas de Morena al ultraconservador ex panista Manuel Espino . Pero no sólo eso, decidió hacerlo encargándole un puesto que uno supondría clave en la campaña política de López Obrador. Manuel Espino es hoy coordinador de organizaciones sociales y civiles. Sí, ese mismo que hasta hace sólo unos meses llamaba a Andrés Manuel “un peligro para México”, que decía que el movimiento de López Obrador era “pura simulación” o que apoyaba un cambio en México del tipo: “Sí, que se vaya el PRI, pero sin pasar de Guatemala a Guatepeor. Morena no es la solución, que el enojo no nos mueva a otro error”. A él le encargó la tarea crucial de coordinación de organizaciones sociales.

Ya encarrilados en el tren y redimido el pasado de Espino, éste escribió en Twitter: “Cuando con rectitud de intención se abraza una Causa Superior, los hombres somos capaces de superar diferencias y perdonar agravios para unirnos en torno de ella con altura de miras (…) Estamos con @lopezobrador_ por la Causa de México. JUNTOS HAREMOS HISTORIA!!”. Así quedó cerrado el pacto.

Y más allá de hablar del oportunismo de Espino, hay que preguntarse: ¿qué le aporta Manuel Espino a Andrés Manuel López Obrador? ¿Qué le suma a su movimiento? ¿Qué le ve el candidato a un personaje como Espino, un feroz opositor a los derechos de la comunidad LGBTI y a temas como la interrupción legal del embarazo ? ¿Por qué colocarlo precisamente ahí, como coordinador de organizaciones sociales y civiles? La ambivalencia de López Obrador en torno a ciertos temas, particularmente los que tocan a los derechos de las minorías y a la mujer de decidir sobre su cuerpo, no es nueva. Ha pasado de frenar el avance de una agenda de izquierda progresista cuando fue jefe de gobierno de la ciudad de México , a proponer que los derechos de esta minoría sean definidos a través de una consulta pública, a decir “libertad” cuando fue cuestionado por estudiantes del Tec de Monterrey sobre matrimonio igualitario.

Muchos entusiastas de la posibilidad que representa López Obrador dicen que, en realidad, Manuel Espino no va a importar. Que para eso hay instituciones dentro de Morena y un amplio número de personas dispuestas a frenar cualquier intento de Espino, o del Partido Encuentro Social , de restringir derechos de minorías o de influir en la política pública (en caso de ganar la presidencia, claro está). Muchos de ellos hablan de que es precisamente la presencia de personajes como Espino en el movimiento lo que lo hace verdaderamente plural.

Coincido: no todo el mundo debe pensar cómo tú ni compartir tus ideas. Nadie con convicciones democráticas aspira a vivir en un mundo así. Pero es justamente ahí en donde el argumento comienza a tener problemas. La ultraderecha, ésa que representa Manuel Espino, quiere vivir en un mundo así: un mundo igual, un mundo en el que “diversidad” se reduce a nada, un mundo de políticas públicas hechas para la mayoría que se conforma con ciertos estándares. Es por ello que arropar y dejarse arropar por Espino es tan mala idea (además de ser absolutamente innecesario).


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