José Antonio Meade tiene un problema. Bueno, tiene varios, pero uno muy específico se reveló esta semana.

En materia de seguridad, hay poco que defender o presumir en la administración Peña Nieto. Capturas de capos, tal vez la Gendarmería y hasta allí. Nada muy útil para construir una narrativa de continuidad.

Pero tampoco puede deslindarse de lo hecho en los últimos seis años. Como canciller y secretario de Hacienda fue miembro del gabinete de seguridad. En SHCP, tuvo a su cargo el Servicio de Administración Tributaria y la Unidad de Inteligencia Financiera.

Entonces, no puede marcar distancia y probablemente no quiere colocarse como el paladín de lo existente. Pero tampoco puede eludir el tema.

¿Qué alternativa queda? Hablar de puro lugar común.

Hace dos días, en Durango, dio a conocer lo que denominó una estrategia con cinco elementos. Cito textualmente de este artículo publicado por el propio candidato (http://bit.ly/2DFfFRr):

1. “Quitarle el acceso a dinero, bienes y armas a los delincuentes y a sus cómplices”.

2. “Tener un nuevo Código Penal que garantice igual castigo para el mismo delito en cualquier parte del país”.

3. “(Tener) un sistema integral de identificación y registro para que los criminales no tengan dónde esconderse”.

4. “Requerimos también de cuerpos policiacos y de investigación profesionales y de los cuales podamos sentirnos orgullosos”.

5. “(Atender) las causas sociales de la delincuencia común”.

Sobre esta agenda, van algunos comentarios:

1. En materia de combate al lavado de dinero, hay un trecho enorme entre decir y hacer. Y lo mismo vale para el tráfico de armas. El candidato Meade lo debería saber mejor que nadie. Al fin y al cabo, era secretario de Hacienda hasta hace dos meses. Conoce de seguro las conclusiones del reciente reporte sobre México del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI). El problema no son las leyes, sino su instrumentación. ¿Por qué eso sería distinto en una administración Meade?

2. Suena muy bien eso de tener un Código Penal único, hasta que uno se acuerda que el aborto está despenalizado en la Ciudad de México, pero no en la mayor parte del país. ¿Cómo se resolvería esa divergencia? ¿U otras similares? Hasta ahora, nadie le ha encontrado la cuadratura a ese círculo.

3. En esto de la identificación de personas, vehículos y celulares, hay un cementerio interminable de proyectos fallidos. En el gobierno de Felipe Calderón se impulsó una cédula de identidad ciudadana, cancelada en el gobierno de Peña Nieto. Para suplirla, se puso en la mesa la Clave Única de Identidad. Tres años después de anunciada, la seguimos esperando. En vehículos, tuvimos el RENAVE y luego el REPUVE y ninguno de los dos funcionó muy bien. De nuevo, ¿por qué ahora sí sería distinto?

4. La profesionalización de las policías es como la paz mundial: todo mundo está favor. La pregunta es cómo llegar allí. ¿Con una policía nacional? ¿Con mando único? ¿Preservando a las policías municipales? ¿Cómo se distribuyen las responsabilidades y costos entre niveles de gobierno? En ausencia de respuesta a esas preguntas, hay buenos deseos, no propuesta.

5. Durante su paso por la Secretaría de Hacienda, se eliminó el presupuesto del Programa Nacional de Prevención de la Violencia y la Delincuencia (PRONAPRED). Sabe por tanto que algunos programas de prevención funcionan y otros no. ¿Cuáles quiere impulsar? Sin más precisiones, esto de la prevención no pasa del lugar común.

Entiendo que esto es apenas un primer esbozo de una propuesta. Pero, aun así, tanta generalidad y tanto cliché sugieren que, en esta campaña, la del candidato que presume experiencia y capacidad, no hay ideas ni ganas de entrarle al tema.

Mal augurio.

alejandrohope@outlook.com.
@ahope71

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