Los medios para convencer a un electorado en una campaña política han cambiado. Si antes las encuestas telefónicas y el trabajo de campo eran los mecanismos infalibles para el éxito de un candidato, hoy el almacenamiento masivo de información en internet, mejor conocido como big data, ha transformado la forma en que es posible acercarse a los votantes e influir en el resultado de las elecciones.

Esta información se obtiene a menudo de lo que los usuarios subimos y compartimos en redes sociales y otras plataformas digitales. Michal Kosinski , psicólogo de la Universidad de Stanford, señala que es posible predecir con exactitud factores como el color de piel, la religión, la orientación sexual y la ideología política de una persona con base en sus likes de Facebook .

Un caso emblemático del uso de nuestra información para fines políticos fue el de la empresa Cambridge Analytica , que utilizó datos de usuarios de redes sociales para orientar a la población inglesa en favor del Brexit. La misma compañía colaboró con la campaña presidencial de Donald Trump en Estados Unidos, con la intención de identificar mejor a su audiencia y así penetrar en los votantes.

De esta forma, mientras las casas encuestadoras apostaban a que la mayoría de los votantes se decantarían por la candidata demócrata, Hillary Clinton , Cambridge Analytica mostró que muchos usuarios de redes sociales habían sido ignorados por estos estudios de opinión o simplemente los encuestados habían mentido al expresar el sentido de su voto, pues resultaba “políticamente incorrecto” decir abiertamente que votarían por Trump.

En su libro Everybody Lies , Seth Stephens-Davidowitz sostiene que la gente le dice a Google lo que probablemente no le diría a nadie más. Un resultado estremecedor que arroja este libro es que los estados donde Trump obtuvo mayor número de votos son también aquellos en los que los usuarios de Google suelen hacer más búsquedas relacionadas con la palabra “nigger”, una expresión racista utilizada para referirse a la población afroamericana. Esto demuestra por qué los candidatos están volteando a ver el comportamiento de los votantes en internet, dado que nuestra conducta privada dista muchas veces de nuestra opinión pública.

Por otra parte, el uso de big data en campañas políticas también ha empezado a permear en el electorado mexicano y, si bien no ha tenido el impacto que ha adquirido en Estados Unidos, sí está cerca. De hecho, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México existen 74.3 millones de usuarios de Internet, la mayor parte de los cuales (92.7%) utiliza un teléfono inteligente (smartphone). De ahí que ya existan decenas de empresas de consultoría utilizando los datos que subimos a las redes sociales para asesorar a candidatos a cargos de elección popular.

Así que pronto serán los contenidos en medios electrónicos los factores que definan el futuro de una votación. Por ello, utilizar diversas fuentes de información puede ayudarnos a forjar un criterio mucho más sólido. No olvidemos que muchas de las campañas políticas utilizan las redes sociales para contribuir más a la polarización que al debate informado, puesto que los políticos han descubierto que es más fácil radicalizar a sus audiencias que convencer a un electorado cada vez más complejo. El poder sigue estando en manos de los ciudadanos, y es nuestra responsabilidad evitar que nuestras emociones y la falta de información determinen el sentido de nuestro voto.

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