Que “uno se pasa toda la vida preparándose para algo”, escribió Sándor Márai en El último encuentro. La frase irrumpe en la memoria mientras converso con Ana Cruz acerca de su película Humboldt en México. La mirada del explorador. Y es que el personaje habitó en su imaginario siempre, desde los días escolares en el Colegio Alemán y después cuando trabajaba con Manuel Buendía y cayó en sus manos un libro del científico, lo abrió y quedó impactada con las ilustraciones de las plantas. “Algún día haré algo sobre estas maravillas”, pensó. Era 1973.

Ana estudia Comunicación en la Ibero, trabaja con Buendía durante cuatro años en Conacyt, se titula con la tesis Soy geógrafa, luego estudia cine en la Universidad del Sur de California en Los Ángeles (USC) y especialización en dirección de cine y televisión, en la BBC de Londres. Le encomiendan ir a Francia a firmar un convenio de Conacyt con el Museo de Historia Natural de París y permanece tres meses. Humboldt ya la esperaba, pero ella seguía su preparación, sin saberlo, para un encuentro definitivo. Hoy tiene más de 30 años como guionista, directora y productora de cine, televisión y radio. Es Premio Nacional de Periodismo en Difusión Cultural (1992) y Premio Micrófono de Plata (2001), entre otros. Crea y dirige la productora independiente Arte y Cultura en Movimiento, donde realiza series y documentales, como Mujeres de la Revolución Mexicana… En 2015 trabaja para Rafael Tovar en Conaculta cuando se organiza el año dual México-Alemania. Y ella pregunta: “¿Nadie va a hacer un documental de Humboldt y su viaje por México de 1803 a 1804?”.

A partir de entonces, Ana emprende su propia aventura, le sigue los pasos a Humboldt en México y Berlín; recorre museos de historia natural, jardines botánicos, gabinetes y herbarios, colecciones mineralógicas, bibliotecas, entrevista a familiares y a científicos e investigadores del más alto nivel.

En el trayecto, su personaje la seduce para ir más allá y hacer una dramatización, entonces encuentra a su Humboldt ideal (Alexander Holtman) para seguir al visionario naturalista: a la selva y a las minas, a la costa y a los volcanes, a Guerrero, Hidalgo, Michoacán y Guanajuato… a la UNAM y su jardín botánico, al Museo de Antropología... y hasta su tumba en el Castillo de Tegel en Berlín. Ana consigue los apoyos para hacer una obra de calidad, donde las ambientaciones son creíbles y la música, un eco de la alegría que provoca el descubrimiento científico en su personaje. El resultado: una película que es una inmersión en la vida, el pensamiento, la curiosidad, el genio, la sabiduría y el enamoramiento por este país del autor de Diarios Americanos, Ensayo Político sobre la Nueva España, Cosmos… El mismo que cambió el discurso sobre el Nuevo Mundo, que inspiró a Darwin y a Goethe, el que hablaba nueve idiomas porque sostenía que para entender el mundo se requerían múltiples perspectivas y visiones, así que sus textos científicos están en francés, las etiquetas de especies recogidas en México, en español y para lo íntimo escribía en alemán, su lengua materna.

Dicen que Humboldt fue el primer divulgador de la ciencia. El primer ecologista. El pionero en viajes mineralógicos, el primero en dibujar el perfil de los volcanes, el primero en advertir que si algo sucede en un lugar de la Tierra repercute del otro lado del mundo y que en la naturaleza todo está interconectado. El primero en comprender la distribución de las especies… Su mirada también percibió la desigualdad en México y se expresó contra la esclavitud.

Y Ana Cruz es, con sus entrevistados, la primera en hacerle justicia en México con una película que quiere seducir al público. Hoy, en la sala Julio Bracho del CCU, y a partir de otoño con apoyo de Conabio, en un circuito por todos los museos de ciencia en México. Luego será en Alemania, donde el año próximo festejarán en grande los 250 años del nacimiento de Alexander von Humboldt.

adriana.neneka@gmail.com

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