Se anuncia en un tuit del gobierno de México: “Te compartimos la cartilla moral de Alfonso Reyes —una guía de respeto que habla del amor a la Patria, a la naturaleza y a los demás. La verdadera felicidad es estar bien con uno mismo, con nuestra conciencia y con el prójimo”. Y a continuación, un enlace al documento.

En la portada: Sor Juana Inés de la Cruz, Carmen Serdán, Benito Juárez y Francisco I. Madero. Abro la versión en PDF, intento dejar atrás la primera de las preguntas: ¿qué relación tienen los personajes de la cubierta con el documento? Más adelante, a página entera irán apareciendo Hidalgo, Morelos, Zapata y Lázaro Cárdenas. La página legal indica que la Cartilla Moral fue editada en su versión original por Alfonso Reyes en 1952 y que: “Esta obra constituye una adaptación de José Luis Martínez”. La Cartilla Moral “forma parte de los materiales seleccionados para los Programas Emergentes de Actualización del Maestro y de Reformulación de Contenidos Materiales”, Edición 1992. Resulta que, en efecto, durante el sexenio de Salinas de Gortari, la SEP imprimió 700 mil ejemplares que se retiraron de circulación debido a grupos que se opusieron a que desde el Estado se promoviera una moral determinada. De la reimpresión actual se distribuirán 8.5 millones de ejemplares para adultos mayores que recibirán aumento a su pensión universal.

Luego de un texto de presentación de Andrés Manuel López Obrador, en el que atribuye la “decadencia” a la corrupción, la falta de oportunidades y la pérdida de valores morales, culturales y espirituales, en la página cuatro de la cartilla aparecen los créditos del “Comité para la elaboración de la Constitución Moral: Verónica Velasco, José Agustín Ortiz Pinchetti, Enrique Galván Ochoa”. Y es que, según se informó, la Cartilla Moral será un modelo para quien prepare dicha Constitución. Además hay una convocatoria para que los ciudadanos participen de forma individual o colectiva con un texto de máximo cuatro cuartillas cuya recepción inició el 3 de diciembre y culminará el 30 de abril.

Miro el video de la entrega de la Cartilla en el Valle de Chalco, el domingo pasado. Dice el Presidente que no es obligatoria su lectura, pero recomienda comentarla en familia. Y resume: “Sólo siendo buenos podemos ser felices”. Por un momento me concentro en el tono con el que se dirige López Obrador a la gente. El mismo con el que regañó a quienes, en Tlapa, Guerrero, abuchearon al gobernador. Con el dedo índice en alto y una media sonrisa: “Hay que portarse bien…”

No pretendo criticar el contenido de un texto escrito en 1944, hace 75 años, por una de las grandes plumas de México del siglo XX. Pero luego de una lectura de la cartilla y tomando en cuenta que es el punto de partida para “restaurar el tejido social y fortalecer valores”, es importante advertir que ni el lenguaje ni las referencias ni el contexto tienen que ver con las sociedades contemporáneas.

En el contexto en el que se redactó la Cartilla Moral, por encargo de la SEP y destinada a los recién alfabetizados, no había perspectiva de los derechos humanos ni de género, de igualdad, equidad, o de no discriminación. Por eso, todo su contenido gira alrededor de “el hombre”. Las madres que educan y sostienen a los suyos o el derecho a formar familias en la diversidad, no eran tema. El documento se gestó en una realidad muy distinta, por lo que hay ejemplos de inmoralidad como “dañar un teléfono público” o “enturbiar agua clara” y frases como “(…) el respeto a nuestro cuerpo nos enseña a ser limpios y moderados en los apetitos naturales”.

La Cartilla Moral de Alfonso Reyes puede leerse como un testimonio literario de los afanes didácticos de un momento histórico determinado. Como “guía” para hoy resulta tan anacrónica como pensar que la moralidad se dicta desde el gobierno. Aunque a esta sociedad le urjan reflexiones acerca de la ética y, sobre todo, vivir en un entorno donde el Estado de Derecho sea una realidad.

adriana.neneka@gmail.com

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