Hay dos hechos indudables: primero, que Canon es la compañía fotográfica más grande del mundo y segundo, que está perdiendo mercado de manera estrepitosa por culpa de los teléfonos inteligentes.

La firma nipona ha sido muy lenta en incorporarse a las nuevas tendencias. Cuando surgieron las cámaras de óptica intercambiable sin espejo (mirrorless) se tardaron años (literalmente años) en entrar a ese mercado por no desproteger su línea de réflex donde tienen lentes, flashes y todo un ecosistema que deja más dinero aún que las propias cámaras.

Canon no se ha asomado al mundo de la telefonía celular. Leica ha hecho alianzas con Huawei, Nikon generó en el agún momento la idea de SmartCam con Android incorporado, Sony ni qué decir: el 80% o más de los sensores de cualquier dispositivo son de esta marca. Pero Canon simplemente no entra en este juego.

Ahora su apuesta ha sido presentar en Europa dos cámaras réflex básicas que son, dígase la verdad, un reciclado de otras cámaras de años anteriores. Sin ir más lejos: usan el procesador Digic III y el mismo sensor de la 7D Mark I de hace cinco años. Digamos que están haciendo lo que Nissan con el Tsuru y VW en México con el "clásico". Usan tecnologías que funcionan muy bien, que ya no son el último grito de la moda, pero cuyos costos fijos y de herramentales permiten reducir costos drásticamente. Así que ahora tenemos la Canon Rebel "Clásica", bueno, no sabemos cómo la llamarán en México o en el mercado de las américas porque Canon suele designar sus equipos con claves distintas en esta parte del globo terráqueo. Ahora se llama en Europa Canon 4000D. Hay otro modelo ligeramente distinto que es el 2000D.

La apuesta de Canon es muy clara: introducir cámaras de muy bajo coste, agregarles una óptica barata (el clásico 18-55mm sin estabilizador y con motor de autoenfoque convencional) y abrirle la puerta a los fotógrafos que hoy usan un smartphone para que adquieran eventualmente más óptica y luego otras cámaras de gama más alta. En otras palabras, en lugar de adaptarse a un mercado nuevo y cambiante, Canon ha decidido jugar su carta típica: Si somos fuertes en las réflex, apuntalemos las réflex.

Tal vez tengan razón y sea una buena estrategia. O les puede pasar lo de Kodak, que se aferraron a las películas e ingresos provenientes del procesado e ignoraron (o no pudieron aprovechar a tiempo) otras tendencias del mercado.

En fin, que la 4000D tiene un precio de uno 500 euros (unos $10,000 pesos al tipo de cambio actual), tienen un sensor de 18 megapixeles, afortunadamente incorporan un mínimo de conectividad con Wi-Fi y son una oferta que podría ser razonablemente atractiva para los principiantes absolutos o quienes quieran dejar al teléfono celular a un lado. ¿Tendrá sentido esta apuesta de Canon? Es un cliché, pero aquí aplica cabalmente: solo el tiempo lo dirá.

OC

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Óscar Colorado Nates, editor de es crítico, analista y promotor de la fotografía. Miembro de y fundador de. Catedrático de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (CDMX).

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