Por: Anahí Gómez Zúñiga

Tras el reciente sismo de 7.1 grados en la escala de Richter, la Universidad Nacional Autónoma de México se encuentra en una diatriba: regresar o no a clases, elegir la normalidad académica o la crudeza de las calles.

El 24 de septiembre del año en curso, seis días después del terremoto, el rector Enrique Graue Wiechers emitió un comunicado en el que expresaba: “A partir del lunes 25 de septiembre todas las escuelas y facultades reiniciarán sus actividades de docencia e investigación. (…) Regresaremos con un duelo interno, pero regresaremos porque unidos y reunidos podemos servir mejor; regresamos porque México necesita de sus jóvenes, de sus académicos, de sus trabajadores y de su Universidad”.

A partir de este aviso cientos de universitarios dejaron ver su inconformidad al respecto y decidieron organizar asambleas estudiantiles, de las que se derivó el movimiento “Nadie a las aulas, todos a las calles”. Dicho movimiento buscaba mantener una semana más la suspensión de clases para prestando ayuda a la Ciudad de México y otras entidades afectadas por el temblor, como Morelos, Oaxaca y Chiapas.

Sin embargo, la mayoría de recintos de la UNAM siguen con normalidad en labores académicas, exceptuando a las facultades de Filosofía y letras, Ciencias Políticas, Artes y Diseño, Psicología, Derecho y Química, que decidieron un paro activo hasta el 2 de octubre.

También el 24 de septiembre, después del temblor del 85, el entonces rector Jorge Carpizo hizo público un oficio en el que exhortaba a lo contrario. Invitaba a la comunidad universitaria a mantenerse fuera de las facultades: “En estos días en que la nación ha sido severamente dañada, la Universidad deja sus recintos y traslada a sus estudiantes, a sus profesores, a sus investigadores, a sus artistas y a sus empleados administrativos, a los lugares donde más se les necesita. Ahí continua su trabajo”.

De acuerdo a EL UNIVERSAL, hasta el 24 de septiembre de 1985 aún se encontraban trabajando 7.000 universitarios en 852 brigadas. En la distribución de medicamentos estaban ocupadas 132 brigadas y en la de plasma y sangre 16 más. Inclusive la Universidad prestaba su mobiliario médico, así como vehículos para la transportación de cadáveres, heridos, comida, agua y equipos de fumigación.

Inclusive, el antiguo rector Jorge Carpizo proponía que él y el personal universitario, en unión de sus sindicatos, donaran tres días de salario para que la cantidad recolectada fuese entregada a los damnificados. Al respecto, Ida Rodríguez Prampolini escribiría: “Se trata de que juntos, los intelectuales y humanistas, juntos, imaginativamente y en cohesión, establezcamos una acción conjunta y dirigida”.

En aquel entonces y ante la tragedia, autoridades, académicos y estudiantes se abocaron a las calles. Hoy, contrariamente, muchos de ellos han preferido regresar a las aulas.

Fuentes:

Archivo hemerográfico de EL UNIVERSAL. Tres facultades de la UNAM estarán en paro hasta el 2 de octubre, nota informativa de EL UNIVERSAL, publicada el 26 de septiembre del 2017. Estudiantes de la UNAM se niegan a volver a clases, publicada en EL UNIVERSAL el 25 de septiembre del 2017.

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