Hace algunos años la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó un informe que se titulaba Violencia, niñez y crimen organizado. En el mismo se destacaba que las condiciones imperantes de inseguridad y violencia se encuentran asociadas, en términos de percepción, con adolescentes. Sin embargo, la realidad difiere de ello y es mucho más compleja.

Las niñas, niños y adolescentes de hecho representan uno de los grupos más afectados por diversas formas de violencia y de vulneraciones a derechos, así como por el actuar del crimen organizado.

En general, la respuesta de los Estados no ha protegido de manera adecuada a la niñez más afectada por estas condiciones, tampoco garantiza sus derechos, ni previene que sean captados y utilizados por el crimen organizado.

Quienes son reclutados por organizaciones dedicadas a la delincuencia organizada, tienen una multiplicidad de opciones para incorporarse en actividades delictivas. El informe citado señala que dentro de estas organizaciones los niños y los adolescentes son utilizados y abusados. El crimen organizado los consideran piezas prescindibles e intercambiables, el último eslabón de la cadena, y por lo usual les encargan actividades de mayor riesgo para su integridad personal o de ser detenidos por la policía.

Muchos de los niños, niñas y adolescentes, en especial los que se dedican al narcomenudeo, son consumidores de drogas; la dependencia a estas sustancias ilícitas es una de las estrategias de los narcotraficantes para enganchar a nuevos niños y adolescentes para el micro-tráfico a través de su consumo y adicción.

Pero, a esta afirmación hay que sumar otros problemas relacionados con los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Entre ellos encontramos la carencia de servicios médicos, acceso al sistema educativo, tasas de mortalidad, desocupación y empleo informal.

A este panorama también se debe agregar el creciente fenómeno —bastante heterogéneo y polémico— de los ninis (ni estudian ni trabajan). De acuerdo con el Panorama de la sociedad (2016), de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), México está entre los países con mayor número de jóvenes de entre 15 y 29 años que son ninis.

Entonces, ¿cuál es el futuro de la población que oscila entre los 15 y 29 años? ¿Cuáles han sido las políticas públicas encaminadas a reducir los problemas de esta población?

De acuerdo al estudio Panorama de la Educación: indicadores de la OCDE (2015), México es el país que menos gasta en inversión educativa por cada estudiante.

Hacer una revisión crítica y seria llevaría a proponer soluciones reales al problema. No se deben buscar soluciones mágicas ni paliar el problema.

Profesor-Investigador Inacipe

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