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El gobierno de México cometerá el error de no presionar lo suficiente al de Estados Unidos para que quite el arancel de 25% que se cobra desde junio al acero nacional, advirtió un estudio del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (Idic).

El análisis de la institución destacó que de haberse implementado “medidas espejo”, es decir, la misma acción contra el metal estadounidense, ya se tuviera una revocación de la decisión.

La contraofensiva de la Secretaría de Economía (SE) de imponer aranceles en diversos alimentos y bebidas, entre otros, como represalia comercial a Estados Unidos, no funciona, porque el 24 de julio pasado, el gobierno de Donald Trump anunció subsidios por 12 mil millones de dólares para apoyar al sector agropecuario de su país.

“Ya se puede evaluar que los aranceles impuestos por parte de México a las importaciones de quesos, manzanas, piernas y paletas de puerco, arándanos, embutidos, whiskey, y otros productos de bajo valor agregado provenientes de Estados Unidos no funcionaron”. El presidente Trump se encuentra cómodo con la respuesta del gobierno mexicano”, se expuso en el documento del Idic.

Para el director general de la institución, José Luis de la Cruz, a pesar de las promesas de funcionarios del gobierno federal de que se eliminará el arancel al acero mexicano antes de la firma del T-MEC, aún no se revierte la medida, a pesar de que el acuerdo se firmará el 30 de noviembre próximo.

Las importaciones desde México de hierro y acero provenientes de Estados Unidos sumaron 4 mil 585 millones de dólares en 2017 y sólo constituyen 0.45% del PIB nacional, por lo que aún con aranceles no habría un daño representativo.

“Si se toma en consideración que la mitad de las importaciones citadas se dirige a empresas que transforman y luego exportan sus productos a ese mercado, se puede afirmar que el impacto para la economía mexicana es marginal. Prácticamente no existiría un incremento en la inflación doméstica o una disminución del PIB”, afirmó el investigador.

Incluso, los mayores impactos se verían en la economía estadounidense, porque se le compraría acero a ese país para transformarlo en México y se volvería a exportar.

Además de que las importaciones acereras que se quedan en el mercado mexicano solamente tendrían un impacto equivalente a 50 millones de dólares mensuales y bien podría decidir el gobierno aplicar una política económica compensatoria que atenúe los efectos.

Para De la Cruz, en México se debe evitar “incurrir en los errores del pasado: sacrificar sectores productivos, es una estrategia errónea que cobra la factura en forma de menor crecimiento y bienestar”.

Por lo que ante la falta de voluntad del gobierno estadounidense para resolver este problema, antes de la firma del T-MEC se debe evaluar imponer aranceles de 25% al acero estadounidense, no hacerlo sería dañar no solamente a la industria siderúrgica, sino que a toda la economía mexicana.

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