La industria turística forma parte de uno de los sectores estratégicos más importante para México. De acuerdo con cifras de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 2017 arribaron a nuestro país 39.3 millones de turistas internacionales, lo que lo posicionó como el sexto destino más visitado en el mundo. Asimismo, de acuerdo con el Inegi, representa 8.5% de la economía y genera 2.3 millones de empleos formales, articulando una de las cadenas productivas más extensas compuestas por micro, pequeñas y medianas empresas.

No obstante lo anterior, en 2017 el avance en la captación de divisas turísticas no fue favorable ya que se perdió una posición, al pasar del sitio 14 al 15, con 21 mil 300 millones de dólares. Los resultados contrastantes se pueden explicar por la inigualable dotación natural de nuestro país y por la necesidad de potenciar la calidad de nuestros bienes y servicios en favor de aumentar la derrama económica de los visitantes.

El turismo es un sector noble por los tres ejes en los que se fundamenta: sustentabilidad social, económica y ambiental; ello da como resultado el impulso de un desarrollo económico incluyente y sostenible, además de fomentar el desarrollo local con base en las capacidades económicas de cada región.

Es por ello que la industria turística presenta un amplio margen para ser explotada y, a su vez, a decir por el estudio de la OCDE publicado en 2017, enfrenta también retos diversos en materia de competitividad y sostenibilidad, así como la necesidad de adoptar un modelo de desarrollo más incluyente que incremente los apoyos a las Mipymes para acceder a nuevos mercados y destinos.

Un factor para contribuir con la competitividad es la movilidad, elemento clave para el turismo por trasladar a sus visitantes a sus diversos destinos; en este sentido, México presenta un sistema de transporte funcional en los destinos turísticos costeros, pero que al alejarse de dichos destinos parece ser más complejo. Por ello, impulsar el transporte terrestre será más fácil mediante la mejora de conectividad intermodal.

De la mano de la movilidad se encuentra la tecnología. Hoy el concepto de turismo inteligente es, más que una tendencia, una realidad que integra no sólo a una amplia gama de bienes y servicios, sino que incluso transforma el modelo de negocio de diversas industrias. El turismo colaborativo es una apuesta que se necesita abstraer de mejor forma mediante la adecuada regulación con el objeto de fomentar la competitividad y la integración económica.

Es indiscutible la irrupción de las tecnologías de la Industria 4.0 en el turismo. El aprovechamiento del big data, el internet de las cosas, el blockchain, la realidad aumentada y virtual, los bots y la inteligencia artificial, por mencionar algunas, solo será posible si se universaliza la conectividad a internet y, desde luego, el acceso a la tecnología móvil 5G.

Recientemente, la administración pública entrante ha divulgado decisiones de trascendencia económica y política relevantes para el turismo, entre las que destacan la eventual cancelación del NAIM en Texcoco, los proyectos de infraestructura en el sureste mexicano y la universalización de acceso a internet en escuelas, hospitales y plazas públicas. A éstas habría que sumar la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México, órgano encargado de coordinar, diseñar y operar las estrategias de promoción turística a nivel nacional e internacional. La decisión obedece a incrementar la derrama económica de los turistas y a financiar el proyecto del Tren Maya.

Desde luego, es bienvenida toda política que genere mayor derrama económica, pero sin turistas no hay derrama. Por ello, es preciso resaltar que si no fomentamos la inversión en la promoción y en mantener la marca México, el turismo frente a la competencia mundial va a disminuir. Desde luego, hay retos; sin embargo, algo que se ha hecho tan bien en los últimos años no debe desaparecer, sino potenciarse.

Hay que conocer los impactos del Tren Maya, pero no hay duda de los beneficios perdidos con el NAIM, que más que ser “atractivo turístico”, formaba parte medular en materia de movilidad nacional e internacional.

Quizá sea muy prematuro, en consideración del presupuesto de egresos para 2019 y del Plan Nacional de Desarrollo, pero algo es claro: se necesita articular la industria turística nacional en virtud de su capacidad de impulsar el desarrollo incluyente y sustentable y, en este orden de ideas, integrarlo a uno con mayor movilidad y de mayor penetración tecnológica. Ello con el objetivo, y también deseo, de que el destino de nuestra industria turística llegue a buen puerto y continúe creciendo en posicionamiento a nivel mundial.

Vicepresidente de Consultores Internacionales S.C.

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