En el robo de combustibles, Petróleos Mexicanos (Pemex) está copado por cárteles del narcotráfico, grupos especializados, bandas criminales, comunidades asentadas en las inmediaciones de los ductos, gasolineros propietarios de estaciones de servicio, empresarios que compran combustible hurtado, empleados, y ex trabajadores de Pemex, así como las autoridades responsables de la seguridad pública.

De acuerdo con la empresa EnergeA, Proyectos de Energía del Grupo Atalaya, que fue contratada por la Comisión Reguladora de Energía (CRE) para elaborar un estudio que permitiera analizar la problemática de seguridad física en las instalaciones del sector hidrocarburos, el robo de combustibles involucra al menos a ocho actores activos que tienen en jaque a Pemex.

La investigación de campo que fue entregada a la CRE en mayo del año pasado, cita información de The Office of Foreign Assets Control del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, el cual identificó a una red de gasolineros asociados a Juan José Esparragoza Moreno, alías El Azul, líder del Cártel de Sinaloa.

Sostiene que los miembros de ese cártel están asociados a la extracción de gasolina y diésel del poliducto Culiacán-Topolobampo.

Mario Alejandro Aponte Gómez, alias El Bravo, jefe de seguridad de El Chapo Guzmán, era, hasta su muerte en abril de 2016, el encargado de la sustracción ilícita de hidrocarburos en esa entidad.

Se adueñan de territorios

El combustible robado suele ser almacenado en domicilios particulares, tiendas de abarrotes y en negocios donde se venden insumos para la actividad agrícola.

En Altamira, Tamaulipas, los miembros del Cártel del Golfo están asociados a la sustracción ilegal que se realiza en el poliducto Madero-Cadereyta, aunque también hay presencia de bandas criminales locales, que realizan tomas clandestinas a la red de ductos de Pemex.

El Cártel del Golfo almacena combustibles en sus narco-campamentos, mientras que las bandas criminales lo hacen en domicilios particulares y tendajones cercanos a las carreteras federales.


Existen evidencias de la venta de producto a empresas y fábricas del sector informal, en carreteras, así como en pequeños poblados.

En la región Silao-Irapuato-Salamanca, el Cártel Jalisco Nueva Generación sustrae combustibles del poliducto Salamanca-Guadalajara, al tiempo que grupos armados especializados en el robo de hidrocarburos realizan tomas clandestinas.

En esta zona se tiene la presunción de que trabajadores de Pemex colaboran en estos hechos delictivos.

El Cártel Jalisco Nueva Generación utiliza haciendas y fincas para almacenar el combustible robado y se presume que lo distribuye en estaciones de servicio mediante la extorsión a gasolineros, en tanques a través de los cuales estos grupos armados expenden los combustibles en tallares de hojalatería y en deshuesaderos ubicados sobre las carreteras en todo el estado de Guanajuato.

En la región Acajete-Tepeaca-Acatzingo-Quecholac-Palmar de Bravo, en Puebla, Los Zetas son los responsables del robo a ductos de Pemex, quienes se disputan con bandas criminales el control de ese mercado.

Se ha detectado que Los Zetas almacenan el combustible en pipas de agua previamente robadas. Una vez desmantelados estos vehículos, los tanques-depósitos son enterrados para resguardar el combustible.

En este caso, el cártel ha optado por establecer lugares reservados y específicos de venta, en los que sólo se puede adquirir el combustible por invitación y presentando una clave. También expenden a domicilio bajo pedido y siempre con recomendación de un tercero.

En la región Reynosa-Río Bravo, el Cártel del Golfo sustrae combustibles de la red de ductos de Petróleos Mexicanos y roban carrotanques o pipas, no por el producto que transportan, sino para obtener un vehículo en el cual puedan almacenar y movilizar lo hurtado.

Las investigaciones sobre la operación de este cártel en la zona permitieron identificar que exportan crudo robado hacia Estados Unidos, donde es refinado, mediante carrotanques clonados que abastecen a compañías texanas.

Pemex ha demandado a 23 compañías estadounidenses por comprar hidrocarburo que le fue robado, entre las cuales destacan: Big Star Gathering, F&M Transportation, Western Refining Company, Joplin Energy y Superior Crude Gathering, entre otras.

Los Zetas también están presentes en la región de Huimanguillo-Cárdenas, Tabasco y Tala-Tlajomulco, Jalisco, es la zona de influencia del Cártel Jalisco Nueva Generación.

Problema de magnitud

En las conclusiones del Estudio para Analizar la Problemática de Seguridad Física en las Instalaciones del Sector de Hidrocarburos y Emitir Recomendaciones para el Reconocimiento de Costos por Concepto de Seguridad que la CRE lleva a cabo en sus Procesos de Revisión de Tarifas —que tuvo un costo de 5.1 millones de pesos—, EnergeA, Proyectos de Energía sostiene que el robo de hidrocarburos es un fenómeno complejo que frecuentemente se simplifica tomando como indicador únicamente el número de tomas clandestinas, esto implica la tendencia a confundir estos números con la magnitud del problema, cuando en realidad son cosas distintas.

Por ello, a los cárteles se suman otros actores que fueron identificados con trabajo de campo y entrevistas a actores del sector industrial, tanto público como privado, para corroborar la información.

Están los grupos especializados, que cuentan con conocimientos técnicos y herramientas para realizar tomas clandestinas. Trabajan en células armadas que se encargad de tareas segmentadas: vigilancia, perforación, custodia y traslado de combustible en pipas o autotanques.

Las bandas criminales son grupos rudimentarios que realizan sustracción de hidrocarburos de manera artesanal en ductos con seguetas, marros y cinceles. Gran parte de los derrames e incendios han sido provocados por falta de pericia técnica. Suelen transportar el producto robado en contenedores de plástico, montados en camionetas de rediles o yuntas.

También participan las comunidades asentadas en las inmediaciones del derecho de vía de los ductos, que al detectar una fuga de combustible, aprovechan la ocasión para robar el hidrocarburo con jícaras, cubetas, botes o tinas. Sus acciones no están enfocadas a vulnerar de forma deliberada la infraestructura de Pemex.

Empleados y ex empleados colaboran

Las investigaciones también señalaron la participación de empleados y ex empleados de Pemex, que son las personas que utilizan o proveen información sobre la operación, instalaciones, logística y actividades de la empresa productiva del Estado, para permitir o cometer los delitos de robo de combustibles.

Otro eslabón en el llamado huachicoleo son los gasolineros que comercializan combustible robado, adulterado o en cantidades menores a la registrada en los instrumentos de medición.

También están los empresarios, propietarios de industrias privadas que compran combustible robado para su proceso productivo.

Finalmente, otro sector involucrado son las autoridades de seguridad pública, aquellos servidores de los tres órdenes de gobierno que permiten, realizan o brindan custodia y protección a otros actores, en la sustracción ilícita de hidrocarburos.

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