A pocos meses de entrar en funciones el actual gobierno, el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 trazaba grandes expectativas sobre el devenir de México, particularmente ante las prioridades y retos económicos nacionales de ese momento.

En el documento oficial, en donde algunos conceptos esbozados muestran varios objetivos, el que corresponde a un “México próspero” señala, entre otros planteamientos, la necesidad de “detonar el potencial del crecimiento sostenido de la productividad en un clima de estabilidad económica.”

Atados a este concepto, las esperanzas nacionales se centraron en alcanzar excelentes resultados.

Se estimaba que las inversiones, exportaciones, productividad, empleo, desarrollo y prosperidad avanzarían por buen camino, y estos indicadores estarían a la par de un escenario de inflación moderada, un tipo de cambio estable, así como un poder adquisitivo de suficiencia, según se proyectaba.

Al mostrar algunos de los resultados, básicamente en el Producto Interno Bruto, considerando a este como el principal indicador vinculado a dichas expectativas, en 2012 su crecimiento se ubicó en un vigoroso 3.64%, según datos del Inegi.

Las exportaciones, según la Secretaría de Economía, alcanzaron un monto de 370 mil 369 millones de dólares. En añadidura, la inversión extranjera que ingresó al país llegó a 12 mil 659 millones de dólares. Agregando el tipo de cambio e inflación, ambos indicadores se ubicaron en 13 pesos por dólar y 3.5%, esto último de acuerdo con el Banco de México.

Asumiendo que el primer año de arranque e implementación del Plan Nacional de Desarrollo del actual gobierno y frente a la escena optimista creada por un entorno de reformas, los resultados alcanzados en 2013 se muestran como sigue: PIB de 1.35%, exportaciones cuantificando 380 mil 15 millones de dólares y por inversiones extranjeras 35 mil 188 millones de dólares. Sin duda alguna, son logros macroeconómicos espectaculares.

Si agregamos el tipo de cambio e inflación, estos indicadores registraron 12.80 pesos por dólar y crecimiento de precios en 3.97% respectivamente.

Sin embargo, al paso de los años las expectativas empezaron a cambiar tanto en el ambiente internacional y en las complejas dinámicas socioeconómicas nacionales.

Un giro en la economía mundial impulsado, entre otros factores, por el Brexit en la eurozona y el advenimiento de la administración de Donald Trump en Estados Unidos agitaron la estabilidad del entorno y este empezó a modificarse radicalmente. Ambos procesos, entre otros, incidieron en las dinámicas del comercio exterior de México y también en los flujos internacionales de inversiones extranjeras.

Asimismo, al interior del país, la corrupción e inseguridad, así como la fuerza devastadora de fenómenos naturales marcaron una fuerte exigencia de Estado de derecho que poco permeó en respuesta ante las debilidades y dificultades del marco institucional.

La mezcla de ambos factores, así como la distancia real entre los indicadores macroeconómicos y la expectativa de mejora en el sector social y en el empresariado generó también claroscuros.

En 2012 la población del país oscilaba en 117 millones 54 mil habitantes. Para 2018 se registran poco más de 132 millones de mexicanos. En este rubro, la pobreza ha impactado a más de 56 millones de personas y se muestra un fuerte deterioro en el poder adquisitivo.

Al mismo tiempo, el número de empresas superó los 5 millones de unidades y muchas de ellas enfrentan numerosas adversidades de mercado.

Finalmente, para 2018, las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre México estiman que el PIB podría ubicarse en 2.3%. De cumplirse este pronóstico, el promedio de crecimiento durante estos seis años estaría en 3.05%. Las exportaciones superarán los 490 mil millones de dólares y la inversión extranjera al día de hoy, de 17 mil 842 millones de dólares será superior. Sin duda alguna son resultados importantes considerando la complejidad del ambiente global y nacional.

En lo que concierne al tipo de cambio, la paridad peso-dólar es de 18.87 mientras que la inflación va en 4.8% al mes de julio.

Esto es apenas una muestra de resultados de todas las variables e indicadores económicos posibles. Sin duda alguna, es de contrastes. Queda a juicio de todos, evaluar que este “México próspero” quedó a medias y reflexionar sobre qué limitó su potencial y que se pudo haber hecho para lograr mejores resultados.

Académico de la Universidad del Valle
de México, Campus Querétaro

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