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El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y en particular la relación entre México y Estados Unidos, viven una crisis que no tiene que ver con el funcionamiento del acuerdo en términos de negocios, pues se generó en el ámbito político, afirma el Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman.

Ese problema político fue originado por un supremacista blanco, el presidente estadounidense Donald Trump, que es como define al mandatario el profesor de economía de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).

Bajo esas circunstancias, la relación de negocios entre México y Estados Unidos puede estar en riesgo hasta que el magnate y estrella de la televisión deje la presidencia del vecino país, considera.

“Los puntos fundamentales (de la relación bilateral) no son muy malos, pero el problema es que ahora tenemos prácticamente a un supremacista blanco en la Casa Blanca, y espero que esta etapa no dure mucho. Una vez superada, posiblemente tendremos oportunidad de volver a encarrilar la relación”, afirma en entrevista con EL UNIVERSAL.

El economista de 64 años originario de Albany, Nueva York, estuvo de visita la semana pasada en la Ciudad de México como parte de un evento organizado por The New York Times, periódico en el cual ha sido columnista desde 1999.

La conversación se desarrolla en un hotel ubicado sobre Paseo de la Reforma, y ahí Krugman explica que pese a que hasta hace un año la relación no registraba grandes conflictos, la victoria de Trump en las últimas elecciones modificó drásticamente los escenarios.

Así, la intención de revisar el acuerdo comercial vigente entre México, Estados Unidos y Canadá se debe más a problemas internos de la Unión Americana, que a problemas reales en cuanto a su funcionamiento.

“El TLCAN básicamente está funcionando bien, la verdad es que no hay una crisis en el funcionamiento del acuerdo. Es una crisis política fabricada por preocupaciones domésticas de Estados Unidos”, dice.

En un artículo publicado el jueves en su blog La consciencia de un liberal, titulado Trump, comercio y berrinches y escrito cuando todavía estaba en territorio mexicano, pondera que hasta unos días antes, su opinión era que Trump no iba a destruir el TLCAN.

Hasta entonces, el escenario era que se negociarían algunos cambios menores, y con base en ello el presidente estadounidense se declararía victorioso, para entonces dejar el tema por la paz.

Sin embargo, el temperamento berrinchudo del mandatario en su intento por reformar el sistema de salud del país vecino hizo que Krugman cambiara de opinión sobre la probable suerte del acuerdo comercial nortemamericano, que parece complicarse rápidamente.

“Cancelar el TLCAN sería terrible para México y malo para Estados Unidos. Sería horroroso para los principales intereses comerciales estadounidenses, que han dedicado dos décadas a desarrollar sus estrategias competitivas en torno a un mercado integrado de América del Norte. Pero podría ser bueno para el frágil ego de Trump. Y esa es una razón para temer lo peor”, escribe Krugman en su blog.

Su presentimiento tiene fundamentos, considerando que un día antes de su llegada a México concluyó la cuarta ronda de renegociación del TLCAN, y en ese encuentro llevado a cabo en Washington el resultado incluyó propuestas inaceptables por parte del equipo estadounidense, así como el aplazamiento por tres semanas del proceso de diálogo.

Sobre la ronda, durante una intervención en el Museo Tamayo, Krugman calificó cómo “píldoras venenosas” las demandas planteadas a México y Canadá por parte del equipo negociador de su país.

Cambio real

Krugman fue integrante del Consejo de Asesores Económicos del presidente Ronald Reagan de 1982 a 1983, así como consultor del Banco Mundial, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ha escrito sobre México, reconociendo una evolución económica que en parte tiene que ver con la entrada en funcionamiento del TLCAN, a pesar de que el acuerdo no se ha reflejado en un mayor crecimiento económico para el país.

Sin embargo, gracias al acuerdo, la relación entre México y Estados Unidos registró un crecimiento rápido de las exportaciones en ambos sentidos.

“Hasta hace un año, yo habría dicho que la relación no era mala. Lo fue: tengo edad para recordar cuando decíamos que México era una democracia de mentiras, con un partido único, corrupto sin remedio y un país con el cual no se podía trabajar”, dice en la entrevista.

“Nada de eso es cierto ahora. Hay elecciones genuinas, y aunque el crimen es un gran problema, los dos países trabajan en conjunto para tratar de combatirlo. Incluso en los puntos delicados, como es la migración de indocumentados, se ha detenido y el flujo se ha revertido”.

Sin embargo, para México aún hay mucho por hacer para que se vuelva realidad su potencial de crecimiento económico, sobre todo en aspectos como combatir la corrupción, frenar la tasa de crímenes e impulsar la educación de niños y jóvenes.

“Quisiera tener una gran respuesta, una bala de plata para saber qué es lo que falta exactamente a México”, dice.

“Pero hay una lista de aspectos que hacen falta y que ya se conocen: hay reformas que todavía no se han implementado, el crimen y la corrupción son grandes problemas, la infraestructura también es necesaria en algunas regiones. Es un proyecto de muy largo plazo, en el cual la educación obviamente debe ser una prioridad”, detalla.

Sobre el reto que representa para el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto la relación con Trump, luego de los frecuentes ataques verbales que tuvo para México desde el momento en que anunció su interés por la presidencia de Estados Unidos, Krugman asoma cierto pesimismo.

“La respuesta (del gobierno mexicano) no ha sido impresionante, pero en este punto todos salen perdiendo”, afirma, “todos se convierten en una sombra de sí mismos después de tratar con Trump, y eso puede incluir a los líderes de otros países”.

Sin importar quien trate de negociar con el actual presidente de Estados Unidos, puede creer que ha logrado un acuerdo, pero va a terminar siendo traicionado, advierte.

“No creo que el gobierno mexicano pudiera operar bajo esa suposición: tenía que darse la oportunidad de intentarlo, para ver si era posible lograr algo”, reconoce.

EU, en mal momento

Sin embargo, hablando sobre lo que le depara el futuro al actual gobierno estadounidense, Krugman esboza la posibilidad de que Trump no permanezca durante mucho tiempo en el cargo.

“Estamos en territorio desconocido, tenemos una presidencia imperial, pero si tuviera que adivinar, mi vaticinio inexperto apunta a que no va a terminar su periodo, que llegaremos a un desastre crítico, quizá después de otro fracaso legislativo y cuando las investigaciones se acerquen más a él, y harían que deba ser obligado a dejar el cargo”, afirma.

Al igual que otros colegas como Joseph Stiglitz, quien ganó el Nobel de Economía en 2001, la evaluación del desempeño de Donald Trump parece empeorar conforme pasa el tiempo desde que se convirtió en presidente de Estados Unidos.

También en una publicación reciente en su blog, Krugman reconoció que cada día enciende su computadora por las mañanas con pavor existencial para enterarse de los últimos acontecimientos protagonizados por el mandatario.

“Tenemos que superar a Trump, quien con toda claridad está fracasando en aprobar leyes, pero incluso en cuanto a parecer un presidente adecuado, y es una persona con una mentalidad autoritaria”, lamenta. “En suma, me preocupa mucho Trump para los próximos meses y años”.

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