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A pesar de levantarse desde las 3:00 de la mañana, de trabajar más de 17 horas en dos empleos todos los días, Yolanda Pérez, de 47 años, no ha podido salir de vacaciones desde hace 10 años, debido a la situación económica que hay en el país, que asegura, es crítica y que ha repercutido en menores ingresos.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL en la Central de Abastos, el mismo día que el Inegi reportó la Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2016, locatarios, comerciantes y gente que acude a buscar comida coincidieron en que no han visto un incremento en su situación económica desde hace un año y deben esforzarse más para que el dinero rinda.

Yolanda Pérez se levanta todos los días a las 3:00 de la mañana para ir a la Central de Abastos a vender desayunos a los comerciantes y compradores. Asegura que cada vez le compran menos, debido a las condiciones económicas en el país.

“He visto bajar mis ingresos, pues la gente viene menos”, a pesar, afirma, de que "he tenido que hacer más sacrificios como levantarme más temprano y terminar más tarde.

“Todos los días me levanto a las 3:00 de la mañana, terminó de vender desayunos y me voy rápido a una fonda a cocinar. Ya termino de todos mis trabajos en general como a las 9:00 de la noche”, indica.

Yolanda dice que debe trabajar para comer y no puede pensar en vacaciones, las cuales, hace más de una década que no toma.

“Hace 10 años que no tomó vacaciones, tengo que economizar. Para mi es prioritario sacar para comer. No queda más que luchar”, dice.

A unos metros, Juana Morales, de 60 años, tuvo que levantarse a las 5:00 de la mañana para tomar el primer microbus en Chalco, Estado de México, que la llevará al mercado, y recoger vasos de unicel que las tiendas tiraron por estar rayados o “feos”, como Juana les dice. A pesar de que llueve, entre verduras y frutas que se pudren y producen un olor fétido, Juana sigue recogiendo los plásticos que le puedan servir.

“Vengo regularmente a recoger lo que se pueda. Ahora estoy recogiendo vasos y platos de unicel que tiraron porque están feos, pero todavía sirven, esos los uso para cuando los necesite. Al rato me voy a recoger fruta y verdura que tiran aquí, pero todavía esta buena”, dice.

Sin dejar de escoger los vasos blancos que estén en mejores condiciones, Juana señala que la situación económica no ha mejorado: “No sólo lo digo yo, es toda mi familia”.

Entre gritos de vendedores de piñas, manzanas y plátano, Cesar Martínez, diablero, comenta que cada día tienen menos personas a las que ayudar para que le den unas monedas, a pesar de que se levanta a las 4:00 de la mañana y termina de laborar a las 4:00 de la tarde.

Asegura que debido al incremento de precios, cada vez se le dificulta más pagar renta, comida y las necesidades para su esposa, y sus hijas, una en primero de secundaria y otra en quinto de primaria.

Con bolsas que llenarán de verduras y carne para su negocio de comida, cerca de edificios de oficinas en la Delegación Álvaro Obregón, Arturo Guerrero y Lorena Martínez aseguran que en el último año su local ha tenido una baja de 30%.

“Se ve reflejado en el descenso de 30% de ventas en nuestro negocio. La gente prefiere llevar su comida, les sale más económico que pasar con nosotros, es normal, también están cuidado su economía, pues está más difícil la situación", dicen.

Esquivando a los diableros, la pareja de comerciantes afirma que han tenido que batallar con sus ingresos, que “también han bajado y hemos tenido que batallar para distribuir y estirarlos lo más que podamos”.

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