Llega un momento en que debes elegir. No hay punto medio. Si tu pareja hizo algo hiriente o tu mejor amiga fue desconsiderada, tienes dos opciones: quedarte resentid@, rumiando acerca de lo sucedido o recurrir a la compasión para salvar la relación y seguir alimentándola. Socialmente se espera que seamos compasivos. Sin embargo, una característica distintiva del resentimiento es que se encuentra latente, a veces escondido, esperando a emerger en cuanto tenga oportunidad para “atacar” al objeto de tu antipatía o rencor.

Resentimiento: un enemigo encubierto

Este sentimiento oculto, profundo y muy disimulado lentamente destruye la relación. El enojo latente te hace reaccionar con gran fuerza emocional ante algo usualmente sin importancia. Esto ocurre, naturalmente, con los receptores de tu enojo encubierto. Es como si siempre estuvieras list@ para obligar al otro a pagar su ofensa en pequeñas notas de cambio. Desde tu visión de persona lastimada, el ofensor siempre está en deuda contigo y, a menos que resuelvas estos sentimientos soterrados, seguirá acumulando intereses y le seguirás cargando comisiones por “gastos de cobranza”.

Pero no es sólo la economía emocional del otro la que se ve afectada. Para mantenerte en tu papel de víctima, debes hacer una enorme inversión de energía mental y emocional. Llega un momento en el que, si quieres dejar de pagar el alto precio del rencor, debes decidir de una vez por todas qué y cuánto necesita hacer el ofensor para saldar la deuda. Debe haber un límite, una negociación contigo mism@ y con el otro a fin de soltar y finiquitar todo saldo pendiente.

El alto costo del rencor

Cuando estás resentid@ con tu pareja, se hace más difícil resolver las cuestiones sexuales, financieras y familiares que inevitablemente surgen con la convivencia. En estas condiciones, la solución a los problemas emergentes parece imposible. Con facilidad, el rencor soterrado se convierte en desprecio, descuido, desdén y falta de respeto por el otro. Sus sentimientos pierden importancia para ti, te comportas impaciente y poco empátic@, pues quien está en deuda contigo no merece tu compasión o entendimiento.

A nivel fisiológico, la producción de adrenalina que acompaña al enojo te hace sentir superior, te percibes como una persona ejemplar. Desde esta visión, crees tener derecho a culpar, criticar, rechazar y atacar verbal o emocionalmente al otro. Pero, como dicen, todo lo que sube debe bajar. Así que cuando cae el nivel de adrenalina en tu cuerpo, viene el “bajón” hacia un estado depresivo. Cuando esta dinámica continúa, es posible terminar en la amargura.

¿Cómo salir del resentimiento?

Si te encuentras en una situación similar a la descrita, es posible resolver y dejar atrás el rencor. El primer paso consiste en aceptar con honestidad el enojo alimentado por algún tiempo. Es necesario admitir que quizás no hayas hecho lo necesario para aclarar o resolver la situación: conversar, expresar el dolor o decepción vividos, enfrentar al otro en lugar de rumiar y quejarte amargamente por lo ocurrido. A continuación, debes encarar al ofensor para aclarar lo ocurrido, expresar tus sentimientos (sobre todo el enojo y dolor), reconocer que el otro también ha realizado buenas acciones y admitir tu responsabilidad en lo sucedido. Sí, leíste bien, para en verdad liberarte del resentimiento es esencial admitir la forma en que contribuiste a que se dieran las condiciones para el agravio. Esto, claro está, puedes hacerlo directamente con la persona o con la ayuda de un profesional.

Dejar atrás el resentimiento requiere voluntad, decisión y disposición al diálogo. Pero sobre todo, se necesita una gran dosis de compasión: la capacidad para soltar después de comprender que el otro y tú comparten un rasgo en común, su humanidad. Entender esto te ayuda a dejar de condenar o enjuiciar duramente a quien te ha ofendido, pues sabes que son igualmente imperfectos y falibles.

Reconoces lo que la Dra. Kristin Neff, investigadora en el tema de la auto-compasión, llama su humanidad compartida. Entonces admites que tú también podrías tener (con alguien más, en otra situación o en grado mayor o menor) actitudes negativas semejantes a las de quien te hirió. Pero cuidado, ser compasivo no se trata de ignorar los problemas, permitir al otro huir de su responsabilidad, justificar, ser demasiado permisiv@, negar la realidad, ver todo color de rosa.

La compasión consiste en tomar en cuenta que hay factores fuera de tu control que determinan algunos de nuestros pensamientos, sentimientos o acciones. Algunos de estos factores son la historia personal, aspectos culturales, genéticos y el entorno. Cuando eres capaz de comprender esto, ves al objeto de tu resentimiento con mayor compasión. Si comprendes que el otro actuó desde un aspecto oscuro, desequilibrado o desesperado de su personalidad, estás más abierto a entender y soltar el resentimiento. Entonces dejas de tomarte las cosas de manera personal, dejas de verte como víctima de una persona malvada.

Y tú, ¿eliges el resentimiento o la compasión? Comenta, pregunta, debate, cuestiona, argumenta. Si te gustó este post, compártelo con quien creas le pueda interesar. Sígueme en twitter @vjimenezmx. Sígueme en facebook.com/vjimenez67. Lee mi libro Cómo simplificar tu vida.

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