Sumatra, una isla del sureste asiático de la que no muchos han escuchado hablar, es parte de Indonesia y turísticamente es reconocida por sus hermosas playas y exuberante vegetación. La cual se está acabando debido a la deforestación para cultivar aceite de palma, una sustancia utilizada en cientos dulces, chocolates y alimentos procesados.

Las plantaciones de aceite de palma se ha convertido en el enemigo a vencer para la supervivencia de los bosques y selvas tropicales y con ellos de especies en peligro de extinción como los orangutanes rojos que dependen de ellos para vivir.

La historia del pequeño Mingky, un bebé orangután que permaneció encadenado por un año en el resquicio de dos edificios ha dado la vuelta al mundo. Tenerlo ahí, según el hombre al que le fue entregado, era para poder “entretener” a su familia. Capturado desde pequeño luego de, seguramente, haber matado a la madre, Mingky se convirtió en la mascota de una familia que lo mantuvo en las peores condiciones para una especie que, al igual que los seres humanos, necesita el contacto y el afecto de otros.

Sin abrigo, sin algo que lo cubriera o hiciera las veces de una cama o protección el pequeño fue encontrado enroscado, abrazándose a si mismo. Parte el corazón conocerlo, pero más todavía saber que su historia no es única y que además son historias que fácilmente se trasladan a otros seres humanos (niños y mujeres víctimas de trata por ejemplo).

Duele ver el daño que el ser humano es capaz de infligir a otras especies, a otras formas de vida en el planeta. Nuestro paso por el planeta es un segundo en los tiempos del universo. En cosa de segundos, si acaso minutos, nuestra especie, muy probablemente habrá desaparecido y la tierra se regenerará de nuevo. Es precisamente nuestra insignificancia lo que debería hacernos entender que no es que estemos destruyendo al planeta, la Tierra seguirá por millones de años después de nuestra propia extinción. Pero para nosotros, éste es el único hogar que podremos conocer.

Afortunadamente aún hay seres humanos en el mundo que pueden hacernos sentir aún hoy, orgullosos de serlo también. Personas que ven más allá de su propia existencia y tienen la empatía para hacer cambios positivos en casos tan terribles como este.

Hoy por hoy, sólo quedan, en la naturaleza unos 45,000 orangutanes y la cifra se reduce dramáticamente. Se calcula que cada año alrededor de 2,000 orangutanes son asesinados o desplazados debido a las plantaciones irregulares de aceite de palma, tan solo en Indonesia. Otra buena parte de orangutanes, especialmente pequeños son cazados ilegalmente para venderlos y ser convertidos en mascotas.

La única solución es que exista una certificación real de las plantaciones de palma sustentables, aquellas que no queman ni destruyen bosques y selvas para sustituirlos con árboles de palma. Como consumidores debemos exigir que los chocolates que hoy damos a nuestros hijos o a nosotros mismos no se conviertan en el detonante de una mayor destrucción y extinción en nuestro hogar.

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