Si, así es. No sólo se puede, sino se debe incluir el yogurt dentro de una dieta saludable.

¿Por qué? Porque cualquier dieta bien hecha y bien planeada debe incluir todos los grupos de alimentos y dentro de cada grupo debe haber variedad en lo que se elige.

¿Cuántos detractores de los lácteos hay por la vida que beben, fuman, toman litros de refresco o jugo, no hacen ejercicio y/o están sometidos a cantidades inverosímiles de estrés? Miles.

Dentro del grupo de los lácteos están la leche, el jocoque y el yogurt (mi favorito). Mucha gente piensa en el queso, pero los quesos se acomodan dentro del grupo de las proteínas.

Así pues, les hablaré de mi favorito. Me parece, como lo he dicho muchas veces, súper versátil y combinable. Es un producto fácil de llevar y traer, fácil de encontrar en las tiendas y fácil de tener en casa para toda la familia. El yogurt es también fácil de digerir, lo toleran hasta quienes tienen problemas con la lactosa y sirve para darle “onda” a muchos alimentos dulces o salados.

Un buen plato de fruta con yogurt, un smootie o paletas, una sopa, aderezo para ensalada o gelatina son las opciones que de entrada me vienen a mi mente, pero hay miles. Además de sano… rico y económico.

¿Cómo elegir el mejor?

Hay tantos yogures en el mercado que puedo entender que para muchos sea difícil pararse frente al anaquel y sentir que compraron la mejor alternativa de todas pero, sin duda, hay algunas reglas que si sigues, te va a ir bien:

Elegir un producto con poca grasa. Esto tiene que ver con que la grasa, al ser de origen animal, no es la más saludable y puede contribuir en que los niveles de colesterol aumenten. Además, a mayor cantidad de grasa, más calorías.

Pero, atención, dije poca grasa no necesariamente sin. Esto es porque los yogures que tienen poca grasa ayudan a que la sensación de saciedad dure más tiempo y a controlar los antojos durante el día. La grasa, hablando del producto como tal, da textura y mejora el sabor así que si de pronto eliges un yogurt que tenga un poco, tampoco pasa nada. De hecho, puedes contrarrestar el efecto “no bueno” de las grasas de origen animal, añadiendo grasa de origen vegetal… ¿qué tan ponerle nueces, almendras, linaza o chía?

Busca un producto que no tenga azúcar añadida. Casi todos los yogures en el mercado van a tener carbohidratos (por la lactosa), pero no es lo mismo que azúcar añadida. Busca los que estén endulzados con edulcorantes no calóricos o no estén endulzados.

Busca versiones altas en proteína. Los yogures griegos tienen más proteína que los normales, lo cual se traduce en nutrición para tus músculos y tus defensas. Sólo trata de elegir las versiones naturales, no de sabor. Este tipo de yogurt sirve súper bien para cocinar y para combinar con fruta.

Busca yogures que no tengan complementos (mermelada, galletas, cereal, etc.) para que minimices el consumo de azúcar extra. Sé que es muy tentador el cereal o la mermelada, pero créeme, la tentación es directamente proporcional a la cantidad de azúcar añadida y, por lo tanto, al tiempo que necesitarás hacer de ejercicio para quemar esas calorías.

Compra el sabor que quieras, por lo general es lo mismo. Finalmente son sólo “sabor a” no contienen la fruta como tal, por lo tanto, las calorías y nutrientes son lo mismo. Es igual que cuando son versiones para beber o en vasito, son iguales (nutricionalmente hablando) así que elige lo que prefieras o que más agrade a tu familia.

Finalmente, procura comprar productos que hayan mantenido siempre la temperatura correcta (temperatura fría). Esto garantiza que las bacterias buenas sigan vivas y pasen al colon, donde deben vivir y trabajar por tu salud. Es así como el yogurt se vuelve un alimento funcional y explica por qué debe ser incluido dentro de una dieta correcta y saludable.

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