El otro día vino a consulta una chava atractiva. A mi parecer cumple con muchos de los estándares de belleza que la industria de la moda nos ha ido metiendo poco a poco a la mente: alta, muy delgada, cabello largo (brilloso y abundante), muy bien arreglada y muy políticamente correcta.

Al platicar me dijo que hace mucho ejercicio (mismo que no se le nota porque está sumamente delgada) y que le gustaría que evaluáramos si lo que está comiendo es lo que necesita para estar sana. No se siente con la energía que le gustaría tener.

Después de un rato de conversar me dijo que lo que más le gusta de hacer ejercicio es que en cuanto empieza, deja de tener su periodo menstrual y eso le acomoda mucho. Me quedé pasmada. No está bien ni es sano.

Le pregunté si alguna vez había escuchado hablar de la “Triada de la Mujer Deportista” y por su cara pude saber que no tenía idea. Se lo expliqué. Hoy lo comparto con ustedes.

La triada de la atleta o de la mujer deportista se identifica por: trastornos de conducta alimentaria, amenorrea (falta de menstruación) y osteoporosis. Se puede diagnosticar cuando una mujer que hace ejercicio tiene uno, dos o tres de los elementos.

Generalmente inicia con chicas que hacen ejercicio y quieren perder peso con la idea de que mejore su desempeño. Para ello se someten a dieta estrictas, patrones de compensación (ayunos, purga, vómito, más ejercicio, etc) o quitan alimentos de su dieta (grasas, carne, agua, carbohidratos) con la intensión de pesar menos.

Cuando esto se lleva a limites extremos, las atletas pierden tanto peso que el organismo activa mecanismos de protección y hormonalmente se desajusta. En un inicio los periodos menstruales se vuelven irregulares hasta que terminan por desaparecer por meses.

Este desbalance genera que las concentraciones de estrógenos sean tan bajas que eventualmente hay problemas con la fijación de calcio en los huesos, es decir, osteopenia en un principio y más adelante osteoporosis y aparece a edades tan cortas que suele poner en riesgo la vida deportiva de la atleta.

El tema aquí es que el daño puede detenerse, pero no es reversible. Las niñas (porque en su mayoría son menores a los 16 años) en la juventud tendrán problemas para regular sus hormonas, quedar embarazadas o tener una vida normal. Ni qué decir del daño óseo cuando sean mayores.

Generalmente los deportes en los que se compite por categoría de peso (box o artes marciales), los deportes estéticos (gimnasia, ballet, nado sincronizado) o remo son los clásicos ejemplos donde encontramos muchas chicas con este problema. Ellas creen que entre menos pesen, mejor. Es muy difícil hacerles ver que no necesariamente es así. Muchas veces, sacrifican tanto su alimentación que no tienen ni energía para entrenar, ir a la escuela o hacer una vida normal.

De hecho, el perder peso no necesariamente se asocia un mejor desempeño. Ser mejor atleta tiene que ver con muchos otros factores.

Se que esta paciente que vino a verme no tiene 16 años sino 32 pero dice tener este tema de salud desde hace más de 15 años, al menos que ella recuerde, que es cuando entró a practicar clavados. Está preocupada… no por sus huesos sino por su entrenamiento, dice que no rinde igual.

Yo soy mamá y me aterra que mi hija pueda caer en una situación así. Creo que además de tener mucha comunicación hay que ver que no sigan haciendo dieta a pesar de que ya perdieron el peso que querían perder o ya estén en un peso correcto. De hecho, debemos orientarlas a que no se obsesionen con el tema de la comida, el entrenamiento y la dieta. Deben comer bien y de todo.

Ojo con las niñas que comienzan a eliminar alimentos, a dejar todo en el plato (o la lunchera) o a ir demasiado al baño después de comer. Físicamente deben tener bien piel, uñas y no perder más cabello de lo normal (hasta 100 cabellos al día). Como papás debemos mantener sus visitas al médico pediatra y al pediatra. Son ellos los que evaluarán que no deje de crecer, que el corazón siga sano y fuerte, que el esmalte de los dientes esté sano y… que todo esté bien.

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