Hice en mi “laboratorio-consultorio” un experimento: pacientes que escriben todo lo que comen en un diario normal, pacientes que lo registran todo con una aplicación y pacientes que no apuntan nada, sólo tratan de apegarse a la dieta de memoria. Todo el grupo tenía el objetivo de perder peso y tienen una vida normal, es decir, trabajan, entrenan de manera moderada, salen con amigos y tienen familia o pareja.

¿Cuál fue el resultado? Lejos del rigor científico, lo que puede esperarse en un estudio de este tipo, lo que encontramos entre todos fue muy interesante. Los pacientes que registraron de una o de otra manera su alimentación no sólo perdieron peso sino hicieron conciencia de dónde estaban fallando. Los pacientes que sólo trataban de acordarse y así más o menos apegarse la dieta no bajaron (incluso uno subió).

Lo más interesante fue que quienes usaron una aplicación (My Macros o Fat Secret) bajaron más de peso que quienes escribieron a mano su diario de alimentos. De hecho, las mismas aplicaciones les avisaban cuando estaban comiendo de más o de manera desbalanceada, lo que no sucede con un diario tradicional.

En estas aplicaciones se puede llevar un registro de cuánto, qué y a qué hora se come, la cantidad de ejercicio y horas de sueño por día, qué tanto repetimos el mismo alimento, los porcentajes (y cantidades) de carbos, grasas y proteína, en fin. Son una excelente herramienta para traer al mundo de la conciencia nuestros patrones alimentarios. Tienen bases de datos con recetas, valores de los alimentos comunes o se pueden registrar los que uno consume, por ejemplo, yo tuve que registrar los tlacoyos.

La cosa es así: uno elige sus alimentos y si puede (es lo ideal) los pesa, los registra en la aplicación y al final del día verifica. También sirve para demostrar lo imperdonable: subestimamos la ingesta y sobreestimamos el gasto. Es decir, juramos que comemos menos y estamos seguros de que gastamos más. Y además, estamos por lo general bastante lejos de la dieta planeada en el consultorio y la rutina deportiva diseñada por el entrenador.

Para registrar las calorías gastadas se puede usar un monitor tipo TomTom, Polar, Garmin, etc o usar los sensores de las máquinas de gimnasio. Si ninguna de esas opciones es viable, las aplicaciones también tienen una base de datos de gasto calórico por actividad y sirven de referencia.

Siempre, absolutamente siempre pensamos que quemamos más calorías de las que realmente son. Siempre, absolutamente siempre comemos o bebemos de más.

Obvio, se deben registrar de manera inicial algunos datos pero es impresionante como todo es personalizable, sólo es cosa de picarle para ir conociendo las aplicaciones.

Finalmente, esta semana los pacientes que no registraban o que lo hacían a mano van a comenzar a hacerlo en alguna aplicación. Estoy segura de que podrán darse cuenta de todo lo que comen y lo que entrenan o dejan de entrenar. De hecho, estoy segura de que perderán peso y regresaran sorprendidos de los pequeños “robos hormiga” que hacemos a la dieta y por los cuales no perdemos peso (y después culpamos al metabolismo, que quesque está lento).

Así, la tecnología nos alcanza y lo hace a nuestro favor. No tengan miedo de usarla, tengan miedo de darse cuenta de la verdad… así me pasó a mí.

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