Roger Ailes me recuerda a uno de mis ex jefes, no sólo por lo pasadito de peso y lo calvo, sino por sus maneras o, mejor dicho, la falta de las mismas.

A quienes no sepan quién es el señor Ailes ni en qué está metido, les cuento un poco: se trata de un ex directivo del canal Fox News, quien recientemente fue demandado por Andrea Tantaros, ex conductora de dicha cadena, por acoso sexual.

En las declaraciones hechas por Tantaros, se destaca lo siguiente:

  1. El directivo solía decirle que quería verla en bikini, pedirle que se diera la vuelta para verla por detrás y preguntarle por su vida sexual.
  2. Ella tenía la indicación (orden) de no usar pantalones porque el directivo quería verle las piernas.
  3. La conductora también había sido acosada sexualmente por uno de los invitados a los programas (Scott Brown), quien le hacía comentarios sugestivos, sin embargo, cuando ella lo denunció ante los ejecutivos, ellos le dijeron que no harían nada al respecto.
  4. La conductora relata que, cuando denunció a Ailes ante los otros ejecutivos, ellos le sugirieron que desistiera de sus quejas pues el Sr. Ailes “ya le había echado el ojo a otra conductora” (más joven, por supuesto) y “más le valía” (a Andrea) “dejarlo pasar” (para no perder su lugar).
  5. No ceder ante las peticiones sexuales de Ailes, le costó a Tantaros que la cambiaran a un horario de menor peso y menor rating y, al final, que fuera despedida.
  6. Ahora también salió a relucir que otro de los que le habían hecho insinuaciones sexuales había sido el famoso conductor Bill O’Reilly, quien, dicho sea de paso, hace varios años enfrentó una demanda por parte de una productora, también llamada Andrea, quien aseguró que el conductor la había perseguido durante dos años con audios explícitos sobre lo que le haría mientras ella se bañara, por ejemplo, cómo frotaría sus senos y sus pezones se pondrían duros (sic).
  7. Volviendo a Andrea Tantaros, igualmente denunció que, tras rechazar a Ailes, en su cuenta de Twitter empezó a recibir mensajes que la intimidaban y ridiculizaban y, según se investigó más tarde, éstos provenían de cuentas creadas en el área de relaciones públicas de la propia empresa televisiva: el enemigo en casa, tal cual.
  8. Una de las declaraciones que llamó mi atención (y por distintos motivos) fue cómo Tantaros describió la otra cara de Fox News. Dijo que, aunque la empresa se venía como defensora de valores familiares tradicionales, detrás de la escena operaba como un “culto estilo Mansión de Playboy, alimentado por el sexo, impregnado de intimidación, indecencia y misoginia”.

Me hizo pensar en fiestas como la de los legisladores panistas en la  y sobre todo en otra fiesta de tres días, armada por los directivos de un canal de televisión en el que durante un tiempo colaboré. Para los que nos perdimos el pachangón, después trascendió que fue en un yate, que hubo de todo (sic) y que uno de los entonces nuevos directivos regresó antes de tiempo a la ciudad, directito al hospital, “por exceso de cocaína”.

Tantaros ha sido cuestionada por su postura conservadora mientras era conductora en Fox News: cuando ponía en tela de juicio las violaciones cometidas en las filas del ejército estadounidense y también los “supuestos” abusos contra mujeres que, “bajo su propio riesgo”, salían con hombres casados, “en vez de citarse con ellos en sus oficinas”. Por supuesto que esto no le resta relevancia a los hechos ni a su denuncia. Sólo revela la falta de empatía hacia la situación de otras mujeres o víctimas . . . hasta que le pasó a ella.

Volviendo a mi ex jefe, al principio les dije que me recordaba a Ailes no sólo por el físico sino por otras cuestiones. Bueno, si Ailes tiene su patrón, tal y como Bill Cosby tiene o tuvo el suyo, he aquí el patrón de mi ex patrón:

  1. Él prefería que, para su propio deleite, sus conductoras favoritas mostraran no sólo las piernas: también el escote o la figura entallada.
  2. Según como se portaran con él, si accedían o no a sus coqueteos o avances, les daba más oportunidades o les reducía o, de plano, les quitaba “el cuadro”.
  3. Dicen que, para mejorar el nivel de vida de las que tenían más problemas o menos recursos, se ofrecía a presentarlas (“padrotearlas”, en sus palabras) entre clientes y funcionarios públicos.
  4. Los aumentos y demás peticiones incómodas se trataban a puerta cerrada, en su oficina, sobre el escritorio o debajo del mismo. O en el baño o en la cocina, tan escondida: “Te decía que lo acompañaras, que te prepararía un Nespresso y, cuando venías a ver, ya se había bajado la bragueta y entonces te pedía que te arrodillaras y lo de siempre”.

Al señor Ailes le ha llovido ya una veintena de demandantes.

A mi ex jefe, que tanto se le parece, ni una sola: algunas de quienes trabajaban con él le dieron la vuelta o presentaron su renuncia. Otras aceptaron el trato, ya sea que aún disfruten los beneficios o no sepan cuándo habrán de huir... o de hablar. El caso es que, al menos públicamente, nadie ha protestado aún.

Ustedes, ¿qué harían?

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