Varias cosas preocupan de lo que escribió el último lunes de mayo el Secretario de Seguridad Pública en su columna titulada, tal cual: “¡Alarma: la violencia ya llegó! Empiezo por señalar que para el secretario, la violencia en la Ciudad de México se hizo evidente en los “meses y días recientes”. Con esta afirmación parece pasar por alto que en 2016 la tasa de homicidio doloso por cada 100 mil habitantes alcanzó de la última década en la capital del país de acuerdo con cifras del SESNSP tal como alertó el Observatorio Nacional Ciudadano. Así, sin una estrategia local de reducción de la violencia –particularmente del homicidio intencional–, el primer cuatrimestre de 2017 superó en 16 por ciento el mismo periodo de 2016 en la cifra de carpetas de investigación por este delito de acuerdo con la misma fuente.

Otro asunto que merece atención es su mención a los policías atropellados por individuos que huyen para evitar sanciones los que son asesinados por delincuentes. Antes de seguir: ningún policía es culpable de las agresiones físicas que reciben por parte de infractores y delincuentes. Ahora, ante el diagnóstico provisto por Almeida, ¿qué capacitación están recibiendo los agentes de la policía para que el riesgo de que sean arrollados en una detención se reduzca al máximo? Hace falta mucha más información para saber si este tipo de incidentes va al alza o a la baja. Por el nivel de alarma que expresa el Secretario, sin embargo, uno puede presumir que está ocurriendo más o igual que antes.

Lo mismo debemos preguntarnos en el segundo caso. del Departamento de Justicia de Estados Unidos sobre la seguridad y bienestar de los policías considera al entrenamiento táctico constante en manejo de “encuentros violentos” como pieza fundamental para la seguridad de los oficiales y una de las inversiones primarias de las corporaciones. No sobra decir que el reporte identifica a este tipo de encuentros como una de las mayores amenazas para la seguridad de los policías. Más aún, si salen a cumplir su labor sin el equipo necesario como con el agente caído, Francisco Meza García. en Guadalupe, Nuevo León, a finales de 2016.

El Jefe de la Policía de la Ciudad de México está alarmado y con base en lo que escribe, no parece tener claridad del problema ni de cómo entrarle para resolverlo desde lo que le toca a la dependencia a su cargo. Sin embargo, sería un error esperar que la reducción del delito y la violencia en la CDMX o en cualquier otra parte del mundo resulte únicamente del trabajo de la policía. La procuración de justicia, en este caso a cargo del Procurador Rodolfo Ríos, debe indispensablemente hacer mancuerna con el rol de la prevención y disuasión que le toca a la Secretaría de Seguridad. Si la Procuraduría falla en procesar y sancionar a quienes cometen los delitos –con todos los medios legales que tiene a mano, no solo la prisión–, no habrá policías suficientes para contener y reducir la violencia y los delitos en la ciudad. Hoy en día, esta mancuerna simplemente no es mancuerna y esto está a la vista de todos.

Lilian Chapa Koloffon

Especialista en seguridad ciudadana y prevención del delito

Editora del blog sobre política de seguridad “Prevención y castigo” en Nexos.

@cklilian

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