Temas sobre la primera gira internacional de Trump

Trump es feliz estando de viaje. O al menos en este, su primer viaje internacional como presidente. Primero, porque le permite cambiar la conversación y con ello, le otorga una especie de escape de sus múltiples tormentas internas (las cuales no van a detenerse, pero, al menos durante unos días, cederán espacio mediático ante la temática externa). Y segundo, porque el trato que está consiguiendo fuera de su país lo proyecta como presidencial, como hombre de Estado, algo que al interior de sus fronteras no siempre le sale bien. Al margen de ello, esta gira representa la combinación de una serie de factores simbólicos y de alto contenido político, con otra serie de factores geopolíticos: desde el reposicionamiento de la superpotencia al lado de sus tradicionales aliados en contra de Irán, hasta el combate a ISIS o el nuevo intento por relanzar el proceso de paz palestino-israelí después de años de estancamiento. Lo que distingue a este nuevo intento, tema muy presente en la gira, es el muy personal estilo de Trump de negociar, el cual, por lo pronto, ha conseguido ganarse la atención de todas las partes, lo que, para efectos del intratable conflicto palestino-israelí, ya es mucho que decir. Hoy en el blog, revisamos algunos de esos asuntos.

Cambiar la conversación

Como dije, esta gira permite a Trump posicionarse como jefe de Estado, como representante de la mayor superpotencia del planeta, preocupada por cuestiones de geopolítica, seguridad y de paz en el mundo. Es natural que el equipo de Trump tratará de comunicar y emplear este mensaje de la manera más eficaz posible, no solo hacia afuera, sino hacia adentro de EU, con miras a recuperar algunos de los perdidos puntos de aprobación del presidente. Cada espacio, columna, texto, fotografía o tuit que se destine a cualquiera de los múltiples temas de esta gira internacional de Trump, será un espacio, columna, texto, fotografía o tuit que no se estará destinando a la serie de torbellinos internos que han golpeado a la administración durante las últimas semanas. Esto durará, quizás, algunos días. No demasiados, pero sí algunos como para dar un respiro a la Casa Blanca.

Factores simbólicos: tres religiones monoteístas en sintonía

1. Se trata de una gira que incluye visitas a sitios de alto contenido simbólico para las tres principales religiones monoteístas del planeta. Esto incluye Arabia Saudita, la cuna del islam, los sitios santos para el cristianismo y el judaísmo, ubicados en Israel y en Palestina, y el Vaticano, en donde Trump se reunirá con el Papa Francisco.

2. El mensaje de Trump contiene varios elementos. El primero es personal. Para un presidente quien, en campaña llegó a decir cosas como “El islam nos odia”, o quien ha propuesto cerrar las puertas de su país a “los musulmanes” para evitar riesgos de terrorismo, es de una enorme carga simbólica el haber sido el invitado mayor en la cumbre “Islámica-Americana”, como fue llamada. Un evento que reunió a 50 líderes de países de mayoría musulmana. O bien, encontrarse con el Papa tras los intercambios de declaraciones entre ambos líderes, representa un intento por comunicar que ya no habla Trump, el candidato, sino Trump el jefe de Estado de la superpotencia preocupada por los lazos entre las tres religiones monoteístas.

3. Adicionalmente, la Casa Blanca está buscando transmitir un mensaje que indica que los conflictos que se vive en regiones como Medio Oriente y en otras partes, no son conflictos causados por las diferencias entre las comunidades religiosas, sino por los extremismos. El problema, desde esta visión (una visión, por cierto, muy alejada de la que Trump comunicaba durante su campaña), no está en la diversidad, sino en las minorías que llevan al extremo violento esas diferencias. Así, enunciados como “si las tres fes se unen, la paz israelí-palestina es posible”, marcan el contenido simbólico que se busca proyectar en la gira.

Factores geopolíticos I: reposicionamiento de alianzas contra Irán

1. En este punto, debe comprenderse de dónde venimos. La administración Obama buscó un acercamiento con Irán, no solo para efectos del acuerdo nuclear que se firmó, sino con una meta de más largo plazo: equilibrar la posición de EU en Medio Oriente. Para Obama, Washington debía dejar de ser percibido como aliado incondicional de las monarquías sunitas y de Israel, y en cambio, era indispensable abandonar el aislamiento en el que se había colocado a Irán; ello permitiría establecer canales de diálogo con los ayatolas, y así se podría avanzar en temas comunes de manera más fluida.

2. Por supuesto que el acercamiento Washington-Teherán fue muy mal visto por Arabia Saudita y sus aliados, y por Israel. Se trata de uno de los componentes mayores del distanciamiento entre Obama y los líderes de esos países.

3. Trump llega a la región a sanar esas heridas y a reposicionar a Estados Unidos al lado de sus aliados tradicionales. El gran recibimiento que tuvo en Arabia Saudita y en Israel, forma parte del entusiasmo que los gobiernos de estos países sienten tras la salida de Obama y la llegada de una nueva administración.

4. Esto cobra relevancia adicional, en virtud de que en Irán acaban de tener lugar las elecciones presidenciales en las cuales el actual presidente Hassan Rouhani consigue renovar su mandato. Rouhani es considerado un conservador pragmático y más abierto al diálogo con Occidente que la mayoría de los otros candidatos que formaban parte de la contienda. Con todo, Rouhani acaba de declarar, como se esperaba, que el programa de misiles de Irán va a continuar. En ese y en muchos temas más, es previsible que sigan escalando las tensiones de Irán con Arabia Saudita y con Israel (los dos primeros países visitados por Trump en esta, su primera gira). La nueva administración deja claro su respaldo hacia estos dos últimos, y su disposición a enfrentar a Teherán en todo lo que haga falta. Apenas el jueves pasado, Washington atacó a las milicias apoyadas por Irán en Siria, milicias que estaban avanzando hacia una base utilizada por EU y sus aliados en ese país. Se trata del segundo ataque en lo que va de la gestión de Trump en contra de las fuerzas sirias, o bien, en contra de sus aliados como las milicias entrenadas y armadas por Irán.

Factores geopolíticos II: Alianza contra el terrorismo y el extremismo

1. Aquí, nuevamente Trump busca marcar sus diferencias con Obama, comprometiéndose con un combate más efectivo en contra de organizaciones como ISIS y Al Qaeda. Sin embargo, el presidente deja también clara la exigencia a Arabia Saudita y a otros países de mayoría musulmana, en cuanto a que ellos también deben hacer su parte, entendiendo que un sector de los miembros de estas organizaciones, procede justamente de estos países. En ese asunto, Trump deja ver la faceta que ha exhibido en todos estos meses: la Casa Blanca está dispuesta a actuar, pero no sin el compromiso de sus aliados de que ellos también cumplirán con su parte.

2. Y un siguiente elemento, Trump incluye dentro del mismo paquete a ISIS, a Al Qaeda, a Hezbollah y a Hamás. Hezbollah es la milicia libanesa chiíta financiada, armada y entrenada por Irán, archienemigo de Israel, con quien ha sostenido ya conflictos armados en el pasado, y la cual actualmente combate en Siria al lado de Assad. Hamás, por su parte, es la agrupación islámica que actualmente gobierna la franja de Gaza. Este último aspecto importa porque si bien Hamás ha empleado el terrorismo a lo largo de décadas contra Israel para alcanzar sus metas, se trata también de una de las organizaciones políticas con mayor representatividad entre el pueblo palestino. Tras años de diferencias con el presidente palestino Abbas, Hamás ha buscado la reconciliación y formar parte de un cogobierno en Palestina. En el pasado, el aislamiento de Hamás de los procesos de negociación, ha resultado en que esta agrupación se convierta en el spoiler mayor (elemento que arruina, descompone o estropea una negociación), lo cual puede lograr gracias al amplio respaldo con el que cuenta. Por lo que se aprecia, Trump no tiene planeado cambio alguno en la tradicional estrategia de aislar a Hamás. Pero mucho más que eso, al colocar a Hamás dentro de la misma categoría que ISIS o Al Qaeda, y al hacerlo ahí, en Arabia Saudita, ante 50 líderes de países de mayoría musulmana, en realidad está repitiendo y validando el discurso del propio Netanyahu al respecto, un espaldarazo al primer ministro israelí, desde tierras santas para el islam.

Factores geopolíticos III: Negociaciones palestino-israelíes

1. Varios de los textos en este blog se han dedicado a esta cuestión y no pretendo ahora mismo repetirlos. Si usted gusta profundizar, puede acceder a esta liga donde coloco una lista de algunos de los textos al respecto, aunque tenemos muchos más. http://bit.ly/2rugsy9

2. Por ahora, es de resaltar que, en la región, repentinamente pareciera empezarse a percibir una muy tenue luz de esperanza después de demasiados años de estancamiento y pesimismo. Esto no significa que el conflicto palestino-israelí sea hoy menos intratable que de costumbre, o que estemos previendo cualquier avance en los aspectos de fondo. Pero sí significa que el equipo de Trump ha causado, sorpresivamente, una primera impresión favorable, no solo con los israelíes, sino también con varios actores palestinos, lo que para efectos de un conflicto como este, es ya mucho que decir.

3. Esto se debe en parte a la baja expectativa que un gobierno como el de Trump generaba en este tipo de temas. Primero, por la falta de experiencia del presidente y su equipo en asuntos diplomáticos o en cuestiones internacionales. Y segundo, porque Trump se había posicionado demasiado a la derecha, incluso bajo los parámetros del espectro político israelí. Un ejemplo de ello fue la iniciativa inicial de mover la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalem, o las opiniones del nuevo embajador estadounidense en Israel a favor de la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania.

4. Sin embargo, tras esas posturas iniciales, la administración Trump ha ido consiguiendo cambiar la percepción. Esto obedece, en buena medida, a un acercamiento no tradicional para la resolución de este conflicto. En lugar de utilizar diplomáticos de carrera o miembros del servicio exterior estadounidense, en algo que fue muy criticado al principio, Trump hace que el plan de negociación sea orquestado por su yerno, un judío ortodoxo quien, a decir de Trump “sabe mucho sobre este conflicto”. Por si fuera poco, Trump elige como jefe negociador a su abogado, Jason Greenblat, también judío. Lo sorprendente es que, tras incansables semanas de trabajo, Greenblat consigue comentarios favorables y buena disposición no solamente por parte de israelíes, sino también por parte de funcionarios palestinos incluido el presidente Mahmoud Abbas, además de otros líderes árabes.

5. Es decir, lo que se percibe en la región es que un acercamiento no tradicional, un pensamiento muy fuera de la caja con negociaciones conducidas por gente que no tiene experiencia en estos temas, no ha demostrado, en las últimas semanas, ser algo negativo, sino al revés. Esa clase de acercamiento, se escribe y analiza todos los días, es el que permite superar sesgos, aporta una mirada fresca y distinta que podría facilitar el progreso en estos complicados temas.

6. Aún así, es demasiado pronto para tocar campanas. Al final del camino, si las negociaciones de paz serán efectivamente reiniciadas, y si, en su caso, algo positivo saldrá de ellas, dependerá de israelíes y palestinos efectuar compromisos y encontrar terrenos comunes. De lo contrario, todo lo que hemos dicho, incluida esta parte de la gira de Trump, quedará como una pieza más para el anecdotario.

Hasta acá con los temas iniciales de esta gira internacional. En textos posteriores abordaremos otras fases de la misma.

Twitter: @maurimm

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