Los Óscares siempre tienen ingredientes políticos, pero dado el momento que se vive en EU, tanto en lo interno como en lo externo, esta vez, quizás, hubo que poner un poco más de atención en los mensajes enviados. Uno de ellos se relaciona con Irán, país que recibe el premio a la mejor película extranjera por “The salesman”. No cuestionamos los méritos de la película, faltaba más; sin duda los tiene como muchas otras películas iraníes, al igual que las otras películas nominadas. Sin embargo, el tema es relevante por la ausencia justo del director de esta película, quien no acude a la ceremonia en señal de protesta. Lo es también por el discurso preparado por ese director y todo lo que expresa. Y lo es, sobre todo, por el momento que viven las relaciones Washington-Teherán en la era Trump, así como por la inclusión de Irán en la orden que prohíbe la entrada a EU de ciudadanos procedentes de siete países de mayoría musulmana. “Dividir el mundo entre categorías de ‘nosotros’ (US en inglés, que también significa Estados Unidos), y ‘nuestros enemigos’, crea miedo –una justificación engañosa para la agresión y la guerra […] Los cineastas podemos dirigir nuestras cámaras para capturar cualidades humanas compartidas y romper estereotipos de varias nacionalidades y religiones […] crear empatía entre nosotros y los otros –una empatía que necesitamos hoy más que nunca”. Eso decía el mensaje de Asghar Farhadi, el director de la película. Pero, ¿por qué justo hablar de Irán en estos momentos? En el blog de hoy, explicamos tres temas relacionados: (a) El fin de la era Obama-Irán, (b) El inicio de la era Trump-Irán, y (c) Teherán en las nuevas políticas anti-inmigratorias estadounidenses.

Fin de la era Obama-Irán
     1. La administración Obama fue marcada por un reacercamiento con Irán tras relaciones sumamente conflictivas entre Washington y Teherán durante las últimas décadas.

2. Este acercamiento se sella con el acuerdo nuclear firmado entre Irán, Estados Unidos y otras potencias en 2015.

3. Pero el objetivo de Obama rebasaba a lo nuclear. En la visión de ese presidente, era indispensable equilibrar las relaciones de Washington en Medio Oriente. El favor de EU hacia los enemigos y rivales de Irán había cargado demasiado la balanza y, según la Casa Blanca evaluaba, había aislado completamente a Teherán, lo cual en estos tiempos estaba funcionando en contra de los intereses de Washington.

4. Desde la óptica de Obama, el acuerdo nuclear y, sobre todo, la suspensión de sanciones económicas a Teherán, iba a generar una buena disposición hacia la cooperación entre ambos países, algo que era indispensable para asuntos como el combate a ISIS –prioritario para Washington- o para la resolución del prolongado conflicto sirio.

5. El resultado del acercamiento Washington-Teherán arroja varios claroscuros. No vamos a evaluar en este espacio los detalles del acuerdo nuclear. Solo mencionar que, según diversos análisis efectuados por expertos en temas nucleares, el acuerdo contiene una serie de elementos muy positivos, y otros elementos que resultarán muy problemáticos en los años que vienen.

6. Sin embargo, para efectos de uno de los principales objetivos de Obama –el establecimiento de puentes y canales de diálogo entre Washington y Teherán- el acuerdo firmado sí consigue lo que se buscaba.  Al margen de algunos incidentes, parecía que se estaba transitando hacia una nueva era en las relaciones entre Estados Unidos e Irán. Una era en donde los conflictos no estaban ausentes, pero en la que las vías para resolver esos conflictos parecían empezar a marchar con mayor fluidez.

7. Sin embargo, varios de los temas estructurales que enfrentan a ambos países siguieron y siguen presentes. Los sectores políticos más duros en Irán, como las guardias revolucionarias, han seguido mirando a Washington con gran desconfianza. Teherán sigue apoyando, financiando y armando a milicias y actores directamente opuestos a los intereses de Washington o sus aliados más cercanos. Y estos elementos tarde o temprano tenían que aflorar, mucho más si Donald Trump ganaba las elecciones.

Inicio de la era Trump-Irán

1. Trump considera el acuerdo nuclear firmado entre Irán, Washington y otras potencias, como “uno de los peores acuerdos de toda la historia” y ha afirmado que Washington debe retirarse de dicho acuerdo inmediatamente. Esta, por cierto, no es la postura de Mattis, su secretario de defensa, quien ha declarado que cuando Washington firma pactos, estos deben ser respetados. No obstante, aún no sabemos cuál de las dos posturas va a prevalecer.

2. Por lo pronto, en Irán, las posiciones más duras han venido ganando terreno. El argumento es que está ocurriendo lo que tarde o temprano tenía que pasar. Y si bien Irán se ha beneficiado enormemente del levantamiento de sanciones económicas, los choques con Washington eventualmente tendrían que llegar, mucho más con Trump como presidente.

3. Así, Teherán se ha estado encargando de enviar señales tempranas. Primero, mediante el lanzamiento de tres pruebas con misiles balísticos, algunas de las cuales desafían directamente a disposiciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La Casa Blanca respondió de manera veloz aplicando nuevas sanciones a Teherán. En ese marco, Irán ha estado incrementando su colaboración militar con Rusia, así como su cooperación política con el Kremlin en la conformación de un frente común para la cuestión siria. Adicionalmente, ahora mismo, se están llevando a cabo los ejercicios navales anuales de las fuerzas iraníes en el estrecho de Ormuz, sitio por donde circula una quinta parte del petróleo que se comercia en el mundo, ejercicios que ocurren muy cerca de la 5ª flota naval estadounidense, estacionada justo en esa zona.

4. Estas acciones no son sino el inicio de lo que ya puede ser valorado como una nueva etapa de tensiones en las relaciones de Teherán y Washington bajo el mandato de Trump. Ya iremos viendo hasta donde se permite a estas tensiones escalar.

Irán en la orden ejecutiva anti-inmigratoria

1. Parte de estas tensiones se refleja en la inclusión de Irán dentro de los siete países de mayoría musulmana vetados en la orden ejecutiva anti-inmigratoria de Trump. Llama la atención dicha inclusión ya que el incremento del terrorismo en Occidente, y concretamente en EU, se debe a organizaciones como ISIS o Al Qaeda y/o a sus seguidores, organizaciones sunitas no solo ideológicamente enfrentadas a Irán, sino que pelean contra Irán y sus aliados todos los días en Medio Oriente. La agrupación calificada como terrorista que sí tiene lazos con Irán es Hezbollah, pero esta es una organización libanesa chiíta y cuando sus miembros han viajado al hemisferio occidental, no han procedido de Irán (Líbano, por cierto, no forma parte de los 7 países vetados en la orden ejecutiva de Trump).

2. De hecho, un reporte interno efectuado por analistas de inteligencia del Departamento de Seguridad Interior, indica que el riesgo por terrorismo procedente de los 7 países vetados -Irán incluido-, es mucho menor que el riesgo por terrorismo procedente de otros países, o el riesgo que ya existe al interior de Estados Unidos por potenciales atacantes que son ciudadanos estadounidenses, o que viven en ese país desde hace tiempo.

3. Con esos datos, es imposible desvincular la inclusión de Irán dentro de los países vetados, del contexto que acá describo y, por tanto, no es difícil comprender por qué ese ha sido uno de los elementos que más han contribuido a elevar las tensiones entre Washington y Teherán.

Regresando a los Óscares

Dado el panorama que presento, y al margen de que seguramente el Óscar a la mejor película extranjera es un premio bien merecido –eso deberán juzgarlo los expertos en cine- resulta muy relevante que la Academia haya elegido este momento para galardonar a una película iraní, cuyo director decide protestar con su ausencia de la ceremonia. Alguien en Twitter me escribía que le parecía curioso que un director iraní proteste contra las políticas migratorias estadounidenses, siendo que en su país “asesinan a los gays”. Pues sí, los asesinan. En nuestro país también asesinan y desaparecen a inocentes (no solo a 43, sino a decenas de miles más), pero se puede protestar contra nuestro gobierno y también protestar contra las políticas de Trump. Los ciudadanos no siempre somos cómplices de las medidas que toman nuestros gobiernos. Justamente las historias que vemos a través del cine nos sirven, a veces, para enterarnos de que tenemos muchas cosas en común a pesar de los océanos, las montañas y las fronteras que nos separan.

Twitter: @maurimm

Google News

Noticias según tus intereses