¿Cómo se ve un mundo con Trump presidiendo EU?

Asumido el momento de shock, el análisis electoral, las fallas en las predicciones, los votos que le llevaron a la victoria, y tantos otros temas de los que seguramente mucho se seguirá hablando por meses y años, es necesario pasar al siguiente momento: intentar entender un poco mejor las implicaciones de la nueva presidencia no solo ya para Estados Unidos, sino para los asuntos globales. Hay que tratar de valorar cómo se ve un mundo en el que Trump preside la máxima potencia del planeta, hasta dónde llega su poder, cuáles son sus límites, cómo intentará utilizar ese poder y qué repercusiones podría tener ello para temas tan importantes como las relaciones entre Washington y Moscú o Beijing, o para conflictos como el sirio, problemáticas como la de los refugiados, el terrorismo o el crimen organizado. Este texto no busca, por supuesto, abordar todos esos temas. Estamos apenas en las primeras etapas del análisis y, por tanto, buscamos apenas ir esbozando algunas ideas al respecto.

¿Hacia dónde se quisiera dirigir Trump?

  • Tenemos que partir de la base de que para casi todos los análisis Trump es en buena medida un enigma. Llevamos años escuchando su discurso, y concretamente meses escuchando sus promesas de campaña. Lo que los actores desean en este punto, sin embargo, es esperar y ver más claridad, poder evaluar a su gabinete, revisar sus compromisos reales, el ritmo al cual desea cumplir esos compromisos, considerando que por primera vez no estaremos ante un candidato, sino ante un funcionario ubicado en la posición más importante de la primera superpotencia del planeta. Aún así, hay algunos elementos que desde ya podemos ir revisando.
  • Si hubiera que definir lo que para Trump debiera ser el papel de Estados Unidos en el mundo, quizás habría que pensar en un aislacionismo relativo (no se habla de un aislacionismo total, sino un aislacionismo en relación con otras administraciones, con otros momentos de la historia y, sobre todo, un aislacionismo en relación con el pensamiento de otras figuras políticas, tanto entre republicanos como demócratas). Al menos a partir de sus discursos, mensajes de campaña y posicionamientos varios, Trump deja ver que, para él, Estados Unidos continuamente se mete en demasiados problemas ajenos de manera innecesaria y sin sacar nada a cambio.
  • Esta visión tiene de entrada varios significados de los que menciono solo algunos. Según Trump, es necesario: (a) Repensar seriamente en qué conflictos participa Estados Unidos y de qué manera, esencialmente en términos de qué es lo que la superpotencia va a extraer de esa participación. Por ejemplo, en la visión de Trump, hubiese sido mejor dejar a Saddam Hussein o Gaddafi en el poder, y de igual modo, en estos momentos, habría que permitir que Assad siga presidiendo Siria, sobre todo porque desde su perspectiva, Washington paga costos demasiado elevados por interferir en ese tipo de asuntos en los que tiene demasiado poco qué ganar, (b) Repensar las alianzas de EU nuevamente en términos de qué es lo que EU ganaría de ellas si es que decide pagar el costo que implica el defender a ciertos aliados (al punto incluso de cuestionar pactos como el de la Organización del Tratado del Atlántico Norte –OTAN); y (c) Permitir e incluso favorecer que sean los aliados de Estados Unidos quienes adquieran las capacidades suficientes –incluidas las nucleares si ello es necesario- para defenderse o disuadir a sus enemigos.

Los límites estructurales y políticos a esa concepción

  • Como en todo lo que se está analizando, para estos temas también habrá que ir valorando hasta qué punto lo que Trump estuvo diciendo y proponiendo en la campaña tiene posibilidades reales de materializarse.
  • Por ejemplo, existen limitantes estructurales y políticas que pueden ocasionar que un líder, quien sea, se comporte durante su mandato de maneras muy diferentes a las que él o ella mismo/a preveía mientras no estaba en el poder.
  • Estos factores tienen que ver con los intereses de largo plazo y el rol que la superpotencia se ha trazado para sí misma a través de muchas décadas, los conflictos que ello le ocasiona con otras potencias, las agendas que tiene que proteger, el costo financiero de tener que hacerlo y las estructuras (materiales y no materiales) que han sido diseñadas y construidas para lograrlo. Esto puede ocasionar que un individuo como Obama busque al inicio de su mandato tender puentes de diálogo y acercamiento con superpotencias como Rusia, o con enemigos como Corea del Norte, y que, sin embargo, las circunstancias terminen rebasándolo.
  • Además de esos factores estructurales, agendas e intereses, Trump se va a topar con voluntades políticas de enorme peso, tanto dentro del Congreso como fuera de éste, en los sectores privado, militar, en la comunidad de seguridad e inteligencia, e incluso dentro de su propio gabinete, actores que estarán continuamente presionando al presidente para adoptar posiciones mucho menos aislacionistas de las que quizás él quisiera. (Ya vimos un caso con el propio Mike Pence –el futuro vicepresidente- quien en su debate con Tim Kaine, aseguraba y defendía la necesidad de una zona de exclusión aérea en Siria, solo para que al día siguiente Trump declarara que no estaba de acuerdo con su compañero de fórmula. El presidente, por supuesto, es el presidente, pero se va a topar con resistencias, y no pocas).
  • Al final, lo que probablemente acabaremos viendo materializarse, será el resultado del juego entre las visiones personales de Trump, la asesoría que su gente de confianza le brinde, las presiones políticas a que se verá sometido, y el peso de lo estructural definido por los intereses estratégicos y las capacidades reales de la superpotencia.

Rusia-Estados Unidos

Esto tiene una aplicación inmediata con el tema de las relaciones EU-Rusia

  • Sabemos que, a lo largo de los últimos años, y sobre todo del 2014 a la fecha, las relaciones de Washington y Moscú viven su peor momento desde tiempos de la Guerra Fría. En palabras de un exembajador de EU ante la ONU, de hecho, su peor momento desde 1972.
  • Sabemos también, sin embargo, que Trump y Putin tienen cierta afinidad. No solo Trump ha manifestado su admiración por el presidente ruso, sino que (a) existe una documentada relación de negocios de las empresas del futuro presidente con Rusia, (b) el Kremlin parece haber tenido cierta interferencia en la campaña electoral a favor de Trump raíz de los hackeos y filtraciones que, según las agencias de inteligencia estadunidenses, proceden de Moscú, y (c) en más de un tema, parece haber coincidencia entre Trump y Putin; por ejemplo, la idea de que Washington debería de jugar un rol menos relevante en las zonas de influencia de Moscú (como Europa Oriental o Siria).
  • Habrá que ver, sin embargo, hasta qué punto a Trump le es fácil llevar una relación suave con Moscú, considerando los factores arriba mencionados, considerando la presión a la que Trump se va a ver sometido en casa si se excede en las concesiones que haga al Kremlin y, sobre todo, considerando las zonas potenciales de conflictos que podrían caminar de manera independiente a las relaciones individuales entre Trump y Putin, generando tensiones entre ambas superpotencias. Un ejemplo claro de lo que menciono es Siria:

Siria

  • Trump ha afirmado que Estados Unidos no tendría por qué atacar o acabar con el régimen de Assad, y ha descartado incluso la posibilidad de establecer una zona de exclusión aérea en ese país.
  • Recordemos que Rusia no solo es el principal aliado y proveedor de armas del presidente Assad, sino que desde el 2015 ha intervenido militarmente en Siria para defenderle y garantizar, con ello, sus propios intereses estratégicos.
  • Por lo tanto, en principio, si Trump decide mantener su postura, esto será bien visto por el Kremlin, por Assad y por sus otros aliados como Irán, dado que fortalecerá la posición del presidente sirio (así como la de sus aliados locales e internacionales).
  • Sin embargo, esto podría generar una enorme corriente de oposición, tanto a nivel interno en EU, como a nivel externo. Internamente veremos a congresistas, senadores y políticos de ambos partidos trabajando con actores dentro del Pentágono y la comunidad de seguridad, para buscar ejercer la mayor presión posible, con el objeto de evitar que Assad y Moscú se salgan con la suya. A nivel internacional, distintos actores dentro de la propia Siria, así como potencias aliadas de Estados Unidos (como Arabia Saudita, Qatar o Israel) podrían también ejercer su cuota de presión y tienen el potencial de provocar grandes problemas para la nueva administración.
  • Esto podría ocasionar que Trump modificara su postura. O incluso podría suceder que Trump, atrapado entre su propia visión y las fuerzas que se le opondrán, decidiera dejar las cosas tal y como actualmente están, prolongando el empantanamiento en el que el conflicto se encuentra.
  • Pero si esto sucede, otros temas que se conectan directamente con éste, tales como el de los refugiados o el de ISIS, tienen el potencial de no ser tampoco resueltos en lo inmediato.

China

  • Conocemos las declaraciones de Trump en cuanto a ejercer una mucho mayor presión financiera y comercial contra China para asegurar que Estados Unidos salga más beneficiado de la relación con ese país. Es probable que, en este tema, Trump sí encuentre un gran número de aliados en casa, aunque también habrá adversarios con los cuales tendrá que lidiar.
  • Más allá de ello, sin embargo, la administración Trump va a tener que enfrentar al menos dos cuestiones clave:
  • El expansionismo chino en sus mares colindantes y las tensiones que ese expansionismo ha venido generando con los aliados de Washington.  En este tema, la perspectiva aislacionista de Trump genera un enorme nerviosismo. Si a ello añadimos la amenaza del programa nuclear de Corea del Norte y las propias declaraciones de Trump en el sentido de que él no ve con malos ojos que algunos aliados como Japón se armen nuclearmente, posiblemente lo que tendremos en esa región es el crecimiento de una carrera armamentista que ya inició hace tiempo, pero que se podría intensificar.
  • El segundo tema es el cómo manejar la relación con China cuando al mismo tiempo se le quiere ejercer presión comercial y financiera, pero ese país es el acreedor más importante de la nada pequeña deuda estadounidense. Trump durante toda su campaña ha dicho que él se encuentra en condiciones de renegociar dicha deuda en términos favorables para EU.  Sin embargo, mientras más crezca esa deuda (asumiendo que el país seguirá operando con déficit como se prevé), la relación de interdependencia de Washington con Beijing seguirá aumentando, más allá de lo que Trump pueda decir o hacer.

En suma

Me faltan muchos temas que iré abordando de manera paulatina. Por lo pronto, lo primero que necesitamos es tratar de sacudirnos la campaña y tratar de entender qué es lo que realmente va a suceder con la política exterior y la política de seguridad internacional de EU. Mientras tanto, solo contamos con el parámetro de las declaraciones y posicionamientos del hoy presidente electo. A partir de esos posicionamientos se percibe un Trump relativamente más aislacionista que sus antecesores. Pero le va a ser muy difícil comportarse así. Lo que veremos en los años que sigue será probablemente el resultado de lo que el “gran negociador” pueda tranzar entre sus visiones personales, la presión de actores internos (incluso en sus círculos cercanos), de actores externos, y de fuerzas que rebasan las voluntades individuales.

Twitter: @maurimm

Google News

Noticias según tus intereses