Además de los nervios que genera en muchos, la quinta prueba nuclear por parte de Pyongyang demuestra que su camino hacia la adquisición de una bomba atómica no tiene reversa, al menos por ahora. ¿Qué es lo que ello implica? En el blog de hoy, algunas notas al respecto.

La naturaleza del ensayo nuclear del 8 de septiembre

  • Se trata del quinto ensayo nuclear de Corea del Norte. Cuatro de estos ensayos han ocurrido durante la administración Obama, los últimos tres bajo el gobierno de Kim Jong-un.

  • Es importante aclarar que hasta hoy, Corea del Norte no posee un arma atómica transportable y detonable. Lo que Pyongyang ha detonado, hasta el momento, son dispositivos o artefactos nucleares que todavía no han sido miniaturizados y montados en misiles por lo que aún no podrían propiamente ser empleados para atacar a algún enemigo. Sin embargo, es evidente que el joven Kim Jong-un desea dejar en claro que (a) se encuentra avanzando en ese camino, y (b) está dispuesto a desafiar a quien sea necesario –incluida a China, su máxima aliada y sostén- hasta alcanzar el objetivo.

  • Para poner en contexto a las últimas pruebas nucleares norcoreanas, podemos mencionar lo siguiente: Las bombas atómicas que EU detonó en Hiroshima y Nagasaki, tuvieron una potencia de 15 y 21 kilotones respectivamente. La bomba atómica que China probó en su primer ensayo nuclear en 1964 fue de 22 kilotones y hoy, esta potencia cuenta ya con bombas de 250 kilotones. En cambio, la primera explosión nuclear norcoreana en 2006 fue de 1 kilotón; la segunda, en 2009, fue de 2 kilotones. Se estima que la del 2013 fue mucho mayor, aunque aún débil, de entre 6 y 7 Kilotones, tres veces menor que la bomba atómica de Nagasaki. La cuarta, detonada a inicios de este año fue más o menos de la misma potencia. El ensayo nuclear de hace unos días, de acuerdo con los cálculos, habría sido de 10 kilotones, aproximadamente.

  • Pyongyang, en sus declaraciones, ha querido enfatizar que su dispositivo nuclear ya ha sido miniaturizado. No obstante, de acuerdo con diversos análisis, las probabilidades que el artefacto nuclear haya sido ya miniaturizado son bajas. Aún así, se piensa que los norcoreanos se encuentran a pocos años de lograr hacerlo, y de ser capaces de montar dicho dispositivo en misiles de corto, mediano e incluso de largo alcance. La fecha en que esto podría suceder, en las estimaciones, sería alrededor del 2020. Pyongyang contaría entonces con material suficiente para armar de 20 a 30 bombas atómicas completamente utilizables.

  • Esto, además, se suma las otras pruebas que Pyongyang ha estado efectuando con éxito a lo largo de los últimos meses, las pruebas de misiles –las cuales suman ya 35 bajo el gobierno de Kim Jong-un, frente a las 18 que condujo su padre, Kim Jong-il, en un período de 18 años (Jackson, 2016)-, lo que incluye el lanzamiento de misiles desde submarinos.

El efecto disuasivo del ensayo nuclear

Así que, aún si Corea del Norte al día de hoy no tiene la capacidad de atacar a sus potenciales enemigos con una bomba atómica, el efecto disuasivo que estos ensayos consiguen es enorme pues refleja que:

  • Por más sanciones económicas y diplomáticas que se han puesto en marcha, varias de ellas con el aval de China, el régimen se mantiene caminando hacia la posesión de armamento nuclear utilizable dentro de poco tiempo.

  • De igual manera, la sostenida e incluso incrementada presencia estadounidense en la zona y los despliegues de ejercicios militares masivos en conjunto con Corea del Sur, han sido ineficaces para disuadir a Pyongyang.

  • Más aún, Kim Jong-un ha tratado de demostrar una y otra vez, que toda esta serie de medidas económicas, diplomáticas y militares, solo le hacen sentirse más amenazado por lo que resultan en la reafirmación de sus metas centrales.

El objetivo de Pyongyang

  • Es decir, Corea del Norte es un país que se autopercibe bajo constante amenaza de desaparecer, más aún tras el fin de la Guerra Fría, o cuando en 2002 es incluido como parte del “Eje del Mal” por Bush. Por consiguiente, la lógica primaria que mueve las acciones del régimen tiene que ver con garantizar su propia supervivencia y asegurar el pleno control del país.

  • En la visión del régimen, la capacidad nuclear otorga a Pyongyang la herramienta disuasiva necesaria para impedir el ser atacada y para conseguir un trato distinto por parte de enemigos y aliados. Para mantener e incrementar ese poder disuasivo, Corea del Norte necesita continuar demostrando que tanto su programa nuclear como su programa de misiles siguen avanzando.

  • Adicionalmente, este tipo de ensayos normalmente tienen un componente interno. Mediante la exhibición de fuerza, el joven Kim también demuestra que tiene el control del régimen en su totalidad.

El factor China, una vez más

  • Hay que añadir al análisis un factor que resulta fundamental, el factor China. Beijing se opone de manera rotunda a la nuclearización de Corea del Norte. Esto es esencialmente porque en la medida en que Pyongyang es percibida como una amenaza para Estados Unidos y sus aliados en Asia, en esa medida Washington se ve presionada a incrementar su presencia militar en la zona, algo que China está tratando de evitar, y que se conecta con otros temas como las tensiones ocasionadas entre Beijing y Washington en los mares colindantes de China.

  • Otro de los problemas tiene que ver con la reacción de los otros vecinos de China, como lo son Japón o Corea del Sur entre varios más. Estos países, sintiendo las amenazas geopolíticas regionales –lo que incluye a Corea del Norte y también a la propia China-, han tendido a reforzar sus capacidades militares. Tokio hoy cuenta con la fuerza naval más importante de la región. Seúl ya habla de la necesidad de contar con sus propias armas nucleares. En general, lo que vemos hoy en Asia es una verdadera carrera armamentista, en parte alimentada por el progreso nuclear norcoreano.

  • A pesar de todo ello, no se puede entender la supervivencia del régimen norcoreano sin el respaldo político, financiero, comercial y económico que China se mantiene ofreciéndole, aún tras los ensayos nucleares. Es decir, por más sanciones internacionales que sean implementadas contra Pyongyang, China permite que el comercio y el abasto del país sigan fluyendo a través de sus fronteras, lo que termina por restar cualquier eficacia a dichas sanciones internacionales.

  • En otras palabras, a pesar de la molestia china que a veces se manifiesta con relativa intensidad, el joven Kim, sabe perfectamente que Beijing le necesita mucho más de lo que le puede castigar. Si el régimen norcoreano colapsara, probablemente podríamos estar ante la unificación de la península coreana bajo un régimen no solo afín a Estados Unidos, sino con un pacto de defensa con dicha superpotencia. Esto terminaría golpeando los intereses estratégicos de Beijing en una zona de seguridad, un espacio intocable para el gigante asiático. Por lo tanto, a la hora de elegir, China siempre termina optando por seguir manteniendo vivo a un régimen que una y otra vez se muestra más dispuesto a desafiarle.

Las opciones de Washington

Frente a ello, Washington no cuenta con demasiadas opciones. Revisamos algunas:

  • Un ataque preventivo contra Corea del Norte para destruir sus instalaciones nucleares. Esta alternativa hoy parece poco viable, puesto que implicaría atacar de manera directa a un aliado de China, en un espacio que Beijing entiende como su zona de seguridad. Aún así, no debemos descartar que si Pyongyang se mantuviera progresando y se acercara al punto en el que contara con capacidad de amenazar nuclearmente a la superpotencia, esta alternativa empezaría a acumular cada vez mayor apoyo en Washington, incluso ante el riesgo de desafiar a China de manera abierta.

  • Antes de la alternativa anterior, Washington podría incrementar su presencia, además de la dimensión y frecuencia de ejercicios militares en la zona, en conjunto con aliados como Corea del Sur o Japón. El problema mayor es que esta opción que se encuentra ya en marcha, ha sido, hasta ahora, ineficaz para disuadir a Pyongyang, y muchas veces, incluso, termina por escalar la situación puesto que ocasiona que el régimen se sienta incluso más amenazado.

  • Luego, está la opción de seguir implementando sanciones internacionales, algo que sin la colaboración –material, no política- de China, probablemente resultará en lo mismo que lo que hasta hoy ha resultado. Un efecto prácticamente nulo.

  • Quizás, como vemos, la única alternativa para evitar una confrontación militar de mayor escala, sería lograr involucrar de manera mucho más seria a Beijing. Para ello, quizás, el presidente Xi, tendría que ser convencido de que Washington eventualmente se vería obligada a emplear la fuerza y que esa es una opción que se está considerando con seriedad. Ese convencimiento hasta ahora no ha ocurrido, en buena medida porque el mensaje que la Casa Blanca voluntaria o involuntariamente ha enviado, y no en Asia, sino en otras regiones como Medio Oriente, es de falta de contundencia a la hora de cumplir con amenazas de fuerza. Acá, el factor fundamental tiene que ver con la comprensión de que la propia China ha sido presa de las estrategias que muy inteligentemente Kim Jong-un ha sabido diseñar y que, por lo tanto, Beijing se encuentra ante escenarios que no desea, incluida la posibilidad real de un futuro ataque estadounidense contra Pyongyang.

En palabras simples, la prueba nuclear norcoreana es más importante por el mensaje que se manda que por el progreso que demuestra. Este evento presagia no tanto complicaciones en lo inmediato, pero sí en un mediano plazo que se acerca de manera veloz. Lo que se vuelve indispensable es la necesidad de utilizar el diálogo hoy, cuando aún es posible, e involucrar de manera mucho más firme, a China, la potencia que es quizás la razón fundamental por la que Corea del Norte podría seguir progresando en su nuclearización.

Twitter: @maurimm

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