Efectivamente el calor le subía y le bajaba a María, estaba incontrolable, hablaba de sandeces, de pronto, exclamo Micaela, me vio fijamente, y grito, no sabía yo si de alegría o de susto.

A mis adentros, puntualizó Micaela, me dije, está poseída por algún espíritu, pero no me dio mala vibra, así es que empecé a hablar sin dejarme interrumpir por la locura de mi hermana, seguro era un recargo de estómago que le provocaba alucinaciones.


Martha Soledad Gómez Atzin

Así es que inicié con mi perorata, ya ven que para eso soy buena- recuerdo cuando tenía cuatro años, me hice consiente que había llegado a casa un nuevo miembro… Era María, es decir tú mi pequeña y blanca hermana de ojos negros grandes, chapeteada y con los labios rojos como de carmesí.

Fuiste creciendo y conforme pasaban los años sabía que te tendría que cuidar, era una niña locuaz y atrevida… pero ahora recuerdo que de vez en vez tenías un comportamiento extraño.

Algunas ocasiones descubrí entre las sábanas de la cama tierra y pequeñas pisaditas, como si en la noche hubieras caminado, lo que más nos llamaba la atención es que cuando tenía el camisón sucio o encontrábamos movidas las cosas, al día siguiente estabas cansada.

Continué caminado por el jardín abrazada de María, de pronto empezó hacer un berrinche-detente- me dijo-he cosechado calabazas para la comida de mañana ya está todo listo, me ayudó Jacinto y hemos terminado agotados, así es que no te preocupes Micaela he concluido con el trabajo de todas.

Pero la mirada de María continuaba perdida, la llevé hasta su cama, la vestí y me quedé ahí observándola lo que restaba de la noche.

De nuevo el ruido afuera, los gritos de la leche, la leche, señal de que pronto amanecería, los gallos comenzaron a cantar.

Sigilosa me metí a mi cama para no ser descubierta. Vi como cada una de ustedes se vistió y comenzó la algarabía de la mañana. María estaba profundamente dormida, era como si no escuchara el barullo.

Una vez que todas dejaron la habitación la moví para despabilarla –estoy muerta de cansancio, es como si hubiera trabajado toda la noche-

Ustedes todas afuera comenzaron a dar gracias por que la labor del campo estaba concluida, no había que recoger calabaza y el cacao estaba perfectamente tostado, era un regalo de los duendes de la tierra, dijeron todas en el desayuno.

¿Regalo de la tierra? Continuó Micaela, la mera verdad es que he descubierto que todo el trabajo que aparece realizado por las mañanas lo hace María.

Todas sorprendidas voltearon a ver a las hermanas, incrédulas… Pero era cierto, en ocasiones hasta el pan del desayuno estaba horneado como si el cielo quisiera que las mujeres trabajaran menos con tanto calor.

Es María y he descubierto que ha hecho muchas cosas, no sé si todas buenas, pero bien que nos ha beneficiado que sea sonámbula.

Ahora me ha neceado mucho con que ya se casó con Jacinto, no sé si esta despierta o dormida, pero la incensaste se le acentúa cundo come dulce, baila y canta sin parar y en las noches hace de las suya.

La he seguido y ayer la encontré meneando la cuchara en una cazuela de mole en la choza de Jacinto, es para la fiesta, dijo…


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