En la pared oriente de Contramar se lee:

Soñar, Soñar,

Soñar,

Y al despertar

Mirar

El mar

Juan Domingo Argüelles

Hace unos días me preguntaron sobre cuales sería mi recomendación para comer en un restaurante de mariscos en la Ciudad de México, que reuniera un buen diseño de carta, un sitio acogedor, buena atención, una carta de vinos interesante y muy buen sabor de los litorales mexicanos y que no sea de cadena.

De inmediato me vino a la memoria el restaurante Contramar, ubicado en la calle de Durango 200 de la colonia Roma; sin embargo comenté que tenía más de un año de no ir al lugar, pero que suponía que estaba igual.

El gusanito por verificar lo que recomendé, la verdad me ganó, por lo que el domingo pasado decidí ir a comer. El sitio como siempre abarrotado. Llegamos y el personal de registro nos comentó que tardaríamos en ingresar hora y media, aceptamos y la verdad no pasaron más de 20 minutos en lo que ya estábamos adentro.

Nuestros meseros asignado fueron Sotero y Fabián, la atención de primera como lo recordaba. Solicité un vino rosado y de primera instancia me ofrecieron una etiqueta mexicana, Casa Madero V, el mesero inmediatamente comentó que era de uva Cabernet Sauvignon, como segunda opción ofreció un vino rosado italiano.

De entrada elegimos una tártara de pez vela, servida en una porción generosa para compartir con aguacate, alcaparras, aceite de oliva y limón, el pan para acompañar, crujiente baguete untado con jitomate crudo y un chorrito de aceite de oliva, de sabor delicado, con el balance perfecto entre todos los ingredientes. Cabe destacar que este platillo estaba entre las sugerencias del chef y que no se encuentra en la carta diaria.

De segundo tiempo ordené un pulpo al ajillo, la porción que me ofreció Sotero y se esmeró en conseguir fue una de 250 gramos ya que en la carta dice que es de 650 gr y lo sugieren para dos personas; la porción estuvo en su punto, todos los sabores (chile, ajo, aceite y pulpo) perfectamente balanceados, la cocción del pulpo perfecta y bien maridado con camote anaranjado a la plancha con un toque de sal de mar. La experiencia en boca fue muy buena y la selección del vino adecuada para los platillos.

Hasta aquí todo perfecto. De pronto sonó la alarma sísmica en la caja del restaurante y como si se tratara de un asunto perfectamente ensayado, los meseros y personal de Contramar, pidieron a los comensales con toda amabilidad y calma que desalojáramos el restaurante y nos dirigiéramos al camellón de la calle de Durango, la gente no se alteró, pasados unos minutos las puertas de emergencia y la convencional se abrieron para pedir a los comensales que se reincorporaran al restaurante. Desde luego me llamó la atención la anfitrinonía ya que el capitán se dio a la tarea de pasar mesa por mesa y dar las gracias por la colaboración ante la detonación de la alarma sísmica.

Finalmente, pedí una tarta de higo freso con un carajillo, que redondeo la experiencia gastronómica. El costo promedio por persona sin vino es de 650 pesos. Como me acordaba Contramar sigue siendo una buena opción para degustar mariscos.

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