Últimamente he leído o escuchado a muchas personas comparar las luchas feministas de hoy con las de antaño para descalificar a las actuales. “Antes si tenían por qué luchar”, dicen por lo general. “El derecho al voto: eso sí era una causa”, dicen. O “El acceso a la educación: por supuesto que eso sí valía la pena.” “No que hoy”, tienden a regañar y ridiculizar: en la que se enfocan en los pelos de las axilas pintados o los tacones o el “acoso”.

Este tipo de afirmaciones me parecen sumamente problemáticas, principalmente por la caracterización que se hace de las luchas del pasado como algo que prácticamente todo mundo apoyaba, “salvo los obvios sectores conservadores”.

¿Saben cuánto tardó el derecho a votar en ser una realidad para las mujeres en México? . Lo que para muchas personas hoy es una obviedad, para “los progres” de la Constitución de 1917, que lucharon, entre otras cosas, por la universalización del voto, no lo era (en caso de que no lo recuerden: no todos los hombres en el país podían votar, ya que su ciudadanía estaba condicionada a su estado civil, su edad, su patrimonio y su educación). ¡Imagínense! Hablaban de la universalidad del voto y al mismo tiempo creían que las mujeres no debían votar. Los revolucionarios. Los que consagraron los derechos sociales en la Constitución cuando ninguna otra Constitución del mundo lo hacía. ¿Y saben qué también? Calificaban a la lucha por el voto como una necedad (entre otras cosas). Si se leen los diarios de los varios debates constitucionales que se tuvieron al respecto (el voto se discutió en 1917, 1936, 1947 y 1953), verán que había legisladores que le decían a las mexicanas que para qué querían votar si ya tenían todo el poder que podrían tener en la casa. ¡Si manejaban los dineros de la casa! ¡Si hasta mandaban a sus maridos! ¡Necias!

(del Reino Unido y Estados Unidos de inicios del siglo XX)

¡La sufragista en la casa: no sabemos qué queremos, pero lo vamos a conseguir!

Las sufragistas: las chicas con las que no me casé.

​El origen y el desarrollo de una sufragista:

A los 15: una lindura
A los 20: una coqueta
A los 40: sigue soltera
A los 50: ya es una sufragista

Las sufragistas: las chicas con las que no me casé.

Muchos de los argumentos que hoy se escuchan en torno esas luchas “inútiles” por los “micromachismos”, eran los mismos que se desplegaban para los derechos que hoy todo mundo parece entender como básicos. Es más: ¿los estereotipos de las feminazis horribles y necias? ¡Ya estaban desde entonces! Sigo sin encontrar una burla a las feminazis “de hoy” que no se le haya dicho a las feminazis “de ayer”.

Ahora, otro punto común es no solo calificar a la lucha de antes como una “obvia” que “había que dar”, sino que se asume que esa lucha “ya se ganó”. “Los derechos”, se afirma, “ya han sido conquistados, por lo que el feminismo es, prácticamente, inútil.”

Si bien muchos derechos han sido conquistados constitucionalmente, su ejercicio sigue siendo bastante problemático el día de hoy ( con más detalle). Como ocurre en muchos temas, no solo en el de la igualdad de género. Digo, ¿estarán de acuerdo conmigo que tener un derecho reconocido en la Constitución no se traduce automáticamente en que se puede ejercer, cierto? En México tenemos garantizado el derecho a la vivienda digna, por ejemplo. Y eso no significa que todas las personas automáticamente la tengan garantizada. Ese análisis se puede realizar para muchos derechos supuestamente “básicos” que ya han sido “conquistados”.

¿El derecho a la educación? Ver de la Universidad Nacional Autónoma de México no me deja de deprimir: si bien las mujeres ya acceden a la universidad, ¿adivinen a qué carreras entran? ¿Adivinen cuáles licenciaturas y posgrados y facultades están dominadas numéricamente por hombres? Hay avances, sí. Pero la igualdad, de hecho, no llega aún. (A ver si alguien me dice que si no llega es porque no somos iguales o porque “a las mujeres simplemente no les interesa eso de estudiar ingeniería”, pero que nada tiene que ver con la discriminación.)

¿El derecho a decidir sobre el cuerpo propio? En México, solo en el Distrito Federal se encuentra despenalizado el aborto en el primer trimestre. En el resto de las entidades federativas, está prohibido salvo en algunas contadas excepciones. Excepciones que también se quedan en el papel. tiene más que documentado lo difícil que es para las mujeres acceder al aborto legal y seguro en el país. En el 2016, las mujeres siguen muriendo por no acceder a un aborto legal y seguro.

He dado estos ejemplos para evidenciar lo siguiente: no es cierto que todos los derechos “básicos” estén “conquistados”, ni siquiera en papel. Ya olvidemos en la práctica. Y no es cierto que los que sí se lograron conquistar, fue fácil hacerlo. Que para muchas personas sean “obvios” es una buena señal de que ya se están “naturalizando”, pero eso no significa que siempre se entendieron así. Hay que tener cuidado con pintar una historia que no fue tal.

Ahora: ¿por qué importa la historia? Porque es importante para poner en contexto el presente. Si la historia es como se presentas, es más fácil calificar a la lucha de hoy como una “trivial”, de “micromachismos”, de “necedades” como las “axilas pintadas” y el “manspreading”. Es más fácil pintarse como los grandes progres que “sí entienden lo que importa”, como si eso que importa fuera obvio. Y no lo fue. Y no lo es. Por algo aquí andamos.

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