Las voces de las mujeres y sus deudos en el centro para exigir justicia por la violencia obstétrica y la muerte maternal, así se puede resumir la experiencia del Tribunal Simbólico llevado a cabo el 9 de Mayo en el Polyforum Siquerios. Con el lema “El tribunal es simbólico, las historias son reales”, se presentaron  27 testimonios ante expertas en salud pública y derechos humanos. Estos son fragmentos de seis de los testimonios presentados.

“Prácticamente parí sola. Me dejaron ahí en la camilla. Yo les tuve que decir que ya había salido mi bebé para que fueran a verme. Yo no gritaba ni me quejaba, yo creo que por eso no me hacían caso. Sí les dije que ya me quería aliviar, pero no me hicieron caso. ”

“En 2009 me embaracé de mi primer hijo y en 2013 de una niña. Ambos murieron porque no recibí atención inmediata en el parto. Como en Nahá no hay parteras y el médico sólo viene algunos días, cuando las mujeres de la comunidad estamos embarazadas nos dicen en la clínica de salud que vayamos al Hospital a ser atendidas en el parto. Los hospitales más cercanos son el de Ocosingo, a dos horas en auto de Nahá , y Palenque, a cuatro horas. La mayoría de las mujeres en Nahá prefieren que les hagan cesárea porque nos dicen que el parto natural es peligroso”.

“Con una risa burlona, dijo, “Pues váyase a su casa, si tiene más dolores regrese”. De regreso a mi casa, le llamé a mi esposo que no tardó en llegar y nos acompañó. A unos metros de mi casa empecé a sentir dolores más fuertes, ya no aguantaba. Sentía la presión de que mi bebé iba a nacer. Mi mamá se adelantó a pedir la ambulancia.. Mi esposo se quedó conmigo. Era la segunda vez que íbamos al centro de salud. Nadie le abría a mi mamá e. Yo trataba de caminar más rápido porque ya sabía que iba a nacer. Sentí la cabeza de mi bebé, me bajé el mallón que llevaba, me senté y mi bebé salió. No me acuerdo si se azotó su cabeza, pero sí cayó en la banqueta, se resbaló, y no lo pude agarrar”.

“Todo fue hace más de tres años. Era el cuarto embarazo de mi esposa y ella se empezó a sentir mal: le dolía el pecho y pensé que le iba a dar un infarto. La llevé al Hospital Obstétrico de Pachuca, donde le dieron una silla de ruedas y la metieron a revisión. Me dijeron que tenía la presión muy alta, pero sólo le vendaron los pies y la tuvieron sentada en la silla de ruedas toda la noche. Nunca se estabilizó. Al final la trasladaron de emergencia al Hospital General, donde falleció de eclampsia”.

“El médico que canceló mi cesárea me dijo: “discúlpame, yo no dije ni hice nada” pero no dio explicaciones. Le solicité una necropsia y dijo: “pídeselo al médico que realizó la cesárea”. Pero yo no sabía su nombre ni cómo era su cara. Minimizaron la muerte de mi hija y nadie quería hacerse responsable”.

“A mí me costó mucho trabajo entender todo lo que está pasando, no es un problema aislado sino más grande. A mí me atendió un médico: José Miguel Rivero y ahora entiendo  que el problema no es él, el problema es la protección que tiene él, la protección que le da el sistema”.

El Tribunal, además de ser un espacio de denuncia para exigir justicia, también se convirtió en un espacio para reconocer que estos casos no son aislados, en su propia voz evidenciaron que la violencia obstétrica y la muerte materna ocurre en todos los rincones del país. Ahora GIRE prepara una memoria del Tribunal Simbólico y  un informe con las recomendaciones de las expertas al Estado mexicano, para que estas voces resuenen fuerte y claro para modificar la realidad del sistema de salud.

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