Por Juan José Díaz Infante*

Hay una Bienal de arte contemporáneo y una Cyberbienal de fotografía, no confundir.

Ya no se habla del discurso de arte, se habla del fenómeno en redes. La bienal se mudó de dueño. Ayer estuve en Xalapa, platicando con algunos alumnos de arte, un maestro y un diseñador gráfico, no esperaba tocar el tema de la Bienal, iba a revisar un libro. La Bienal mutó a otro fenómeno apropiado por los fotógrafos.

Eventualmente la Bienal de "Arte Contemporáneo" generó un ejercicio interesante, una dinámica muy similar a la premiación del Oscar a la mejor película. Ha sido en realidad la primera Cyberbienal de Fotografía, un ejercicio, sin preparación para nadie, de reflexión inmediata, que delató la profundidad real de pensamiento de muchos artistas, investigadores, curadores, fotógrafos, críticos, escritores, artistas, comunicadores, observadores, estudiantes y público.

La calidad y nivel de pensamiento de los miembros de muchas instituciones salió a relucir. Ha sido también evidente la capacidad de expresión de cada uno de los actores. La Cyberbienal se volvió un fenómeno internacional como dispositivo contemporáneo más que artístico. Y será una Cyberbienal apropiada por la comunidad de la fotografía, que pasará a la historia como un referente para la Secretaría de Cultura en la edad de la redes. Donde lo que ganó de calle fue el evento en las redes, organizado por la comunidad, tuvo más forma y más contenido, independientemente de quién tuviera razón.

El fenómeno que hoy denomino la Cyberbienal de Fotografía, sin fotografía, pero con fotógrafos, estableció un contrapunto entre el evento en exposición y el discurso. La Secretaría de Cultura ha quedado envuelta en el intento de un discurso nuevo con recetas del pasado. La curaduría del Centro de la imagen muestra las nuevas tecnologías a partir de la semiótica y no de la cibernética. Sin la diferencia entre lo que es sacar una fotografía, publicar una fotografía, grabar una fotografía y transmitir una fotografía, es equivalente a establecer una disertación de la importancia de un Volkswagen estacionado en el Amazonas.

Por un lado los artistas y curadores armaron un marco teórico, por otro lado, la comunidad de fotografía, que sí sabe comunicar, usó el plano práctico. El uso de la tecnología pasó del display al terreno de la realidad. La comunidad de la fotografía utilizó la tecnología para demostrar cómo se usa y que la sabe usar. Cuando no se sabe qué hacer con la tecnología, el ejercicio es una pesadilla, es la masificación de errores.

El fenómeno de redes de la Cyberbienal eventualmente sacó a flote el discurso de la comunidad, que parecía que no estaba y, que ha generado como resultado que parece que entiende mejor la tecnología. Sabe hablar de fotografía sin fotografía, sin tener una exposición, ni el aparato oficial, sin presupuesto, sin reglas, sin jurado, sin Walter Benjamin.

Eventualmente hubo más que nunca fotógrafos, y en una postura actual, de manera virtual tomaron la Bienal de ARte Contemporáneo y la convirtieron en Cyberbienal de Fotografía.

Ayer que estuve en Xalapa me enteré que hubo hasta una plática para explicar la exposición en el Centro de la Imagen, charlando con algunos alumnos y algunos maestros, también me dí cuenta de lo parcial de todas las conclusiones. Es decir a final de cuentas la exposición del Centro de la Imagen, como cualquier idea que haya sido, solamente se percibió en el mejor de sus casos como una parcialidad. Sin embargo lo que se ha percibido en su totalidad ha sido el evento en redes, organizado por los fotógrafos puros y duros, se ha percibido la Cyberbienal de Fotografía, un fenómeno de comunicación que alcanzó a todos.

Juan José Díaz Infante*

Artista interdisciplinario, fotógrafo y poeta

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