Por Demian Chávez*

Cuando presentamos la edición de la revista Obtura Magazine en Tlaxcala ()  con el tema de las autodefensas, una periodista francesa preguntaba cuál era el papel de los editores con respecto a la violencia, los derechos humanos, y si no estamos haciendo una apología de la violencia.

Hice una pausa para no contestar a bote pronto y llegaron a mí decenas de imágenes del stock de mi memoria. Resolví contestar lo más académicamente posible (palabras más, palabras menos): “En la historia de México siempre ha habido sangre, las culturas prehispánicas hacían sacrificios humanos públicos y la sangre bañaba literalmente a los sacerdotes y eso espantó a los colonizadores que en su doble moral calificaron el acto religioso de barbarie, pero nos descalificaron la carnicería de la conquista. Durante el movimiento de independencia el asalto a la Alhóndiga de Granaditas fue una masacre pero de ello tampoco hubo imágenes fotográficas apenas algunas interpretaciones en pintura o grabado. La fotografía en la época de la revolución sería fundamentalmente un instrumento de propaganda y no se diga en la guerra Cristera donde era casi cotidiano retratar a los fusilados de lado religioso. La fotografía fúnebre era cotidiana. Tradición que se irá diluyendo hacia el principio de los años 80.

El éxito de los impresos de editorial roja no es gratuita, el ser humano busca la violencia en los otros como parte de su lado animal natural”. La respuesta no era la que ella esperaba.

Los recientes son actos violentos que hemos visto casi indirecto y tiempo real como la balacera en Cancún, la psicosis en la discoteca de Playa del Carmen o el terrible atentado en el colegio de Monterrey tienen en común que en todos hay imágenes en vídeo (en el caso del colegio también fotografías), y que se divulgaron violentamente a través de las redes sociales. Esto próximamente abrirá el debate en los terrenos de lo informativo, lo mórbido y lo visual, lo neuro-sociológico, los candados en las redes, en lo legislativo, en lo editorial y hasta en lo religioso.

De no haberse viralizado ninguna de estas imágenes apenas alcanzaría el hecho una mención en los periódicos. Medios de comunicación nacionales que habían difundido el vídeo terminaron por quitarlo de sus páginas y redes sociales porque recibían más comentarios negativos que positivos, además de romper algunas leyes y tratados internacionales de los derechos de los menores de 18 años. Gobiernos como el de Monterrey y Querétaro oficialmente solicitaron no difundir las imágenes ya viralizadas de un modelo de suicidio con asesinato, modelo importado de Estados Unidos según comentó el psiquiatra Giuseppe Amara en entrevista radiofónica.

Las dos miradas, desde lo mediático-educativo, y lo legal son sólo eso: miradas de un espectador de las sociopatías del otro. “El espejeo en la expectación de la violencia nos paraliza, porque hay algo de esa misma que nos pertenece, y mirarla es un acto vouyerista que nos avienta al vacío” dice la psicóloga clínica Virginia García. El sujeto que ejecuta el acto solamente es una herramienta en una sociedad devastada por la violencia en los últimos años.

Más allá de la demagogia sobre fortalecer los valores familiares habrá que pensar en sus contenidos. Estos valores ya no son los mismos dado que la sociedad ha evolucionado en familias diversas. El gran tema será fortalecer el tejido social desde las políticas públicas no en el discurso, sino en la acción, donde no se gaste más presupuesto en un estado punitivo sino en un estado que otorgue más cultura y menos armas.

Proyectos fotográficos como los que ha emprendido el Señor Click! en Puebla, Fotográfitos en el barrio de Tepito, la fotógrafa Yumary Chacón en Querétaro, son pequeños ejemplos en los que con la observación de los resultados de la fotografía como herramienta de cambio podemos analizar las ausencias en el individuo para fortalecerlas desde las políticas públicas. Finalmente los editores tenemos una responsabilidad frente a nuestro auditorio: ¿seguir nutriendo de chatarra, o sumarnos a la educación?

*Demian Chávez

Catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAQ, UNIVA y UNIVER. Tiene estudios en Artes Visuales por la Facultad de Bellas Artes de la UAQ. Premio Estatal de arte 2000. Premio Estatal de Periodismo 2005, en la categoría de fotografía periodística.

Es miembro del Fondo Iberoamericano de Fotografía.

Actualmente se desempeña como editor del colectivo Obture Press Agency.

Reside en la ciudad de Querétaro.

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