Por Pedro Tzontémoc *

El beso eterno

La Habana, Cuba / 1990

Dos pares de ojos se miran los unos a los otros; los de ella esperan el autobús que la llevará a no importa dónde, los de él recorren una ciudad que le es ajena hasta que se detienen, hipnotizados, en los ojos de ella. El tiempo se detiene, ya nada importa; las miradas permanecen ligadas, cada una a la mirada del otro...

La frecuencia del transporte urbano es más que esporádica y sin embargo el autobús esperado se aproxima forzando los destinos. Ella sabe que no sabe cuándo llegará el próximo autobús y aborda el que ha llegado sin desprender la mirada de quien la mira y busca un asiento al lado de la ventanilla para seguir mirando. El autobús prosigue su camino y él sabe que dejará de verla; como último recurso lanza un beso a la distancia y ella, sin dejar de verlo, lo captura el aire para depositarlo en su mejilla. En un fragmento de segundo todo gira en torno a ese beso que por un momento es el eje mismo del universo.

Ella se aleja y él permanece inmóvil, la invisible línea que une sus deseos se prolonga hasta que ella desaparece de su vista. Ella cubana, él mexicano; nunca volverán a verse, pero sus miradas permanecen unidas, todavía y para siempre por ese instante.

Aclaro con envidia que los ojos de él no son los míos, pero ser testigo de esa corografía metafísica mantiene cautivo a mi recuerdo.

 


* Pedro Tzontémoc nace en la Ciudad de México en 1964. 

De formación fundamentalmente autodidacta. Inicia sus estudios de fotografía 1981, considerando de mayor importancia los realizados a manera de pláticas con la maestra Kati Horna.

Ha publicado diez libros y ha realizado diecinueve exposiciones individuales. Ha participado en más de cincuenta exposiciones colectivas en México y el extranjero.

Actualmente coordina la colección luz portátil – Artes de México de libros de fotografía.

www.pedrotzontemoc.com

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