Por Óscar Colorado Nates*

Robert Frank nació en Suiza (Zúrich, 1924) y ese hecho indignó a buena parte del pueblo estadounidense. El extranjero había obtenido una beca Guggenheim para viajar por 48 estados de la Unión Americana entre 1955 y 1956. El resultado se percibió en Estados Unidos como una afrenta. Aquel país lucía desde la mirada de Frank como un callejón sin salida. Los editores en Nueva York se negaron a publicar aquel trabajo. La revista Popular Photography armó un jurado para linchar públicamente al fotógrafo. La fundación Guggenheim retiró la subvención económica.

Las fotografías del suizo mostraban a hombres y mujeres desencantados, en atmósferas casi lúgubres. No importaba si eran bares aguardientosos o cafeterías sucias y llenas de letreros, el Estados Unidos de Frank estaba muy lejos del American Dream.

Un día, durante su viaje, Frank caminaba por una avenida de Nueva Orleans cuando volteó y vio un tranvía. Hizo una sola foto: un auténtico prodigio.

La fotografía “Tranvía. Nueva Orleans (1955-56)” es de una fascinante complejidad. Tiene tres tercios dominantes en lo horizontal, pero en cada una de las ventanillas del tranvía parece haber un cuadro autosuficiente. Cada cuadro es una historia propia: la señor con mirada desconfiada, el niño aseñorado con una corbata de moño. Y luego, la segregación: un hombre afro-americano con rostro inundado por la desesperanza. Es una estampa de la vida cotidiana; no se trata de Hollywood ni su glamour, es la gente de todos los días, la que nadie se detiene nunca a mirar.

Además, el fotógrafo había tenido la osadía de trasgredir una regla sagrada en el documentalismo: ser totalmente objetivo y absolutamente neutral. Pero el suizo mostró en cada fotografía su opinión sobre Estados Unidos. Desafió una regla que, en realidad, era imposible de respetar: toda fotografía es un campo de significados que dependen de las creencias y opiniones de su autor.

Robert Frank se marchó a París. Ahí el editor Robert Delpire decidió publicar un libro: “Les Americáins”. Un día, Frank se topó con Jack Kerouac, el intelectual más prominente en Estados Unidos por aquella época, quien vio el libro y encontró en aquellas fotografías un eco al jazz, la poesía y  el movimiento beatnik. Jack escribió el prólogo del libro en su edición estadounidense con el título “The Americans.”

El libro, originalmente rechazado por los editores, terminó convirtiéndose -desde entonces y aún el día de hoy- en objeto de culto. Aquellas 83 fotografías conformaron el volumen de fotografía documental más importante de la segunda mitad del siglo XX cuya influencia resuena en la obra de muchos fotógrafos contemporáneos.

Robert Frank abandonó la fotografía para dedicarse a la creación y enseñanza del cine.

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*Óscar Colorado Nates es titular de la cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana. Autor de libros como Instagram, el ojo del mundo, Fotografía de Documentalismo Social, entre otros. Miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY) y creador de www.oscarenfotos.com, blog de reflexión fotográfica líder en Iberoamérica. twitter@oscarenfotos

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