A la sociedad china no le resulta fácil tolerar la homosexualidad, pero lo están intentando, todos, homosexuales y heterosexuales, jóvenes y viejos, padres e hijos

¿Cómo viven los chinos su sexualidad? Muy diferente a la mayoría de los llamados “países occidentales”, en gran medida debido a su historia reciente. A principios del siglo 20, China pasó de ser una sociedad feudal a una “moderna”, de un jalón, literalmente. No hubo tiempo de asimilar tanta novedad como los chinos estaban experimentando.

Los gobiernos, por supuesto, se centraron en el crecimiento económico, en poner a China al parejo de las grandes economías del mundo lo más pronto posible.

Pero y, ¿la sociedad cómo vivió tan violentos cambios? No ha sido fácil. A pesar de no contar con una religión oficial, y de los esfuerzos realizados durante la Revolución Cultural por borrar todo rastro de prácticas religiosas, en China se conservan muchos templos budistas, taoistas y confucionistas, frecuentados por millones de chinos que expresan y viven su fe de múltiples maneras.

En los días de la lejana sociedad feudal, la familia era el núcleo de la sociedad, la institución base de todo el sistema. Y las jerarquías establecidas por los lazos familiares eran infranqueables y el tener hijos varones era básico y fundamental. Las hijas se recibían con mucha menos alegría.

Por supuesto, la meta de todo y toda joven era casarse, y formar su propia familia. Eso se mantiene inamovible hasta la fecha, pero también se elevan cada año las cifras de los que no siguen esta regla tácita de la sociedad china. Los motivos para no casarse son diversos, desde continuar con la educación, el desarrollo profesional, el disfrute de la soltería y la homosexualidad.

Los homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad mental en China en 2001, eso de forma oficial, pero en la práctica, muchos padres aún llevan a sus hijos con comportamientos que consideran homosexuales, al doctor para que “los cure”.

Como ya les había comentado antes, es muy normal que los jóvenes profesionistas se desplacen desde sus lugares de origen a las grandes ciudades por motivos laborales. Así, quienes son homosexuales, están a buen resguardo de las miradas inquisidoras de sus padres.

Un colega homosexual chino me habló de una especie de “redes sociales” de homosexuales, hombres y mujeres, que acuerdan matrimonios para satisfacer a sus padres, aunque en realidad no viven juntos, ni tienen relaciones y cada uno de los cónyuges continúa con su pareja homosexual.

Esto satisface a los padres, por un tiempo, hasta que empiezan a presionar por los hijos. La política del hijo único a traído ventajas y desventajas a la forma en que los chinos viven la sexualidad. Por un lado, cuando se instauró dicha ley, los matrimonios comenzaron a usar métodos anticonceptivos diversos y a practicar el sexo por placer.

Por otro, ese hijo único está presionado para casarse y a su vez, tener hijos. Y si ese hijo único decide, por las razones que sean, no cumplir este mandato social, no está honrando a sus padres, está fallando al amor filial, tan alabado por Confucio, y por todos los chinos. Y si la razón por la que ese hijo único decide no casarse y no tener hijos, es porque es homosexual, la deshonra adquiere dimensiones inconmensurables.

A pesar de ello, se ven parejas de homosexuales, hombres y mujeres, por las calles, alegres, tomados de la mano, sonrientes. El año pasado, un video se hizo viral acá, que mostraba a un joven chino declarándole su amor a su novio en un vagón del metro, lleno de gente y pidiéndole matrimonio. Generó todo tipo de comentarios, pero el video mismo fue conmovedor, porque la mayoría de la gente aplaudió el acto de amor.

Ser diferente en una sociedad que condena la diferencia, que se asusta ante lo que no sigue las normas, no debe ser fácil, por eso yo admiro a mis colegas chinos homosexuales, y tengo esperanza en que las uniones entre personas del mismo sexo sean legales en China en un futuro no muy lejano.

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