Por Mildred Rivera. 

 indica que la enfermedad de Alzheimer es la principal causa demuerte prematura en varias regiones del mundo, incluyendo América Latina y el Caribe. Es más, el número de casos aumentará en un .

¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer es un  que afecta principalmente a adultos mayores de 65 años, ocasionando problemas cognitivos, los cuales se manifiestan con alteraciones de la memoria, la forma de pensar, el carácter o la manera de comportarse. Esta enfermedad es crónica y progresiva y, como aún no es curable sino sólo se brinda tratamiento paliativo, tiene un gran impacto físico, psicológico y social en los pacientes, familias y cuidadores.

Ya que  fueron diagnosticados con enfermedad de Alzheimer, hace algún tiempo me pregunté ¿debo hacerme estudios para saber qué posibilidades tengo de contraer esta enfermedad? Se ha dado un debate a nivel local e internacional sobre la relevancia de hacer o no hacer exámenes para detectar la enfermedad de Alzheimer a aquellos que tienen antecedentes familiares pero no tienen síntomas.

Si bien existe un examen llamado genotipificación, que consiste en hacer una prueba de ADN para detectar si la persona es portadora de un gen que predispone el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, el mismo no es considerado de mucha utilidad. Actualmente varias asociaciones médicas  debido al bajo costo-beneficio y a que aún quienes son portadores de éste gen, no necesariamente van a desarrollar la enfermedad.

Con esta información, de todas formas tomé la decisión de investigar mi estado mental y aquí comparto mi experiencia que quizá pueda servir a quienes lo están considerando:

  1. Consulta con el médico general/familiar – En esta consulta explicas al médico tus preocupaciones. En mi caso, el médico solicitó un análisis para medir mis niveles de vitamina D y B12 en sangre y una tomografía computarizada de cráneo.
  2. Consulta de neurología – El siguiente paso fue visitar a una neuróloga. La neuróloga me hizo muchísimas preguntas, además de hacerme resolver problemas matemáticos, repetir palabras, sumar, restar, memorizar, entre otras cosas. Yo estaba muy nerviosa porque tenía miedo de los resultados. Ella me explicó que esas preguntas no iban a determinar nada aún.
  3. Electroencefalograma – Un electroencefalograma es un estudio para registrar la actividad del cerebro mediante unos cables que se colocan en la piel cabelluda. De esta forma, la especialista podía saber cuándo mi cerebro estaba en actividad y cuándo mi cerebro decidía “tomar una siesta.”
  4. Examen cognitivo – Éste examen dura 2 horas, durante las cuales un especialista hace preguntas y realiza algunas pruebas: recordar una serie de palabras, correlacionar figuras, recordar figuras para después dibujarlas, recordar series de números y repetirlas en orden decreciente, etc. Después de todo esto, la pregunta seguía existiendo ¿quiero saber o no quiero saber?
  5. Veredicto casi final –Con todos los resultados, mi neuróloga dijo que mi cerebro sigue activo y está en buenas condiciones.

Esta es la historia de cómo decidí saber qué posibilidades tenía de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Aunque no hay forma científica de asegurar que esto se dé, tengo una idea de cómo está funcionando mi cerebro.

Ahora, sólo me queda tener en cuenta lo que propone el . Estos son 10 signos y síntomas de alarma que sirven como tamizaje y que deben llevar a que la persona o sus familiares busquen ayuda:

1. Pérdida de memoria que interrumpe las actividades de la vida diaria;

2. Dificultades para planear o resolver problemas numéricos (hacer cuentas);

3. Dificultades para completar tareas que son familiares (quehaceres del hogar o actividades en el trabajo);

4. Confusión del tiempo o el espacio (no saber qué día es o dónde está la persona);

5. Dificultad para entender imágenes visuales o ubicarse espacialmente (no percibir correctamente la distancia);

6. Comenzar a tener dificultades para expresarse al hablar o escribir;

7. Perder las cosas y no poder recordar dónde las dejamos;

8. Disminución en la capacidad de tomar decisiones;

9. Aislamiento del trabajo o de actividades sociales;

10. Cambios de humor o personalidad.

La realidad es que las muertes por enfermedad de Alzheimer no están disminuyendo en ningún país del mundo, de hecho, . Por ello, los gobiernos deben considerar con mayor atención este tipo de enfermedades dentro de sus políticas públicas y tomar en cuenta la proporción de la carga de enfermedad que representa para su país. Una forma podría ser aumentar la concientización sobre  que mejorarían, no sólo la calidad de vida de las poblaciones, sino ayudarían a la disminución de las enfermedades crónicas.

¿Cuál es tu experiencia con enfermedades como el Alzheimer? ¿Te harías esas pruebas si tuvieras la oportunidad? ¿Crees que los gobiernos deberían invertir en más investigación o prevención? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o mencionando a en Twitter.

Esta columna fue originalmente publicada en el blog  del Banco Interamericano de Desarrollo BID.

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