Anne (Diane Lane) está casada con un exitoso productor de Hollywood (Alec Baldwin) cuyo trabajo le absorbe al grado de no atender demasiado a su esposa. Ambos se encuentran en Cannes, pero por una emergencia de negocios el personaje de Baldwin tiene que viajar a Marruecos de inmediato, por lo que le pide  a su socio francés, Jacques (extraordinario Arnaud Viard) que de favor acompañe a su mujer en un viaje a París por carretera, donde posteriormente la pareja se encontrará.

Lo que debió ser un viaje de 7 horas por ccarretera, el advenedizo Jacques se encarga de convertirlo en todo un viaje de turismo de dos días, haciendo escalas en lugares históricos, contando anécdotas en paisajes románticos, invitando a Anne a comer y cenar en los mejores lugares, con los mejores vinos, en una plática amena y culta, plena en orgullo sobre la grandeza cultural y gastronómica de Francia.

La anécdota que sostiene a París Puede Esperar (E.U., 2016) es mínima pero, así como Jacques poco a poco se gana la atención de Anne, la directora Eleanor Coppola, - con experiencia como documentalista, pero debutante en el género de ficción, a los ochenta años de edad- nos va ganando con esta lenta pero efectiva seducción a base de comida, paisajes, cultura y buena charla. Pero también nos despierta un poco de morbo, y es que no es la primera vez que un miembro de la familia Coppola usa las anécdotas familiares para hacer cine. Sin ir más lejos, Sofía (hija de Eleanor y Francis) basó una de sus mejores cintas a la fecha -Lost in Translation, 2003- en una experiencia personal que tuvo con su entonces novio, otro director (Spike Jonze) al que el trabajo lo absorbía y por ello Sofía (transmutada en Scarlett Johansson) deambulaba sola por las calles de Tokio. Ergo, ¿quién habrá sido aquel francés que intentó seducir a la esposa de Francis Ford Coppola?

Sin las alturas neorealistas de un Copie Conforme (película similar de parejas que se conocen en un viaje forzado, dirigida por el ya finado Abbas Kiarostami), la directora Eleanor Coppola se encarga de hacer una pequeña y reconfortante road movie que por un lado sirve como medio de promoción de una Francia que es mucho más que París y la torre Eiffel (los museos, la comida, los paisajes son absolutamente antojables, al grado que dan ganas de replicar el mismo viaje de los protagonistas) y por otro lado para exponer esta historia de suave y lenta seducción de un Jacques que evidentemente está enamorado de la guapa Anne, y de la propia mujer que poco a poco se da cuenta de lo olvidada que lo tiene su marido y de lo inteligente y seductor que resulta su acompañante francés.

Con un final abierto que incluye ruptura de la cuarta pared, Eleanor Coppola se niega a otorgar una resolución al idilio amoroso-pasional-lúdico de sus personajes, pero a cambio entrega una película sumamente agradable, divertida y bien filmada. Después de esto o se va uno de viaje a Francia, o de menos se compra un buen vino y un queso para acompañar con la persona adecuada.

--

Sígannos en:

Twitter:

Podcast:

Google News

Noticias según tus intereses