Imaginen que A Beautiful Mind (2001) -aquella tramposa y cursi cinta de Ron Howard cuyo triunfo en los Oscar de aquel año (¿Mejor película?, ¿Mejor director?) solo hacía evidente la gran farsa en que puede convertirse ese premio- se topara de frente con el flamante Batman hiperviolento de Ben Affleck y Zack Snyder. La mezcla de ambas cosas tendría como resultado la nueva cinta de Gavin O’Connor: The Accountant.

Al inicio de la película, mediante un flashback -con el muy sobado recurso del color sepia- conocemos al pequeño Christian (Seth Lee), un niño con autismo que muestra una habilidad inusitada en tareas que requieren análisis y paciencia (arma en minutos un rompecabezas de cientos de piezas para luego perder el control al no encontrar sobre la mesa la última de ellas), al tiempo que su padre se niega a aceptar la oferta de un doctor para atender a su hijo en terapia y así potencializar sus habilidades. Como buen republicano (no hay forma de que este hombre no sea republicano, pues), el padre de Christian prefiere pagarle un entrenador de artes marciales para que le enseñe a partirle la crisma a todo aquel que se le cruce. Algo mucho más útil que armar rompecabezas, supongo.

Habría sido interesante ver cómo este chico sobrevivió a esa locura de padre, pero el guión tiene la consigna de hacer de esto, a como dé lugar, una cinta de acción, por lo que brincamos en el tiempo para ahora conocer al Christian adulto (Ben Affleck), cuya habilidad con los números y el análisis lo ha convertido en un contador brillante, tanto que pone sus habilidades al servicio de grupos criminales que buscan tapar sus fechorías a los ojos de hacienda (como Trump, que no paga impuestos desde quién sabe qué década) pero para no ser tan obvios también de repente agarra uno que otro trabajito de a deveras.

Para terminar de rizar el rizo, andan merodeando un par de policías (J.K. Simmons y Cynthia Addai-Robinson) que van tras la pista del contador mientras que un asesino a sueldo anda matando a ejecutivos de empresas de robótica, justo el giro de la que acaba de contratar a Christian.

Al final las piezas están puestas con el único objetivo de generar escenas de acción. Así, nuestro afable contador arma-rompecabezas se convertirá frente a nuestros ojos en un Batman con síndrome de Asperger, con todo y batimóvil (tremendo camionetón que maneja a toda velocidad), un Alfred digital (voz anónima que por celular le va ayudando en su misión), y hasta su propia baticueva (un trailer remolque donde este cuate guarda algunas piezas de arte y sus cómics…. no se rían, es en serio).

Cliché obliga; cuando Affleck se pone a escribir números como loco en el pizarrón  (a lo Good Will Hunting, o A Beautiful Mind) uno sabe que esto de querer cruzar a ‘Rain Man’ con Batman no es sino una gran tontería. El todo caso, el mérito del director Gavin O’ Connor (Tumbleweeds, Warrior), es lograr que no nos salgamos de la sala. Y es que al ver la seriedad con la que asumen el ridículo J.K. Simmons, Cynthia Addai-Robinson o incluso Anna Kendrick -como la chica algo boba que queda sin querer en medio de todo el embrollo-,  uno no puede sino ser solidario con el esfuerzo y aplatanarse en la butaca, esperando -eso si- que esto termine lo más pronto posible.

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