Una voz en off hace una revelación francamente extraordinaria: “Dios existe. Vive en Bruselas. Es un imbécil. Maltrata a su esposa y a su hija”. Y así, en menos de un minuto, el director Jaco Van Dormael ha logrado atrapar poderosamente nuestra atención con su más reciente cinta, El Nuevo Nuevo Testamento (Le tout nouveau testament, 2016).

Dios en esta cinta es un extraordinario cretino. Un zángano de barba rala, malhumorado, con una eterna mueca en la boca, que pareciera nunca bañarse y ser bastante flojo (todo el tiempo anda en bata); y por si fuera poco, es un machista que hace menos a su pequeña hija y que mantiene a raya a su esposa (Yolande Moreau) quien de plano no hace otra cosa más que bordados y coleccionar estampas de béisbol, su deporte favorito.

Dios (un extraordinario Benoît Poelvoorde, hilarante en su papel de gran cretino) se divierte con nosotros. Cual niño cruel que no cuida sus juguetes, este Dios deja caer aviones, provoca accidentes, nos lanza todo tipo de desgracias naturales sólo por el placer de vernos sufrir. Desde su oficina (un cuarto con una cantidad de gabinetes interminable y al centro una vieja computadora PC), el individuo encuentra placer creando pequeñas reglas que nos hacen la vida aún más miserable, por ejemplo: “si un pan con mermelada se te cae al piso, siempre será con la parte untada boca abajo”, “la cantidad de sueño ideal siempre será diez minutos más del momento en que suena el despertador”, o que tal esta: “la fila de a lado siempre irá más rápido que en la que uno está formado”.

Dios es un sádico que nos tortura a lo grande y a lo pequeño.

Quien nos da cuenta de toda esta revelación es justamente su hija, llamada Ea (adorable Pili Groyne). Luego de recibir consejo de su hermano mayor, JC (con quién se comunica a través de una figurilla de porcelana hecha a su imagen y semejanza), y harta de los malos tratos de su padre para con ella y su madre, Ea decide que es momento de abandonar el hogar para ir a la tierra y buscar nuevos apóstoles para completar 18, no sin antes sabotear la PC de su padre, enviando a todos los humanos en la tierra un mensaje de SMS donde les dice el día exacto en que van a morir.

Así, la historia de esta cinta será sobre la búsqueda de estos nuevos apóstoles, su historia de vida y cómo ésta cambia a partir de que conocen a Jesús, o más bien a su hermana, Ea, quien no tiene tantos trucos como aquel (puede caminar sobre el agua pero no le sale muy bien aquello de la multiplicación de los panes) pero eso si, puede escuchar el latido de tu corazón y a partir de ahí saber cuál es la canción que mejor ilustra tu personalidad.

¿Disparatada?, ¿blasfema?, ¿cursi?, puede ser, pero también estamos ante una cinta sumamente original, provocadora, llena de imaginación, grandes actuaciones y algunos momentos muy bien logrados. Co-escrita por Thomas Gunzig y el propio director, la película inevitablemente nos recuerda a otros ejemplos similares, desde el trabajo de Monty Phyton (Life of Brian, Jones, 1979), la sátira religiosa de Kevin Smith Dogma (1999) e incluso cierto guiño a Buñuel en el segmento donde Catherine Deneuve duerme con un gorila.

Sin embargo, el uso de la voz en off, la estructura a base de episodios y el manejo de la estética así como de la cámara (planos cerrados, cortes abruptos) nos remite irremediablemente a Amélie (Jeunet, 2001), aunque con mucho menos dulce y tal vez un poco más de humor.

A medio camino entre la farsa, la comedia, el drama y el cine de fantasía, El Nuevo Nuevo Testamento va deshojando poco a poco la margarita para mostrar su verdadero rostro: una fábula feminista con cierta reflexión existencialista. Una cinta que no busca ofender a nadie pero que tampoco pide perdón por su humor ( a veces ácido, a veces inocuo) ni por su extraordinario planteamiento. Dios podrá ser un cretino, pero la mujer al final de los tiempos se encargará de hacer de este mundo un lugar menos jodido. Amén.

@elsalonrojo

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