Por Regina Tamés, Directora de GIRE

Si en algo hemos fallado algunas feministas y grupos que defienden los derechos de las mujeres es en la narrativa. Una se pregunta ¿cómo es posible que la violencia que le sucedió a Ana Guevara sea motivo de tantas burlas? ¿por qué habiendo tantos feminicidios en México, y el mundo, la gente parece ser indiferente? ¿por qué traer al mundo niños no deseados y no poder respetar la decisión de abortar de las mujeres?, y la lista de preguntas podría ser larguísima. Platicando con grandes amigas feministas todas coincidimos en que algo en nuestro discurso está equivocado. Y sí, coincido, la cuestión es cómo cambiarlo para convencer o hacer ver a otras personas que la discriminación contra las mujeres es grave, y que puede ser letal. Para asumir con consciencia que cambiar las cosas es responsabilidad de todas y todos.

Parte de la narrativa que a mí en lo personal me molesta es la del victimismo. Me parece que las violaciones a derechos humanos en este país nos  desbordan y no podemos, o debemos, entrar en la competencia nefasta de ver quién sufre más – hombres o mujeres. Y es que frente a la falta de comprensión de las graves situaciones que suceden en muchas ocasiones solo a mujeres, estamos tentadas a convertir a las mujeres siempre en víctimas. Sí, por supuesto, las mujeres son víctimas de agresiones sexuales, homicidios, acoso y muchas otras conductas distintas a las de los hombres, y éstas ocurren simplemente por el hecho de ser mujeres. A los hombres también los desaparecen, matan y violan, pero la respuesta sobre el por qué les sucede no es tan sencilla pues no es sólo porque son hombres. La histórica discriminación que la sociedad se ha empeñado en mantener en contra de las mujeres ha hecho que sí sean – seamos – víctimas distintas las mujeres. Pero hagamos un alto, no todas las mujeres son víctimas, ni sólo las violaciones a derechos humanos ocurridas a ellas son graves. Cuando todo es grave, ya nada lo es.

Otro obstáculos que no se ha podido superar es el hecho de no hacer un análisis más allá del género en todas las situaciones. Sin duda la categoría de análisis de género es fundamental, pero la discriminación de sexo y/o género se debe analizar en conjunto con la categoría de edad, orientación sexual, nivel socioeconómico, entre muchas otras. En esto tenemos todavía mucho que aprender. Quizá lo sabemos en la teoría pero en la narrativa no se logran tan buenos resultados. Una mujer blanca, de clase media y heterosexual no enfrentará los mismos obstáculos que una mujer negra, pobre, y lesbiana. El privilegio es algo que aleja a muchas mujeres de sufrir discriminación por género o sexo.

Habiendo dicho esto, me gustaría por tanto analizar una situación que está por ser discutida en nuestro país a inicios del próximo año: el matrimonio infantil. A nivel mundial está prohibido que las niñas y adolescentes se casen antes de los dieciocho años. En México ciertas legislaciones estatales aún permiten este matrimonio con dispensas, es decir, se otorgan algunos permisos para que se puedan casar con permiso de los padres o tutores por ejemplo.

Leí recientemente una investigación realizada por Vice, cuyo trabajo respeto mucho, sobre este tema titulado “Abusadas y sometidas: así es la vida de las niñas 'esposadas' a un matrimonio en México”, realizado por apoyo de Onumujeres. Si bien la nota da cuenta de las historias de algunas mujeres que se casaron antes de los dieciocho años, a mi parecer cae justo en los dos errores que he señalado anteriormente: el victimismo y la falta de análisis más allá del género.

Nadie discute que habla muy mal del Estado y su política pública el hecho de que alguien busque en el matrimonio una salida económica, un proyecto de vida, o un refugio a la violencia. Pero no neguemos la realidad de un país que no tiene empleos, que no tiene cupo en las universidades para las y los jóvenes, y que la violencia – a cualquier edad y en cualquier ámbito – es lo normal.  Es decir, el problema en México no es el matrimonio antes de los 18 – por cierto no es infantil sino adolescente – sino las causas que llevan a estas chicas a casarse: la pobreza, la falta de oportunidades y la violencia.

El diagnóstico está mal realizado y por tanto la solución que se está planteando es la equivocada. La Comisión de Derechos Humanos de Aguascalientes ha presentado una acción de inconstitucionalidad a la Suprema Corte señalando que la eliminación de las dispensas para quienes quieran casarse antes de los 18 es inconstitucional. Pero su planteamiento ha tenido muchas resistencias, incluyendo de parte de quienes defienden a las mujeres. Pero ¿por qué se piensa que prohibir casarse a jóvenes de 15, 16 y 17 años con autorización de un juez es protegerlos?  El matrimonio para menores de 18 seguirá estando prohibido, aquí estaríamos frente a una excepción que un juez valoraría para asegurarse que, de otorgar el permiso para casarse, se estarían protegiendo los derechos de las y los jóvenes.  ¿Y qué no desde el feminismo hemos defendido a capa y espada la autonomía de las jóvenes para tomar decisiones en su vida? ¿por qué defendemos que puedan tener vida sexual, tomar anticonceptivos y abortar y no casarse? Hay que ser congruentes y darle el beneficio de la duda a esas jóvenes. Confiar en que ellas han decidido, bajo sus circunstancias, que casarse es lo mejor para ellas.

Otro argumento fuerte para quienes defienden la eliminación de las dispensas es que éstas van a ayudar a prevenir los embarazos adolescentes, pero ¿las mujeres unidas formal o informalmente, no se embarazan? Nuevamente, el enfoque no es el correcto y además se estaría asumiendo que el matrimonio está reservado para parejas heterosexuales y que parejas gays no querrían casarse

El ejemplo de matrimonio “infantil” me parece que nos pone en alerta y nos advierte que debemos alejarnos del victimismo, creer en la agencia de todas las mujeres incluyendo las menores de edad,  y de la necesidad de analizar otros factores más allá del género que generan desigualdades entre mujeres y hombres. Ojalá la Suprema Corte entienda la problemática y nos ayude a acercarnos a este análisis más integral que seguramente logrará una mejor protección para todas las mujeres.

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