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Maranello , Italia, es un pueblo en el que no pasa gran cosa. Las personas se reúnen fuera de su pequeña casa a platicar mientras beben una copa de vino. Las plazas son tranquilas, con vendedores de helados, cafecitos y gente en bicicleta. Y, en el corazón del lugar, se sitúa una de las fábricas más especiales del mundo: la de Ferrari.
Quizás no seas un erudito de los coches, pero si existe un nombre que relacionas inmediatamente con autos de lujo y deportivos es, sin lugar a dudas, Ferrari. La firma italiana ha pasado décadas tratando de sembrar esta reputación por todos lados y, a decir verdad, lo ha hecho de maravilla. Ganadores de Le Mans, Fórmula 1 y prácticamente cualquier serial de competición en el que se inscriben, se sabe que, cuando tienes frente a ti un auto de emblema amarillo con un caballo sobre sus dos patas traseras, estás por ser testigo de algo fuera de lo común.
El lanzamiento de Purosangue nos llevó a dicho lugar en Europa. Sin embargo, un día antes de la presentación, Carlos Quintanilla (PR de la marca) se acercó y me dijo con un marcado acento español: "Te hemos agendado una prueba del 296 GTB , si es que te parece bien". ¿Cómo no me va a parecer bien? “¡Me parece excelente!” contesté aún sin haber procesado la emoción del momento. "No se diga más..." exclamó Carlos sellando el trato.
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Sería una mentira decir que, para un fanático de los coches como su servidor, la noche previa a ponerse al volante de un coche así es de paz. Todo lo contrario: los nervios son recurrentes ; te llenas la cabeza de expectativas y comienzas a pensar en todo tipo de posibilidades y experiencias que estás por vivir. Sin embargo, la emoción domina todos los demás sentimientos. A las 7:00 am, estaba listo para arrancar.
Me recibió el famoso muro de ladrillos naranja con letras amarillas que había visto solo en fotografías y, luego de un par de firmas, estaba listo para arrancar con una de las experiencias más increibles de mi carrera. "Aquí tienes las llaves, te vemos de regreso en este mismo punto a las cinco de la tarde," me dijo Carlos. Naturalmente, Ferrari programó una ruta en el navegador, pero son abiertos a lo que quieras hacer siempre y cuando estés de regreso en la fábrica a la hora citada.
Decido hacerle caso a las instrucciones ya programadas en el navegador del 296 GTB y, aún sin creerlo, arranco. Luego de perderme por algunos minutos en las calles aledañas a la fábrica, ecuentro la carretera que sube hacia las montañas cercanas de Maranello. Nuestro destino intermedio sería el famoso Pontte Sammone, en donde tendría unos minutos para hacer levantamiento de imagen del auto y hacer un corto "hill climb" para exprimir las capacidades del 296 GTB, sin pasarme del límite que me permitió el coche en cuestión.
De vuelta a sus raíces
A los 20 minutos de haber comenzado con la ruta, y apenas entrando a la carretera S22, decido orillarme por un momento. Nada malo pasa con el coche, sino que simplemente quiero darle un vistazo al exterior con las montañas de fondo. Me paro en medio del camino y comienzo a mirar todos esos detalles que Ferrari sabe hacer para hacer del 296 GTB un auto único.
El frente tiene un cuerpo de iluminación estilizado que integra a un lado de los faros un par de canales de aire para mejorar la aerodinámica. Al ser un deportivo de motor central , las líneas al frente no obedecen la función de enfriar un bloque, lo que libera a los diseñadores para dejar volar su imaginación. Es sobrio, pero al mismo tiempo atractivo y propositivo.
Es un Ferrari y, naturalmente, se ve tan llamativo como podrías esperarlo. Pero, si lo analizas a detalle, es un homenaje a varios modelos del pasado. Desde el perfil inspirado en el Dino hasta las tomas de aire laterales que son tributo al 275 que corrió en Le Mans, Ferrari mostró en el 296 GTB que pueden regresar a sus raices de diseño más "conservadoras" sin perder esa escencia única que los caracteriza.
Es imposible no esbozar una sonrisa de oreja a oreja al mirar el auto. Regreso al interior del 296 GTB y continúo camino luego de haber pasado cerca de 15 minutos admirando el auto con el hermoso paisaje de fondo.
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Una sensación incomparable
Arranco de nuevo. A mi derecha las hermosas montañas del norte de Italia y en la radio se reproduce "Burning Love" de Elvis Presley. En mi mente pasan todo tipo de pensamientos y cuidados que debo de tener al estar al volante del 296 GTB. Sin embargo, sin darme cuenta, de pronto el auto y yo parecemos uno mismo. Se comporta como si fuera una extensión de mi cuerpo, va exactamente hacia donde estoy pensando, de la forma en la que quiero y sin un esfuerzo sobesaliente.
Pocas veces había sentido una conexión tan inmediata con un auto, y de una manera tan sencilla pero fuerte. El estruendoso sonido del motor bajando una marcha a mis espaldas me regresa, por un momento, a la realidad. Estoy manejando controlando 830 caballos de fuerza , todos y cada uno al eje trasero, por lo que pasarnos un poco más de lo que permite el coche podría convertir un sueño en pesadilla.
No es el primer híbrido de la marca, pero sí es el primer V6 turbocargado con asistencia eléctrica de la casa italiana. El trabajo que puso el departamento de ingeniería de Ferrari en este bloque es sobresaliente. La dualidad del Ferrari 296 GTB es increíble, pues por momentos parece que estás sobre dos coches completamente diferentes. ¿Quieres todo el comportamiento brioso y agresivo que esperas de un cavallino rampante? Lo tienes. ¿Prefieres cruzar por los pueblos tranquilo y sin hacer ruido? También es posible gracias al motor eléctrico.
El motor eléctrico del 296 GTB no propulsa directamente las ruedas, sino más bien se coloca entre la transmisión y el motor. Cuando entra en acción, suplanta la fuerza del cigüeñal hacia la transmisión, entregando todo el par directamente al convertidor que mueve el eje trasero. Es del tamaño de un sartén mediano y, por sí solo, puede dar poco más de 130 caballos de fuerza , además de recorrer 30 kilómetros sin necesitar encender el motor de combustión interna.
Es increible llegar a un pueblo de la carretera S22 y, al disminuir el ritmo, cruzar por el mismo de forma completamente silenciosa y tranquila. Una vez que pasamos por ahí y comenzamos a elevar el ritmo un poco más, el motor de combustión se enciende y está listo para ponernos al filo del asiento. La transmisión de ocho velocidades es prácticamente perfecta y, gracias al uso del motor eléctrico en bajas velocidades, la caja de cambios se libera de la tarea de usar los engranes más pequeños para arrancar desde cero.
Las carreteras italianas sirvieron como pista de pruebas para conocer el comportamiento dinámico del 296 GTB. No lo llevamos al límite en todo momento, pues comprendíamos que en nuestras manos teníamos casi 350 mil dólares y estábamos muy lejos de casa por si algo salía mal, pero sí exprimimos en un par de ocasiones su potencial.
En el modo de manejo más deportivo, hace que ambos motores trabajen en conjunto para darte una experiencia de otro mundo. Entrar a una curva rápido, bajar una marcha y acelerar el auto con precisión da como resultado un ligero derrape controlado que, conforme vas agarrando terreno, resulta más adictivo. Sí se requiere de cierta habilidad para dominar el auto, pero tampoco será imposible de manejar si es tu primera vez en un Ferrari.
No todo es perfecto
Hasta ahora, todo suena como un sueño hecho realidad: un auto hermoso y potente en el norte de Italia a nuestra merced. Sin embargo, no todo es tan perfecto como podrías imaginarlo. Podría ser un punto que muchos pasarán por alto, pero las nuevas generaciones de consumidores valoran un sistema de infoentretenimiento que no sea complicado de usar. Este no es el caso del 296 GTB, pues realmente es muy difícil entender cómo funciona.
Por una parte, tienes todos los controles al volante, mismos que se activan sin querer en ocasiones. Careces de una pantalla central, así que la información se concentra en una sola superficie. Si quieres desplazarte entre los menús de navegación es confuso, pues no hay una indicación clara de qué botones presionar para hacerlo sin cancelar la ruta o, bien, reiniciar algunos parámetros.
De igual manera, solo con mucha paciencia logramos emparejar nuestro telefono vía Bluetooth. El control del aire acondicionado es incómodo y poco orgánico y, finalmente, el espacio al interior es realmente reducido. Su servidor, de 1.70 metros y apenas 58 kilogramos entró bien en el asiento tipo cubo, pero alguien más grande batallará definitivamente por encontrar una posición de manejo cómoda.
En términos generales, la habitabilidad y ergonomía del 296 GTB podría ser su punto más cuestionable. Sin embargo, esto pierde relevancia cuando estás al volante y sientes tantas emociones positivas con tan solo ponerte en el lugar del piloto y pisar el acelerador.
Despertar
Como todo sueño, este también llegó a su fin. Fueron cerca de tres horas y media de manejo a bordo del 296 GTB, recorriendo poco más de 140 kilómetros. Pueden no sonar a mucho, pero si tomamos en cuenta que la mayoría de ellos fueron en rutas de carreteras con curvas cerradas, la verdad es que le sacamos el máximo provecho posible al coche.
Oportunidades como estas son contadas. Un Ferrari, en Italia y a nuestro libre uso son cosas que, dificilmente, se volverán a juntar. Llega el momento de entregar el auto en la fábrica y, antes de bajarme, me siento en silencio un momento y paso mi mano por el tablero, dando unas ligeras palmadas. "Lo logramos", le digo al coche, y procedo a bajarme no sin antes secar una ligera pero sincera lágrima de felicidad.
En cuestión de horas, establecí un vínculo con ese Ferrari que, hasta el día de mi muerte, estará presente.
330 mil dólares es el precio a pagar por el Ferrari 296 GTB. También está disponible su hermano descapotable GTS y, como era de esperarse con Ferrari, la personalización del auto puede ir tan lejos como el usuario lo quiera, siempre y cuando esté dentro de los lineamientos de la marca. Hace unos días hizo su llegada oficial a territorios mexicanos y, con esto, el sueño italiano puede estar más cerca para aquellos que tengan los recursos.