Más Información
Después de su reciente llegada a la presidencia por cuarta ocasión, el presidente ruso Vladimir Putin , dejó de lado la marca Mercedes-Benz para su limusina , para apostar por algo de la industria de su país, llegando así al Gran Palacio del Kremlin de Moscú, para la celebración de la ceremonia oficial de investidura, en un nuevo auto del proyecto Kortezh.
El coche conocido como Project Cortege, es una limusina presidencial construida localmente y desarrollada conjuntamente por Porsche, Bosch, y la Central Científica con sede en Moscú. Con una inversión de 165 millones de euros para el estado ruso, la limusina de más de seis metros forma parte de una gama que se declinará en versiones berlina, monovolumen, o SUV.
En el evento al que asistió el Putin con su nueva limosina, un anfitrión de la ceremonia, citado por la agencia de prensa pública Ria Novosti aseguró que “este nuevo vehículo presidencial es mejor que el de Trump" . Y no es de esperarse que lo sea pues se rumora que la limusina equipa un motor V12 de 800 caballos.
Como era de esperarse la seguridad es el punto más importante de la limusina , por lo que no tendrán integrados sistemas de los smartphones. De esa forma se pretende evitar el riesgo de una posible fuga o interferencia de datos al conectar el teléfono al automóvil.
Los Kortezh blindados,
pesarán como máximo cinco toneladas, además cuentan con medidas de seguridad adicionales, como ruedas antibalas , las cuales permiten seguir conduciendo incluso si son pinchadas.
El proyecto lanzado por Kortezh contempla el desarrollo de una familia de vehículos con funciones especiales : un minibús, un sedán de clase empresarial y una limusina para las primeras personalidades del Estado, además de un todoterreno para los guardaespaldas de acompañamiento.
El ministro de Industria y Comercio de Rusia
en funciones, Denis Manturov, comunicó que el suministro de automóviles del proyecto Kortezh se completará este año, mientras que la entrega de vehículos para el Gobierno está previsto para 2019.
Se dice que la decisión de Vladimir Putin al viajar en un vehículo de fabricación rusa recupera una tradición soviética, cuando los dirigentes utilizaban exclusivamente automóviles fabricados en la URSS.
