A semejanza de abominables dictadores como Hitler , Mussolini , Franco , Pinochet , Stalin o Mao Zedong , Trump emplea el terrorismo de Estado para afianzar su poder. Dicho terrorismo busca amedrentar y someter, lo cual es el objetivo de su política de “0 tolerancia”: separar a niños de sus padres y enjaularlos para aterrorizar a los migrantes y disuadirlos de cruzar la frontera. Es un kafkiano contrasentido que la sádica iniciativa provenga de su consejero Stephen Miller (también autor de la directiva para negar el ingreso a ciudadanos de 7 países musulmanes) quien, a pesar de ser judío e hijo de migrantes que huyeron del antisemitismo de Bielorrusia, es un declarado racista de extrema derecha calificado por sus colegas de la Casa Blanca de “torcido” y “nazi.” ¿Pretende vengar lo que sus antepasados sufrieron causándole el mismo daño a otros? ¿Acaso ignora que el odio irracional de los fascistas supremacistas blancos contra negros, latinos y asiáticos, también incluye a judíos? Por su parte, el ultramontano metodista, provinciano y xenófobo Procurador General, Jeff Sessions , falsamente justificó la nada cristiana medida en el versículo Romanos 13:30 de la Biblia. Lo que la Biblia sí dice (Oseas 8:7), es que quien “siembra vientos recoge tempestades”, y vaya que recogieron un huracán de críticas y merecidas injurias. Con sobrada razón, el Premio Nobel Paul Krugman , afirma que la actual Casa Blanca está llena de psicópatas que persiguen sus intereses personales a costa de los nacionales, y quieren convertir sus patologías y traumas en políticas públicas.

Amén de que ese inhumano terrorismo de Estado también busca seguir generando circos mediáticos para acaparar la atención y distraerla de graves problemas como el Russiangate; el soborno a prostitutas para que no divulguen los desenfrenos del presidente, el desvió de fondos para supuestas obras de caridad a la campaña de Trump, la fraudulenta quiebra de la Universidad Trump , presionar a los demócratas para que aprueben su infame muro fronterizo, etc., es un perverso negocio. Como se han privatizado las cárceles, empresas como la Corrections Corporation of America y la GEO Group, financian las campañas de funcionarios de elección popular a cambio de que, al ser elegidos o reelegidos, aprueben leyes de “0 tolerancia.” Gracias a ello se ha disparado el número de arrestados que hace necesarias nuevas cárceles, financiadas por el gobierno federal pero construidas y administradas por dichas compañías. Como fue gran negocio (EU tiene más prisioneros que los 28 países de la Unión Europea y el 25% de la población carcelaria del planeta), la misma corrupta practica se aplicó en el ámbito migratorio, edificando y administrando esas empresas centros de detención temporal con cargo al erario público. El Departamento de Seguridad Nacional (ICE) les paga alrededor de 2,000 millones de dólares anuales, incluyendo 159 dólares diarios por cada indocumentado detenido. Durante el gobierno de Obama disminuyeron esas concesiones, pero aumentaron en el de Trump: recientemente se otorgaron 458 MD a la Southern West Key para construir campos de detención para niños, que una cínica trumpiana llamó “Sumer Camps”, pero que son, en el mejor estilo nazi, Konzentrationslager. Afortunadamente Trump reculó ante la embestida interna y externa (la segunda poco le importó pues EU abandonó el Consejo de Derecho Humanos de la ONU ), pero demostró que, como carece de valores éticos y morales, es capaz de provocar una crisis humanitaria para conseguir sus aviesos propósitos. Ello debe ser tenido muy en cuenta por el próximo gobierno mexicano, que tendrá la nada grata tarea de lidiar con los psicópatas de la Casa Blanca.

Internacionalista, embajador de carrera y académico

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses