Es uno de los gurús del progreso de la tecnología relojera de las últimas tres décadas. Desde su área en Biel, Suiza, donde hoy trabajan 50 personas creando los avances punteros de la precisión, han salido revoluciones como los movimientos Co-Axial del siglo XXI, los relojes más antimagnéticos del mercado a 15 mil Gauss o los Master Chronometer de superprecisión.

Jean-Claude Monachon, director de desarrollo de producto y Vicepresidente de Omega, lleva 38 años en la relojería y 20 de ellos poniendo a punto la vanguardia evolutiva de la firma que más Juegos Olímpicos ha cronometrado. Nos recibe para hablar del triple homenaje que Omega dedica al 60 aniversario de sus creaciones míticas, el Speedmaster, el Seamaster y el Railmaster. Un estuche con las réplicas de los tres modelos fieles al diseño original centra el interés de los seguidores de la casa que conquistó la Luna.

“Hemos respetado los tamaños pequeños originales entre 38 y 39 milímetros, el calibre manual 1861 del Moon Watch y el cristal-plexiglas para el Speedmaster, pero los otros dos llevan la tecnología actual del los movimientos Co-Axial calibre 8806”.

Para una institución que asumió la respuesta suiza al desafío japonés de los relojes electrónicos en los años 70 y 80 y que siempre defendió el liderazgo técnico, la irrupción de los relojes inteligentes como el Apple Watch o el TAG Heuer Connected no pasa desapercibida.

Pero Omega ha decidido centrar toda la capacidad industrial que le aporta Swatch Group, el mayor proveedor de la industria helvética, en seguir perfeccionando el desempeño de sus iconos mecánicos.

A pesar de estar reduciendo producción, como la mayoría de las empresas en este momento de desaceleración del sector, Monachon asegura que Omega está ganando cuota de mercado. “La innovación ofrece una gran oportunidad en tiempos donde vemos a ver marcas morir. Y se nota la fortaleza cuando ves la cantidad de novedades que una marca trae al salón Baselworld”.

Omega ensaya desde hace siete años un reloj sin lubricación que no requiere de mantenimiento. Las prioridades de la marca están centradas en desarrollar nuevos materiales que permitan avances en la resistencia a los golpes, la mejora de la autonomía de marcha, el antimagnetismo y la precisión.

“Estamos a pleno rendimiento con las nuevas tecnologías, y no creo que en el futuro cercano vayamos en la dirección de los connected”, asegura el Vicpresidente de Omega.

Para una empresa acostumbrada a defender los límites de la técnica, no pasa desapercibido lo que ocurre alrededor. Monachon pone como ejemplo que lo smart sí puede ser aplicado a los accesorios del reloj, como una correa para una reloj de buceo Planet Ocean que pueda registrar digitalmente todas las medidas de una inmersión.

También reconoce pruebas con prototipos en relojes de cerámica con chips externos que permiten operar la tecnología de pagos, pero los descarta porque a la velocidad con la que evoluciona la tecnología inteligente implicaría adaptaciones continuas a las que no está acostumbrada la industria relojera. “Los connected son otro tipo de producto”, afirma.

Monachon reconoce que Swatch Group no debe descartar las posibilidades que existan con los proveedores internos. Para justificar su fe en el futuro de los relojes tradicionales alude al gran éxito de la reciente venta online del modelo Omega Speedy Tuesday, que agotó en cuatro horas una edición de 2012 unidades en Instagram en una colaboración con el portal Fratello Watches. “Tal vez en diez años sólo existan las boutiques y el internet para vender nuestros relojes”, dice al hablar de las oportunidades en tiempos de mutación del mercado.

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