Por estos días, mucho se habla de Uber y Cabify, dos plataformas tecnológicas que contactan a pasajeros con propietarios de automóviles que quieren ganar dinero.

En esencia, ambas emplean aplicaciones para teléfonos inteligentes en las que una persona solicita un vehículo indicando el punto donde se le debe pasar a buscar y la dirección de destino. Con esos datos se puede calcular una tarifa estimada y, si el cliente acepta, se le asigna a un conductor que esté en las cercanías.

Una de las ventajas es que tanto el conductor como el pasajero saben muy bien la identidad del otro y la aplicación lleva un registro del recorrido. Cuando la "carrera" termina, se le carga al cliente el monto en su tarjeta de crédito, la que debe ingresar en la aplicación al bajarla a su teléfono. Un sistema de puntuaciones determina quiénes dan un buen o un mal servicio.

Tanto Cabify (creada en España) como Uber (EU) emplean en su servicio los mapas de Google. Un algoritmo utiliza la geolocalización para determinar el auto más cercano. "Esto lo hace más eficiente tanto para el conductor como para el pasajero", dice Agustín Guilisasti, CEO de Cabify Chile.

En esta empresa, por ejemplo, tienen dos tipos de peticiones: ASAP (al instante) o una reserva para una hora determinada. "En esta última se asigna automáticamente al conductor con 30 a 45 minutos de anticipación, dependiendo de la distancia", dice Guilisasti.

Uber también usa la geolocalización para determinar al conductor más cercano al usuario. "El sistema es bastante inteligente ya que no solo reconoce si estoy cerca del pasajero, sino cuando estoy haciendo un servicio que termina cerca de esa nueva solicitud", dice Raúl, conductor de Uber.

Cabify -a diferencia de Uber- opera con una tarifa fija. "Por eso es importante la calidad del mapa, ya que al calcular la ruta óptima también lo hace con la tarifa. Siempre costará lo mismo, sin importar el taco o la ruta", aclara Guilisasti.

Uber, en cambio, usa un algoritmo para determinar la tarifa. Llaman a este sistema tarifa dinámica y lo usan para regular la oferta y la demanda: los precios suben cuando hay muchas solicitudes y pocos vehículos.

Sin embargo, hay situaciones especiales -como las restricciones vehiculares- donde los precios se disparan. Eso ha estado sucediendo en México desde el martes, cuando debido a la contaminación del aire, endurecieron el programa Hoy No Circula, que prohibió circular a un quinto del parque automotriz de Ciudad de México.

Los reclamos por las altas tarifas de Uber encendieron las redes sociales. Luis de Uriarte, vocero del servicio de taxis en ese país, salió al paso de las críticas en una entrevista radial: "La tarifa dinámica es la mejor manera que tenemos para garantizar que aquellas personas que necesitan movilizarse encuentren un Uber", explicó.

A gusto del pasajero

Uno de los beneficios del uso de estas aplicaciones es el sistema de calificación: conductor y pasajero se evalúan mutuamente. En Cabify, si el usuario le da menos de 3 estrellas (de 5) a un conductor, de inmediato le aparece un cuestionario para que explique qué le ocurrió.

También permite que el usuario almacene en la aplicación sus preferencias para viajar: si le gusta el aire acondicionado, música predilecta o si quiere que lo llamen cuando el auto está en la puerta.

En Uber, en tanto, aclaran que si un conductor tiene un promedio menor de 4,5 puntos (de 5) en los primeros 100 viajes puede ser desconectado sin posibilidad de volver a la plataforma.

Esta compañía ya ha experimentado en China una tecnología que detecta la conducción del chofer, ya que parte importante de las malas evaluaciones son producto de un manejo descuidado. "Los giroscopios de los celulares están pensados para medir pequeños movimientos, mientras que los GPS y acelerómetros ayudan a saber con qué frecuencia el auto se detiene y retoma la marcha, como también su velocidad.

Si un pasajero se queja de que el conductor aceleró bruscamente o frenó de improviso, podemos contrastarlo usando los datos almacenados de ese viaje", declaró en el blog de Uber, Joe Sullivan, su jefe de seguridad. Desde fines de 2015 ya lo usan también en Houston y esperan replicarlo al resto de los países en los que operan.

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