Nueva Delhi

La orilla oeste del río que cruza Delhi se llama Yamuna Pushta, dique del Yamuna. En el pasado acogía el mayor slum o barrio de los que han proliferado en distintas ciudades de India, como consecuencia de los procesos migratorios de las zonas rurales a las urbanas, demolido hace 12 años. Hoy es un terraplén donde viven, en los límites de la dignidad, más de 5 mil personas sin hogar.

En las inmediaciones de las tuberías de la alcantarilla se abre un mundo siniestro y a la vez pacífico: miles de hombres deambulan, duermen y juegan cartas en la esa área de dominio público que flanquea el río turbio. Es uno de los muchos lugares donde los homeless (personas sin hogar o sintecho) pasan la noche.

Por las tardes sólo están ellos en las grandes calles de Delhi. Se les ve en todos lados: centenares de personas envueltas en mantas desgastadas a lado de las aceras, debajo de los puentes, delante de los templos. Las cifras oficiales hablan de más de 50 mil sintecho únicamente en la capital india, pero según los activistas son al menos 150 mil, un dato que, por supuesto, no incluye a quienes viven en los slum o a quienes tienen un techo bajo su cabeza —uno cualquiera, aunque sea una tela de plástico—, o sea, 14% de unos 18 millones de ciudadanos.

Aunque la economía haya crecido de manera exponencial en las dos últimas décadas —permitiendo a India conquistar un lugar importante en el tablero internacional—, su desarrollo no ha sido homogéneo. Grandes porciones de la población han salido de la pobreza, pero 37% de mil 250 millones de habitantes todavía viven bajo ese umbral.

A menudo tratada como un factor endémico, la pobreza difundida es, en realidad, un indicador del fracaso de las instituciones a la hora de hacer frente a una emergencia social que con el pasar de los años se ha convertido en un cliché de las contradicciones indias.

Las estimaciones, a menudo discordes, reflejan una gran falta de datos sobre la pobreza urbana. Los sintecho son familias y mujeres solas, huérfanos, ancianos, desplazados o con discapacidad. Comparten historias de abuso, marginación y resiliencia que a menudo no aparecen en los medios. Y sin embargo no todos nacieron en la calle; pocos son de Delhi, muchos son migrantes que, si bien no todos son pobres, constituyen una gran porción de los sin hogar.

Un ejército de pobres

Siempre más personas en busca de trabajo y de estándares de vida mejores se suman al ejército de los pobres urbanos, atraídos por las oportunidades que las ciudades parecen ofrecer con respecto a las zonas rurales empobrecidas. En Delhi, más de 90% de los homeless vienen de los estados más pobres y atrasados: Bihar, Uttar Pradesh, Rajastán, Chhattisgarh. Una diáspora urbana que cataliza pobreza y desigualdades.

Si bien el fenómeno de la urbanización es una tendencia mundial —reflejo del recorrido del desarrollo económico por el paso de una sociedad agrícola a una industrial y de servicios—, este fenómeno puede no asumir connotaciones positivas, especialmente si la transición es rápida y desordenada como en el caso de Asia.

Crece la migración de los sintecho en India
Crece la migración de los sintecho en India

Hace 100 años, sólo 20% de la población mundial podía definirse como urbana; en 2007, por primera vez en la historia, más de la mitad vivía en la ciudad. A su vez, en los próximos 20 años la población urbana en las dos regiones más pobres del mundo —África subsahariana y Asia meridional— está destinada a duplicarse y a alcanzar los 3 mil millones.

La migración hacia las metrópolis asiáticas es uno de los flujos urbanos más rápidos de la historia y plantea grandes desafíos estructurales y sociales para las ciudades, que cada año tienen que amortizar alrededor de 50 millones más de habitantes.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en India la población urbana alcanzará 590 millones en 2030, aumentando de casi 300 millones. En el caso de Delhi, 23% del crecimiento demográfico es fruto de la migración, con obvias y pesadas consecuencias sobre la demografía urbana, el mercado de la vivienda y las infraestructuras.

A pesar de políticas pensadas para garantizar el derecho al trabajo de los campesinos, los campos indios han seguido empobreciéndose y vaciándose. “Venimos a la ciudad para trabajar, pero a menudo muchos de nosotros acaban en la calle”, dice Shankar, un joven diminuto cubierto por capas de ropa. “Padecemos presiones por parte de las familias para enviar dinero a casa, en el pueblo no tenemos de qué vivir”.

El crecimiento demográfico y la costumbre de dividir las tierras entre todos los herederos varones han fragmentado las parcelas de tierra. Expropiaciones, desequilibrios regionales en los ingresos y esquemas sociales ineficaces han hecho de la fuga la única alternativa al hambre. A menudo se trata de migraciones temporales, estacionales o circulares, que hace flujos poco trazables, casi invisibles: las estimaciones hablan de 309 millones de migrantes internos, más de un cuarto de la población india.

Morir sin identidad

La retórica de las ciudades como “motores del desarrollo” ha alimentado los sueños de muchos jóvenes desamparados que marchan llenos de esperanza con el mito de la success story bollywoodiana. La realidad es otra. Contrario a los estereotipos, la mayoría de los sintecho trabaja: según un estudio sólo 2% pide limosna. Los hombres son jornaleros, conductores de rikshaw, transportadores, lavaplatos, albañiles, vendedores ambulantes. Las pocas mujeres que trabajan lo hacen como criadas.

Crece la migración de los sintecho en India
Crece la migración de los sintecho en India

“Se les trata como ciudadanos de segunda clase, el no tener casa implica una multiplicidad de problemas”, explica Sunil Kumar Aledia, activista pro derechos humanos y fundador de la ONG Centre for Holistic Development. “La escasez de comida, de agua potable y de servicios higiénicos provoca enfermedades que no se curan y se vuelven crónicas. Los niños abandonan la escuela, el analfabetismo y la violencia son rampantes, es un círculo vicioso”.

Muchos no tienen documentos de identificación y sin eso es difícil hacerse una vida. Cada día, sólo en Delhi son hallados —en promedio— 10 cadáveres no identificados, principalmente en diciembre y en junio, cuando las temperaturas son extremas. Cuerpos sin vida de personas sin identidad, que nadie reclamará. Sus condiciones hacen que sean extremadamente vulnerables a enfermedades, accidentes, violencia. Se muere por muy poco en la calle.

En 2010, tras un invierno durante el cual los muertos en la calle llenaron las portadas de los diarios, autoridades crearon una entidad responsable de los refugios nocturnos, el DUSIB. “La ley prevé un colchón cada 100 mil habitantes”, explica Ashwin Parulkar, investigador del Center for Policy Research, “pero con los refugios existentes en la ciudad apenas se consigue dar cobertura a 20% de los sintecho”. Los albergues temporales siempre están sobreocupados, especialmente en invierno. Quienes no encuentran lugar duermen al aire libre.

La ciudad de escenas surrealistas

Por la noche, cuando la niebla envuelve la ciudad, sólo rompen el silencio las bocinas de los camiones en la lejanía. Cada tarde, frente al templo de Hanuman, en Old Delhi, una masa de hombres apretados contra las verjas espera las ofrendas de los fieles con brazos tiesos y miradas suplicantes. “Había venido aquí a buscar trabajo, pero como no lo encontré me convertí en un ladrón”, dice Sonu, quien llegó desde el estado de Bihar hace tres años. “Es culpa del gobierno que no cuida de los pobres: necesitamos trabajo, un lugar donde dormir”, dice alterado. “Nosotros también somos seres humanos”.

No muy lejos de allí, Connaught Place, la enorme plaza colonial del centro de Delhi, se ilumina con fogatas hechas con hojas y basura que desprenden un humo denso y acre. En las aceras acampan decenas de familias: son migrantes del Maharashtra y viven allí desde generaciones. Debajo de grandes telas de plástico tienen mantas, televisores, vajillas y cunas. Un mundo surrealista y familiar en búsqueda de normalidad. La dependencia al alcohol y a la heroína es muy frecuente.

Crece la migración de los sintecho en India
Crece la migración de los sintecho en India

“Aunque India acoge 17% de los sintecho del mundo, no hay números ciertos, muchos homeless se quedan fuera de los censos y de las políticas”, sostiene Indu Prakash Singh, activista y escritor experto en homeless. Él prefiere llamarlos city-makers: “Son ciudadanos que contribuyen a la vida y al crecimiento de la ciudad y deberían ser tratados a la par de los residentes”.

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