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Cuando Carolina terminó su licenciatura en Finanzas, de inmediato le surgieron dos propuestas de trabajo. Ahora que acabó la maestría, la vida le sonrió de nuevo. Fue cuestión de una semana para que el presidente de una compañía le propusiera ser su Directora en Desarrollo de Negocios. “He tenido mucha suerte”, afirma.

Su éxito, sin embargo, no sólo es producto del azar. Amén de sus extraordinarias capacidades –estudiante de excelencia, habla tres idiomas y ha liderado grupos estudiantiles– Carolina estudió una carrera en donde las oportunidades para las mujeres son cada vez mayores.

Entre los profesionistas menores de 30 años, las mujeres superan a los hombres en 29 de 65 campos académicos, revela una investigación hecha por la Unidad de Datos de este diario.

En el listado se encuentran profesiones con un fuerte estereotipo femenino como la docencia, el trabajo social y la enfermería; pero también hay carreras como finanzas, administración, mercadotecnia, contabilidad y negocios internacionales en las que las mujeres más jóvenes se van abriendo espacios.

A diferencia de Carolina, Érika ha pasado por más dificultades a la hora de encontrar un trabajo en el que pueda ejercer su profesión. De cada 10 puertas que ha tocado, en nueve la rechazan sin siquiera entrevistarla porque no cumple uno de los requisitos básicos: ser hombre. Quizá ni siquiera se molestaron en leer su currículum.

Ella estudió Ingeniería Mecánica, una de las carreras que muy pocas mujeres se atreven a cursar y que además las castiga a la hora de buscar trabajo.

Abren espacios

“A qué persona no le gusta tener un empleado que es bueno con los números, que es bueno con los presupuestos, que sabe lo que es rentabilidad…entonces [finanzas] es una muy buena carrera”, comenta Carolina.

Ella habla por experiencia propia. Después de terminar su carrera en el Tec de Monterrey, le ofrecieron dos empleos. Se inclinó por la opción que le pagaba menos porque las actividades que iba a realizar le apasionaban más. Fue así que ingresó al área de finanzas corporativas de una empresa multinacional.

Hace un mes acabó un MBA en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE) y ya tiene trabajo en otra empresa que busca crear modelos de negocios sustentables. “La verdad es que fue muy rápido”, cuenta.

Ella terminó el último examen de su maestría un viernes y el martes siguiente ya tenía entrevista con dos empresas: la primera en el área de recursos humanos y la segunda directamente con el presidente de la compañía, quien tres días después le ofreció el empleo.

Los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del primer trimestre de este año revelan que 51% de los jóvenes profesionistas ocupados son hombres y 49% mujeres. Esto significa que por cada hombre trabajando también hay una mujer.

Sin embargo, existen carreras en donde ellas son mayoría. En primer lugar están las profesiones relacionadas con la educación, donde la participación de la mujer rebasa dos terceras partes de la fuerza laboral joven.

Además de maestras y pedagogas, también hay más diseñadoras textiles, de modas e interiores (92%), trabajadoras sociales (88%), enfermeras (78%) y sicólogas (75%).

Las carreras económico-administrativas también se han convertido en áreas de oportunidad para las jóvenes profesionistas como Carolina. De acuerdo con los datos, 65 de cada 100 trabajadores menores de 30 años que estudiaron finanzas son mujeres.

Puertas que faltan abrir

En el mercado laboral las mujeres también son mayoría en contabilidad (57%), administración (54%), mercadotecnia y publicidad (52%) y comercio y negocios internacionales (51%).

“He conocido a hombres que prefieren contratar mujeres porque son más dedicadas, más responsables, van a lo que van”, explica Carolina, quien ha tenido la oportunidad de convivir con directivos de distintas firmas.

Sin embargo, también reconoce que la contratación de mujeres no es una práctica generalizada en todas las compañías.

“Hay gente que ya está aceptando que la mujer esté allí, pero no es en todas las empresas. Es más en las multinacionales, donde dicen: me da igual si mandas hombres o mujeres, tú mándame al mejor.

Además de las carreras administrativas, las mujeres también han ganado terreno a los hombres en lenguas extranjeras (69%), odontología (68%), sociología y antropología (68%), artes plásticas y visuales (65%), fisioterapia y nutrición (63%), ciencias políticas y relaciones internacionales (62%)

Dentro del área físico-matemática, las mujeres conforman 57% de todos los jóvenes ocupados que estudiaron ciencias de la atmósfera o de la tierra, profesiones ubicadas entre las mejor pagadas junto con finanzas, como se dio cuenta en la entrega anterior.

En el área de las ciencias naturales, las mujeres dominan el campo laboral para los jóvenes biólogos (61%) mientras que en el campo de las ingenierías son mayoría únicamente en química de alimentos (59 de cada 100).

La odisea de ser ingeniera

Cuando Érika le contó a su padre que quería ser ingeniera mecánica, él le contestó que era una carrera para hombres. Ella no se arrepiente de su decisión, aunque reconoce que su padre tenía algo de razón.

“Cuando sales al campo laboral te das cuenta por qué te lo decía, porque nada más contratan hombres”, cuenta.

De acuerdo con los datos de la ENOE, 100% de los jóvenes ocupados que estudiaron alguna ingeniería en aeronáutica o en sistemas automotrices son hombres.

Ellos también conforman 98% de los ingenieros eléctricos o electromecánicos; 91% de los que estudiaron ingeniería mecánica, mecatrónica o industrial; y, 89% de los ingenieros en electrónica y comunicaciones.

Pocas mujeres estudian estas carreras y quienes lo hacen no la tienen fácil al momento de ingresar al mundo laboral. “Entras y parece que avientan un pedazo de carne a perros hambrientos”, así recuerda Érika su primer empleo, la única vez que se dedicó a lo que estudió.

Luego de egresar de la FES Aragón, entró a una empresa fabricante de vidrio. Su vestimenta de trabajo: bota industrial y mezclilla. Además de tener un jefe machista, debía coordinar a casi puros hombres que en su mayoría sólo habían acabado la secundaria.

“Llegas a un ambiente donde todo está en contra de ti porque estás recién salida del cascarón, eres mujer… entonces muchos me hicieron tonta”. Sólo duró tres meses.

Después de esa experiencia negativa, Érika no ha vuelto a ejercer su profesión como tal. Su esposo, que también es ingeniero, la animó a enviar su currículum a diferentes empresas, pero las vacantes requeridas siempre eran para hombres. Nunca le llamaron.

“No es fácil hallar empleo como ingeniero mecánico, las áreas son mantenimiento y te piden que seas hombre. Cumplo con todo, menos que no tengo bigote”.

Sin embargo, Érika no es de las personas que se dan fácilmente por vencidas y pronto halló otros espacios en funciones corporativas que le apasionaron y en donde sintió que su trabajo se valoraba más. En broma, ella dice que ahora está disfrazada de ingeniera industrial pues sus tareas son más administrativas.

Actualmente labora en una empresa española de tecnología y se dedica a gestionar sus sistemas de calidad.

A ella le gusta mucho estudiar. Toma dos cursos por año para seguirse capacitando. Ahora busca una mayor estabilidad laboral, porque no ha tenido la suerte de tener un empleo fijo. “Desafortunadamente yo nunca he logrado tener una planta… y mi esposo donde se para tiene planta… es algo que le envidio mucho”.

Además de las ingenierías, otras profesiones donde la mujer tiene una participación reducida son física, teología, veterinaria así como cultura física y deporte. En todos los casos, su participación no rebasa 25%.

jram

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