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Hace 15 días que partieron de su comunidad, Lomas del Paraíso, donde viven unas 80 familias que en su mayoría dependen de las remesas. Con muchas ilusiones, los hermanos Ricardo y Manuel Martínez Esparza, de 24 y 31 años, respectivamente, salieron rumbo a Estados Unidos, pero sus esperanzas se quedaron encerradas en una caja de tráiler en San Antonio, Texas.

Era la primera vez que Ricardo, el más chico de ocho hermanos, decidió buscar el sueño americano; incluso resultó sorpresiva esa determinación para sus padres, don Isidro y María Guadalupe, ya que antes había dicho que jamás se iría a Estados Unidos, pero algo lo hizo cambiar de parecer. En varias ocasiones su madre le pidió no ir “al norte” y que se quedara como jornalero en Loreto, donde ganaba 140 pesos diarios.

Finalmente, sus padres respetaron la decisión de su querido Ricardo y le ayudaron a conseguir 20 mil pesos, pues no sabían cuánto les cobraría el coyote para cruzarlos.

Llegó el día y sus padres les dieron la bendición a sus dos hijos, que partieron de Loreto a San Luis Potosí el 10 de julio a las 11 de la mañana. Ese mismo día, aproximadamente a las 10 de la noche, Manuel les marcó para avisarles que ya habían comenzado el viaje, pero después ya no supieron de ellos.

Al pasar más de tres días, su padres comenzaron a presentir que algo no estaba bien, ya que anteriormente, en ese mismo lapso, Manuel, quien ya había cruzado la frontera, los mantenía informados de su andar hasta confirmar su llegada.

Con mayor razón, dice don Isidro, lo haría ahora, porque con él iba su hermano menor. Así comenzó a invadirlos la incertidumbre y la angustia, pero no se atrevían a marcar a los celulares de sus hijos, ya que la encomienda fue no llamarlos para no poner en riesgo su cruce.

Fue cuando algunos conocidos trataron de ubicar a los posibles coyotes; la familia cree que ellos los engañaron, porque nunca les dijeron que iban a viajar en una caja de tráiler y con una treintena de indocumentados. Jamás lograron ubicar a quienes los trasladaron a EU.

Don Isidro decidió contactarse con Francisco, el hijo mayor, que está desde hace meses en Estados Unidos, quien acudió a buscar al patrón de Manuel.

Al paso de más de una semana las alertas se encendieron, no había rastro de ellos, hasta que comenzaron a circular noticias en la televisión de que habían encontrado un tráiler con migrantes y se confirmó que Manuel estaba hospitalizado.

Al no saber nada de sus hijos, el corazón de doña Mary se estremeció: “Desde hace días tenía muchas ansias, quería salir corriendo a buscarlos. Hasta que me han confirmado que mi niño chiquito murió”.

Las lágrimas de doña Mary no paran. Tanto don Isidro como su esposa dicen que es doble pesar, porque tienen un hijo muerto y otro hospitalizado, y lo único que desean es que el gobierno les otorgue un permiso para ir a ver a su hijo. “Queremos escucharlo. No podemos con esta incertidumbre”.

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